El programa Alabuga Start tiene una estrategia para reclutar mujeres de entre 18 y 22 años, en su mayoría de África, pero también de Latinoamérica y Asia. Les prometen capacitación profesional en áreas que incluyen logística, servicio de comidas y hotelería. Sin embargo, se han conocido reportes acerca de que las engañan y las ponen a trabajar en condiciones peligrosas y con menos sueldo del que les propusieron en un principio. Unas, incluso, han fabricado drones rusos.
El informe llevado a cabo por la Iniciativa Global contra la Delincuencia Organizada Transnacional da cuenta de eso. La documentación apunta a que el epicentro de eso ha sido la Zona Económica Especial de Alabuga, ubicada en la República de Tatarstán, al suroeste de Rusia, donde se usan a las migrantes para trabajar en sus instalaciones de producción de drones.
Según la información que ha trascendido, las participantes no fueron informadas de que trabajarían en la producción de armas antes de llegar al recinto. Algunas creían que se unían a un programa de trabajo y estudio. Los testimonios describieron largas jornadas laborales, vigilancia constante y problemas de salud derivados de la exposición a sustancias químicas corrosivas.
“Nos convirtieron en mano de obra barata con salarios bajos”, describió para DW Chinara, una joven nigeriana que participó en el programa: “Al principio nos sentimos bien porque cuando solicitamos empleo nos ofrecieron áreas como logística, servicio y catering, operadores de grúa (...). Pero cuando llegamos aquí, lo cambiaron todo”. Algunas personas fueron asignadas a una fábrica de ensamblaje de drones, otros supervisaban la producción de los artefactos y el resto trabajaba como limpiadoras.
Las jóvenes estuvieron expuestas a “productos químicos altamente peligrosos y potencialmente mortales”, afirmó Chinara, quien añadió ante el canal alemán que “ni siquiera los propios rusos trabajan allí mucho tiempo porque es un lugar muy peligroso”. Se estima que más de 1.000 mujeres han sido reclutadas de varias partes de África para trabajar en las fábricas de armas en Alabuga. En agosto, el Gobierno de Sudáfrica lanzó una investigación y advirtió a sus ciudadanas para que no se postulen.
En declaraciones a la BBC, el programa advirtió que “todas las áreas en las que nuestras participantes trabajan están descritas en nuestro sitio web”. Por su parte, Spencer Faragasso, del Instituto de Ciencia y Seguridad Internacional, consultado por el medio británico, comentó: “La realidad de la Zona Económica Especial de Alabuga es que es una instalación de producción bélica (...). Rusia ha reconocido abiertamente que están produciendo y fabricando drones Shahed 136 ahí en los videos que han divulgado públicamente. Se jactan del lugar. Se jactan de sus logros”.
Ese lugar es un importante centro de producción de drones Geran-2, que se basan en el Shahed 136 de fabricación iraní y juegan un papel clave en los ataques contra Ucrania. Tras la invasión, las instalaciones se expandieron rápidamente y se reajustaron para la producción militar. En medio de una escasez de mano de obra, las cifras del Sistema Único Interdepartamental de Información y Estadística, una base de datos oficial del Gobierno ruso, mostraron que más de 111.000 trabajadores africanos llegaron a Rusia en 2024, lo que supone un aumento del 50 % en comparación con el 2022. El mayor crecimiento se registró entre los cameruneses, seguidos de personas provenientes de Nigeria, Burkina Faso, Togo, la República Centroafricana y Gambia.
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