“Trump prometió que habrá paz y que los secuestrados van a ser liberados, pero ¿dónde estamos los palestinos en esta ecuación? ¿Quién va a solucionar nuestra situación? ¿Quién nos va a salvar de los crímenes sionistas?”, le expresó a la BBC un habitante de Gaza. Algunos no han olvidado que el presidente estadounidense propuso hace algunos meses convertir el enclave, hoy devastado y en hambre, en la Riviera de Oriente Medio, lo que implicaba el desplazamiento forzado de la población, cuyo 90 % ya ha sido víctima de eso en los últimos dos años. Ahora, con un nuevo plan sobre la mesa, otras dudas se sumaron a la discusión.
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Los países árabes consideraron que la más reciente propuesta del republicano, que también le pidió a Israel parar los bombardeos contra Gaza, ha sido un avance. En medio del plazo que impuso el Ejecutivo estadounidense para obtener una respuesta, el grupo islamista palestino aceptó liberar a los secuestrados, aunque pidió un intercambio inmediato de rehenes por prisioneros y negociar otros aspectos del plan, aceptado por el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. De hecho, dos de los postulados críticos que aún no se han resuelto son el desarme de Hamás, una de sus líneas rojas en anteriores intentos de negociación, y la gran incógnita sobre quién gobernará el enclave palestino.
Aunque el grupo considerado terrorista por varios actores internacionales, entre ellos Estados Unidos, Israel y el Reino Unido, dio su “aprobación a entregar la administración de Gaza a un organismo palestino de tecnócratas independientes, con base en el consenso nacional palestino y el apoyo árabe e islámico”, Hamás no hizo referencia a la “junta de paz”, que, liderada por el mismo Trump y acompañada por el ex primer ministro británico Tony Blair, debe abrirle camino a una reformada Autoridad Palestina para que administre el enclave, según lo propuesto por Washington. El problema es que, aunque cuenta con interlocución internacional, ese cuerpo no tiene representatividad en Gaza desde 2006, cuando el brazo político de Hamás ganó las elecciones.
Un sondeo llevado a cabo en mayo de este año en la Franja de Gaza y en Cisjordania por el Centro Palestino de Investigación Política y Encuestas, con sede en Ramallah, indicó que, en caso de lograrse un acuerdo para acabar con la guerra, el 40 % de las personas apoyaba la idea de que la Autoridad Palestina gestione los asuntos de la Franja, la atención de las necesidades y la reconstrucción, mientras que el 56 % la rechazaba. Más aún, una abrumadora mayoría se inclinó a decir que la guerra no terminará y que Israel no se retirará de allí si Hamás acepta desarmarse. Sumado a eso, el 73 % aseguró no creer en la afirmación acerca de que si el grupo islamista libera a los rehenes Israel se retirará del territorio asediado, donde ya una comisión independiente de la ONU aseguró que se está cometiendo un genocidio.
¿Cómo llega la Autoridad Palestina ante la propuesta de Trump?
Desde su creación, en 1994, ha estado controlada exclusivamente por Fatah, la mayor facción política palestina. Mahmud Abbas la ha liderado desde 2005, a pesar de que fue elegido solo para un mandato de cuatro años. A lo largo de estas décadas, tanto él como su partido han sido bastante impopulares, pues se les ha acusado de corrupción sistémica, nepotismo, clientelismo y malversación burocrática. Sobre todo, se les ha recriminado su incapacidad para contrarrestar la ocupación israelí de Cisjordania, Gaza y Jerusalén Oriental, lo que ha sido un obstáculo para la conformación del Estado palestino.
El académico Khaled Hroub comentó que muchos palestinos solo considerarán legítimo a un líder si está dispuesto a resistir la ocupación israelí y promover la causa palestina. De hecho, una reciente encuesta realizada en Cisjordania y Gaza reveló que solo el 6 % votaría por Abbas en unas elecciones, en comparación con el 41 % que apoyaría a Marwan Barghouti, quien cumple cinco cadenas perpetuas en una cárcel israelí. El 15 %, además, afirmó que votaría por cualquier candidato de Hamás.
En medio de esta incertidumbre, lo que parece claro es que la Autoridad Palestina tendrá que convencer a Israel y Estados Unidos de que ha completado su proceso de reformas antes de poder gobernar Gaza. Sin objetivos claros, ese proceso podría extenderse indefinidamente. De momento, se sabe que este cuerpo gubernamental reaccionó de forma favorable al plan de Trump y reveló en un comunicado que se compromete a celebrar nuevas elecciones parlamentarias y presidenciales en el plazo de un año tras el fin de la guerra, modificar el currículo escolar y formar una nueva fuerza de seguridad.
En caso de seguir con lo estipulado por Washington, muchas preguntas están a la deriva: ¿quién dirigirá el comité de gobierno de Gaza? ¿Cómo tratarán las nuevas autoridades con los militantes que se niegan a desarmarse? ¿Quién se unirá a la fuerza internacional? Eso sí, Trump lanzó varias advertencias durante el fin de semana: así como le dijo a Hamás que no aceptará retrasos en su plan, también dijo en una entrevista con CNN que el grupo islamista enfrentará una “aniquilación total” si se niega a ceder el poder y el control del enclave.
Es cierto que la aceptación parcial del plan de Trump por parte de Hamás es lo más cerca que los negociadores han estado en los últimos meses de un fin de las hostilidades, pero un acuerdo parece todavía lejano. Lo más espinoso de la propuesta no ha obtenido respuesta, específicamente lo del desarme del grupo islamista y un calendario sólido para la retirada de Israel del territorio palestino. Las conversaciones para sortear esas y otras brechas entre las partes tendrán lugar a partir del lunes en El Cairo, capital de Egipto, tras lo cual se esperan respuestas más claras, ya sean positivas o negativas. Según lo dicho por el presidente estadounidense, si Hamás acepta una primera “línea de retirada” a una distancia de 1,5 km a 3,5 km dentro del territorio palestino, un alto al fuego “entrará inmediatamente en vigor”.
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