El triunfo de Javier Milei en las elecciones legislativas del domingo, con más del 40 % de los votos, lo que vistió de violeta a gran parte de Argentina, tomó por sorpresa a más de uno. Si bien se esperaba que el oficialismo ganara más sillas de las que tenía en una raquítica representación en sus primeros dos años de gobierno, los números, aunque no fueron suficientes para lograr una mayoría, sí le dieron un aire al mandatario, que incluso fue celebrado desde Estados Unidos. Milei llegó golpeado a los comicios, salpicado de escándalos de corrupción e inundado en deudas. Aun así, celebró un triunfo con el que, según dijo, “comienza la construcción de la Argentina grande”. Un discurso contra el peronismo, el miedo de volver al pasado (o al menos a la situación que se vivió en la administración anterior, la de Alberto Fernández) y la vigilancia de Washington pueden explicar, en parte, lo sucedido en las urnas.
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El periodista y docente Eduardo Aliverti lo escribió así en el diario “Página 12”: “Señalamos que, “a priori”, era difícil calcular cuánto influirían en la decisión del electorado los escándalos de corrupción que sacuden al gobierno. ¿Mucho, poquito, nada o casi nada? Quedó claro que fue lo último. El “casi” es adjudicable, tal vez, al nivel récord de ausentismo para elecciones legislativas”. De hecho, la participación fue del 68 %, el número más bajo que se ha registrado desde el retorno a la democracia. Es decir, a pesar de que el voto es obligatorio, uno de cada tres argentinos habilitados decidió no acudir a las urnas, lo que terminó por consolidar una tendencia que se venía viendo desde hace un tiempo: menos personas asisten a las urnas en los comicios del medio término.
La gente está impaciente, reconoció Julio Burdman, analista político y profesor de la Universidad de Buenos Aires, quien argumentó que es partidario de relativizar un poco el asunto: “Son acusaciones que aún no están probadas, aunque fueron parte del contexto de la campaña. Es decir, Milei no llegó con procesos avanzados ni con condenas, sino con acusaciones muy verdes. Ahora bien, ellas impactaron en el desempeño del oficialismo en las elecciones bonaerenses de septiembre. Es decir, no son neutras”. Con eso de precedente, la expectativa hasta el domingo estaba en ver hasta qué punto La Libertad Avanza podía reducir la distancia con Fuerza Patria, del kirchnerismo.
Ahí se dio la sorpresa: el partido del presidente fue el más votado y, por ende, aumentó su poder en el Congreso, pero necesitará buscar apoyos. Aunque los oficialismos suelen salir debilitados de las elecciones de medio término, Milei logró mejorar en 13 puntos su desempeño en las generales de 2023. En las últimas décadas, esto solo había ocurrido una vez: Mauricio Macri, en 2017, logró siete puntos más que en las elecciones de dos años antes.
Fernando Dopazo, analista y estratega, habló de una formación de una gran coalición electoral antiperonista alrededor del mandatario, en medio de una polarización que se mueve entre los extremos de Milei-antimilei, kirchnerismo-antikirchnerismo, que, según él, “permitió licuar las terceras opciones en muchas provincias”. Eso, en el fondo, tuvo que ver con la presión ejercida de Estados Unidos para dar su ayuda económica a Argentina, con una swap line de USD 20.000 millones, a través de un intercambio de divisas. Donald Trump condicionó el respaldo a una victoria del líder de la Casa Rosada, y de hecho el lunes lo felicitó por los resultados.
“Nuestra confianza en él ha sido justificada por el pueblo de Argentina”, escribió el republicano en su red social Truth Social. Luego, en declaraciones a periodistas, agregó: él “fue un gran vencedor y tuvo mucha ayuda nuestra. Yo le di un respaldo muy fuerte”. Milei respondió ese mensaje, a través de X, agradeciendo a su homólogo estadounidense “por confiar en el pueblo argentino. Usted es un gran amigo. Nuestras naciones nunca debieron dejar de ser aliadas (...). Cuente conmigo para dar la batalla por la civilización occidental”.
La narrativa del miedo ha funcionado, según Dopazo, y tiene que ver con el temor a perder el país, lo que le dio casi el 40 % al peronismo, y el miedo a que el peronismo vuelva, y de ahí el otro 40 % que se registró tras las votaciones. Ahora bien, el triunfo no es completo: va a tener un tercio de los diputados, con aliados, y casi un tercio del Senado, que le permitiría nombrar jueces y blindar los vetos de algunas de las dos cámaras a proyectos legislativos o decretos del propio Milei. El desafío está en cómo va a garantizar la gobernabilidad a partir de negociaciones. De momento, sentenció que “lo peor ya pasó” y postergó el cambio de ministros, que iba a definir esta semana para relanzar su gobierno, con la idea de avanzar en un nuevo Legislativo con reformas estructurales de los regímenes impositivo y laboral. En su discurso de la noche del domingo lo dijo: “Pasamos el punto bisagra. Comienza la construcción de la Argentina grande”.
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