Afganistán pide ayuda a gritos. Entre terremotos y un régimen autoritario asfixiante, la situación humanitaria en el país de Medio Oriente parece empeorar cada día más, siendo las mujeres las principales afectadas.
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Desde que los talibanes recuperaron el poder en la región en 2021, las Naciones Unidas (ONU) y otros mecanismos internacionales no los reconocen como un gobierno legítimo, por lo tanto, han impuesto una serie de sanciones por el incumplimiento de los derechos humanos de su población.
Tan solo el martes de esta semana, la ONU anunció que suspendería sus operaciones en el paso fronterizo entre Afganistán e Irán por las nuevas restricciones del gobierno talibán hacia las trabajadoras afganas.
Esta decisión resulta especialmente problemática, ya que el principal cruce para los afganos expulsados desde Irán es Islam Qala. Según un funcionario de la ONU, más del 60 % de estas personas que regresan a Afganistán son mujeres, de acuerdo con la agencia AFP.
En 2022, los talibanes prohibieron a las ONG emplear mujeres afganas, medida que se expandió a la ONU en 2023.
“Muchas actividades de asistencia, al igual que otras en el país, están restringidas y segregadas por género. Las mujeres solo pueden ser atendidas por otras mujeres, por lo que, al prohibirse su trabajo, miles de mujeres y niñas quedan fuera del alcance de la ayuda humanitaria y, en consecuencia, excluidas por completo”, aseguró Angélica Alba, profesora de relaciones internacionales en la Pontificia Universidad Javeriana.
En consecuencia, entre las más afectadas por el régimen están las mujeres, quienes han sido privadas de sus derechos más básicos, como el acceso al trabajo, la vida pública y la educación.
“Los talibanes han hecho intolerable la vida de las mujeres y niñas afganas. Las han borrado de todos los ámbitos de la vida y las han despojado sistemáticamente de sus derechos y su dignidad”, aseguró Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional, en un comunicado.
Actualmente, según informes de la ONU, en Afganistán el 80 % de las mujeres están totalmente excluidas de la educación y el trabajo. Asimismo, Casi ocho de cada diez jóvenes afganos se encuentran actualmente fuera del sistema educativo, laboral y de formación.
Sin embargo, las mujeres en Afganistán aún pueden trabajar de forma remota en labores de asistencia humanitaria, según explica Alba, pero enfrentan enormes limitaciones, ya que sin poder trabajar en el terreno su participación es mínima.
“Nuestras trabajadoras humanitarias y las mujeres con las que colaboramos en el país son absolutamente indispensables para la respuesta humanitaria en Afganistán, y es intolerable que estén siendo sometidas a más presiones y dificultades en el trabajo que realizan. No podemos hacer nuestro trabajo sin ellas”, aseguró Tom Fletcher, coordinador humanitario de las Naciones Unidas para la Campaña de Paz en Afganistán.
Por otro lado, según el Índice de Género de Afganistán, esta exclusión afecta a las jóvenes afganas unas cuatro veces más que a los hombres jóvenes, lo que refleja las profundas desigualdades de género en el país bajo el régimen actual.
Como forma de enfrentar a los talibanes, la ONU impone una serie de sanciones que afectan principalmente a personas y entidades asociadas al régimen por representar una amenaza a la paz y la estabilidad del país.
En este contexto, mediante la Resolución 1988 del Consejo de Seguridad, se desarrolló un régimen específico para supervisar y aplicar estas sanciones, que incluyen la inmovilización de activos, prohibiciones de viaje y otras restricciones contra líderes talibanes responsables de violaciones sistemáticas de derechos humanos.
Dichas sanciones buscan desarticular y castigar a la élite talibán sin afectar directamente los esfuerzos humanitarios; sin embargo, la situación política genera preocupaciones sobre su impacto en la población civil y el acceso a la ayuda.
Desde la llegada de los talibanes y, por ende, de las sanciones, la pobreza ha aumentado significativamente. Uno de cada cinco afganos padece hambre y tres enfrentan desnutrición grave. Además, 3,7 millones de niños no asisten a la escuela, entre ellos 2,2 millones de niñas mayores de 11 años, excluidas por las restricciones impuestas por los talibanes, según lo que dijo Joyce Msuya, secretaria general adjunta para Asuntos Humanitarios en una sesión del Consejo de Seguridad en la ONU.
“Cerca de la mitad de la población afgana necesita asistencia humanitaria debido a la pobreza extrema, la inseguridad alimentaria y el colapso de servicios básicos, agravado por los desastres naturales recientes”, afirmó la Agencia de la ONU para los Refugiados en un comunicado.
A su vez, la situación solo se ha agravado en los últimos meses con los terremotos que han azotado la región. El último, registrado el 3 de noviembre, tuvo una magnitud de 6,3 y provocó la muerte de al menos 20 personas, dejó más de 520 heridos y causó daños en edificios, entre ellos la famosa Mezquita Azul, según The New York Times.
“Muchos países han reducido la ayuda internacional a Afganistán desde el regreso de los talibanes al poder. Sin embargo, la ONU continúa brindando asistencia humanitaria, especialmente ante los recientes terremotos que han golpeado al país”, afirmó la profesora.
Meses atrás, un terremoto de magnitud 6,0 sacudió el este de Afganistán, especialmente las provincias de Nangarhar y Kunar, causando la muerte de al menos 800 personas y dejando más de 2.500 heridos. El sismo se registró la noche del 31 de agosto. Ahora, con la llegada del invierno, muchas familias desplazadas por ese terremoto aún residen en tiendas de campaña y enfrentan condiciones precarias.
Este año, Afganistán se ha visto golpeado por una serie de calamidades, entre ellas el reciente terremoto, la significativa reducción de la ayuda internacional, el retorno masivo de más de dos millones de afganos desde países vecinos y la creciente amenaza de un conflicto armado con Pakistán, factores que solo incrementan esta crisis humanitaria que parece no tener fin.
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