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Trump se cansa de las cumbres con Putin y ejerce presión económica contra Rusia

La más reciente decisión del republicano resultó en un giro de su política frente a Moscú. Aunque algunos celebraron las sanciones contra el petróleo ruso, otros se mostraron escépticos a que esto provoque un cambio sustancioso en la dirección de la guerra en Ucrania.

Redacción Mundo

23 de octubre de 2025 - 06:00 p. m.
Protestas de ucranianos frente a la sede de Lukoil en Vilvorde, Bélgica.
Foto: Getty Images - Thierry Monasse
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Esta semana Rusia atacó a Járkov, dañando un jardín infantil y matando a una persona. Los niños fueron evacuados a tiempo hacia un refugio, lo que permitió que ellos salieran ilesos de la ofensiva llevada a cabo con drones, la cual, según las autoridades ucranianas, fue perpetrada directamente contra el centro donde había unos 48 menores. Antes de eso se registró un ataque a gran escala contra la infraestructura energética en todo el país. En medio de ello, Estados Unidos dio a conocer un giro en su aproximación a Moscú: el presidente Donald Trump impuso sanciones contra Rosneft y Lukoil, las dos compañías petroleras más grandes de Rusia.

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Estas restricciones, las primeras que impulsa el republicano desde que llegó de nuevo a la Casa Blanca, buscan recortar ingresos claves provenientes de las ventas de petróleo que financian la maquinaria de guerra del Kremlin, pues ambas exportan 3,1 millones de barriles de petróleo por día. “Rosneft era la empresa más importante que aún no estaba sujeta a sanciones totales de Estados Unidos”, escribió Edward Fishman, exfuncionario de alto rango de sanciones del Departamento de Estado, citado por “The Guardian”: “Preveo, como mínimo, cierta reducción de los acuerdos con el petróleo ruso a corto plazo. Que esto suponga una restricción estratégica a largo plazo de los ingresos petroleros de Rusia —el motor de la economía de Putin— dependerá del compromiso de Estados Unidos”.

Ahora bien, otras voces han sido más escépticas. Thomas Graham, miembro del Consejo de Relaciones Exteriores, advirtió ante “Bloomberg” que si Washington “cree que esto va a conducir a un cambio radical en la conducta o en la política de Putin, se están engañando. Han sido muy buenos eludiéndolas”. Esto, además, dejó una gran duda: ¿las sanciones obligarán al líder del Kremlin a sentarse a la mesa de negociaciones? No fue solo que la reunión entre Trump y su homólogo ruso no se concretara en Budapest, como el estadounidense esperaba, sino que se conoció una reacción negativa a las disposiciones de Washington. María Zajárova, portavoz del Ministerio ruso de Relaciones Exteriores, expresó en una rueda de prensa que “este paso es contraproducente” y que Moscú “ha desarrollado una fuerte inmunidad contra las restricciones occidentales y continuará desarrollando con confianza su potencial económico, incluido el energético”.

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“Es como si Trump hubiera concluido que Putin no está poniendo de su parte para una negociación, que podría resultar al menos en una tregua”, advirtió Vladímir Rouvinski, profesor en la Universidad ICESI. Para el docente, esto responde a un intento de avanzar en otros frentes de la agenda internacional, después del acuerdo de paz que impulsó Trump entre Hamás e Israel en la Franja de Gaza, en medio de una “frustración frente a Putin”. De hecho, algo de eso mencionó el mandatario estadounidense: “Cada vez que hablo con él tengo buenas conversaciones, que luego no llegan a ninguna parte”.

Hay quienes piensan que las sanciones son una forma de decirle directamente a Putin que la situación podría ser peor si no hay cambios sustanciales tras más de tres años de guerra, aseguró Rafael Piñeros, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Externado. Es decir, es una estrategia que, si bien se venía contemplando desde antes, hasta ahora “entró en acción” con el republicano, lo cual, al menos para Rouvinski, implica que “Putin tiene pocas opciones”. Ahora bien, él ya dijo que su país nunca se doblegará ante la presión de Estados Unidos, aunque también reconoció que “se esperan algunas pérdidas” y que “el diálogo siempre es mejor”. Ese, sin embargo, no fue el tono que manejaron otras personas. Por ejemplo, Dmitri Medvédev, expresidente ruso y alto funcionario de seguridad conocido por su retórica cada vez más beligerante, escribió en redes sociales: “Estados Unidos es nuestro enemigo. Su hablador ‘pacificador’ se ha embarcado de lleno en una guerra contra Rusia”.

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Igor Yushkov, especialista en energía de la Universidad Financiera bajo el Gobierno de la Federación de Rusia, le dijo al diario económico “Kommersant” que las sanciones a Rosneft y Lukoil harían que los clientes asiáticos se muestren reacios a comprar petróleo directamente, obligando a las compañías a depender de cadenas más largas de intermediarios para fletar petroleros y vender su crudo, un cambio que elevaría los costos. Esto se complicaría si, como han amenazado, Estados Unidos implementa restricciones secundarias contra las instituciones financieras extranjeras que hacen negocios con las dos petroleras rusas, que podrían incluir bancos que faciliten las ventas de dicho recurso en China, India y Turquía.

La venta de petróleo y gas representa aproximadamente una cuarta parte del presupuesto ruso, y las sanciones llegan en un momento en el que la industria petrolera ya se encuentra bajo presión por los ataques de largo alcance perpetrados por Ucrania. Si bien la economía está golpeada, pues se estima que los ingresos por petróleo y gas disminuirían alrededor de USD 100.000 millones este año, hay quienes dicen que aún no es lo suficientemente débil como para obligar a Putin a dar un giro en su postura frente a la guerra, sobre todo porque se le ha escuchado que está en contra de congelar las líneas del frente, como lo ha exigido Trump últimamente.

En contraposición, Ucrania celebró el paso dado por Estados Unidos, pero recalcó que sanciones más severas no bastan para obligar a Putin a negociar en serio. También se necesitan, según Kiev, armas más potentes, como los Tomahawks que pretende comprar a Estados Unidos. El presidente Volodímir Zelenski dijo el miércoles que “la disposición de Rusia a la diplomacia se ha desvanecido un poco, y nuestras capacidades de largo alcance pueden llevar a Rusia a la mesa de negociaciones de una manera que realmente pueda poner fin a esta guerra”.

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