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La posibilidad de que Nicolás Maduro solicite asilo político en Colombia, y que el gobierno de Gustavo Petro se lo otorgue, reabrió un debate sensible sobre el alcance y los límites de esta figura en la historia reciente del país.
“Seguramente sí (le daríamos asilo), porque (Maduro) es una figura universal. Lo que estamos diciendo es que necesitamos encontrar una salida a la situación de tensión en el Caribe siempre mediante el diálogo que permita evitar cualquier injerencia y acción en estabilidad de la región, porque es un territorio de paz”, señaló la canciller colombiana, Rosa Villavicencio, cuando Caracol Radio le preguntó si le abriría las puertas a una negociación para que Maduro se exilie en el país.
La discusión cobra todavía más fuerza tras la decisión del Gobierno de Gustavo Petro de conceder asilo en mayo al expresidente panameño Ricardo Martinelli, acusado en su país por corrupción y lavado de activos.
El asilo político, contemplado en el derecho internacional y en tratados regionales como la Convención de Caracas de 1954, es una protección excepcional destinada a personas cuya vida o integridad corren riesgo por motivos políticos, ideológicos, humanitarios, de raza o religión.
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En la práctica, la aplicación del asilo suele generar controversia cuando quienes lo solicitan enfrentan procesos judiciales por delitos graves. Aunque Colombia ha concedido asilo político en múltiples ocasiones, solo tres casos de líderes de alto nivel han marcado su historia reciente y diplomática: Víctor Raúl Haya de la Torre, Pedro Carmona y la de Martinelli.
El caso de Martinelli se convirtió en el antecedente más polémico de los últimos años. Condenado en Panamá por blanqueo de capitales, el exmandatario aseguró ser víctima de persecución política y agradeció públicamente al presidente Petro y al mandatario nicaragüense Daniel Ortega por “haberle salvado la vida”.
Para críticos del Gobierno de Petro, el asilo envió un mensaje ambiguo sobre la lucha contra la corrupción en la región.
Colombia, sin embargo, no es ajena a este tipo de decisiones. Uno de los casos históricos más emblemáticos fue el del líder político peruano Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), quien recibió asilo en la embajada de Colombia en Lima en 1949 tras ser perseguido por la dictadura de Manuel Odría. El caso tuvo tal relevancia que derivó en un fallo de la Corte Internacional de Justicia sobre el asilo diplomático.
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Otro antecedente relevante es el de Pedro Carmona, quien se autoproclamó presidente interino de Venezuela durante el fallido golpe de Estado contra Hugo Chávez en 2002. Tras el colapso del intento, Carmona recibió asilo político en Colombia, una decisión que también generó tensiones diplomáticas.
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