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Los presidentes de Rusia, Vladímir Putin, y de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, cuyos países son actores clave del conflicto en Idlib, iniciaron una reunión en el balneario de Sochi, en el mar Negro, con el objetivo de superar las divergencias sobre la ofensiva militar que adelanta el régimen de Bashar Al Asad, con apoyo de sus aliados rusos e iraníes, en el último bastión rebelde de Siria.
Las divergencias entre los países incitaron a Rusia a postergar la ofensiva de Idlib para evitar una ruptura con Ankara, que apoya a algunos grupos rebeldes y se opone a dicha ofensiva.
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"Hay muchas cuestiones (que tratar), algunas muy difíciles. Me alegro mucho de verle, no sólo para intercambiar opiniones sobre esos asuntos, sino para buscar soluciones allí donde todavía no las hay", dijo Putin a Erdogan al inicio de la reunión.
El mandatario turco, a su vez, se mostró confiado en que el encuentro termine con una "declaración que será una nueva esperanza para toda la región".
"Nuestra solidaridad en los asuntos regionales hace que los pueblos de la región confíen en la cooperación (entre Rusia y Turquía). Creo que no sólo la región, sino todo el mundo está pendiente de nuestra reunión de hoy", afirmó Erdogan, citado por la agencia Interfax.
Rusia, al igual que Irán, defiende la necesidad de que el Ejército gubernamental sirio lance cuanto antes una ofensiva contra la provincia de Idleb, que según Moscú se ha convertido en "un nido de terroristas" que debe ser liquidado.
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Ese territorio, fronterizo con Turquía, acoge a unos 3 millones de personas, entre ellas un buen número de opositores desplazados de antiguos feudos insurgentes que ya fueron conquistados por las fuerzas gubernamentales sirias.
Ankara, que tiene desplegados a sus soldados en esa provincia, insiste en que una ofensiva militar podría significar una catástrofe para la población civil y desencadenar una nueva oleada de refugiados que intentarían ponerse a salvo en Turquía.
Los mandatarios ruso y turco se vieron el pasado día 7 en Teherán, en una cumbre tripartita sobre Idleb en la que también participó el presidente de Irán, Hasan Rohaní.
Estados Unidos también ha exigido que Rusia e Irán detengan la ofensiva de las tropas del presidente sirio, Bashar al Asad, contra Idlib.
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"Cuando Rusia y el régimen de Al Asad dicen que quieren luchar contra el terrorismo, realmente quieren decir que quieren bombardear escuelas, hospitales y casas. Quieren castigar a los civiles que tuvieron el valor de levantarse contra Al Asad", denunció la embajadora estadounidense ante la ONU, Nikki Haley.
Siria está devastada desde 2011 por una guerra que ha causado más de 360.000 muertos. La intervención del ejército ruso desde septiembre de 2015 en apoyo del régimen sirio cambió el curso de la guerra y permitió al gobierno de Damasco lograr importantes victorias militares.