“Todos los factores están dados para un ataque”, dice Andrei Serbin Pont, analista de conflictos, al ver el panorama militar alrededor de Venezuela. El fin de la temporada de huracanes, el movimiento de un B-52 hacia el Caribe, el refuerzo de infraestructura militar en Puerto Rico e incluso incidentes aéreos menores que sugieren un espacio cada vez más saturado de operaciones, alimentan las especulaciones.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
“Hemos pasado de un escenario probable a uno inminente”, concluyó.
Las dos siguientes semanas serán cruciales. Por esta razón, desde Caracas, Nicolás Maduro ha tratado de mostrar los dientes en respuesta a Washington. El jueves, el dirigente chavista aseguró que cuenta con ocho millones de personas listas para defender el territorio nacional bajo la doctrina de la “Guerra de Todo el Pueblo”. Sin embargo, esa dentadura que exhibe, cuando se mira de cerca, está llena de piezas flojas.
La defensa venezolana no puede entenderse como un mero conjunto de sus capacidades militares, sino como un proyecto político orientado a la supervivencia del mismo régimen. Durante casi tres décadas, el chavismo ha construido un sistema que se sostiene sobre una premisa central: Venezuela es un país asediado por una amenaza externa (la estadounidense) por lo que todo el Estado, incluida la sociedad civil, debe estar preparado para resistir una invasión.
Es decir, hubo una militarización masiva de la población en la que no solo los soldados, sino también civiles organizados (la Milicia Bolivariana) participan en la defensa. De esto se trata la doctrina de la “Guerra de Todo el Pueblo”, con la cual la defensa territorial se distribuyó por zonas, áreas y unidades de defensa integral que actúan como “capas” de resistencia.
Esto tiene como inspiración a Cuba y Vietnam, que adoptaron modelos donde la población civil es parte activa en la resistencia contra un enemigo superior. De ahí a que Maduro hable de ocho millones de milicianos. Pero la realidad es que, en la práctica, esa milicia de la que habla (además de contar con números dudosos) es insuficiente para resistir un ataque extranjero de una potencia como Estados Unidos.
“Esa cifra que dice Maduro se ha inflado, sumándole varios millones a la cifra de cuatro o cinco millones de trabajadores estatales que, en teoría, están bajo estructura administrativa y operativa para facilitar su movilización. Ahora, no hay ni siquiera armamento para un millón de milicianos. Muchos de los sistemas de armas están inoperativos y hay faltantes de munición. Las únicas unidades más o menos preparadas están alrededor de Caracas. Fuera de la capital, el poder de la Fuerza Armada es casi inexistente ”, señala el experto.
Años de deserciones, corrupción y abandono han dejado una capacidad operativa profundamente desigual con un anillo relativamente funcional alrededor de Caracas y un resto del país donde los aviones, radares, combustible y logística son espejismos. La FANB tiene, sobre el papel, uno de los inventarios más avanzados de la región. Pero varios analistas coinciden en un punto: existe una enorme brecha entre lo que Venezuela tiene y lo que realmente puede usar.
Las sanciones, el colapso económico y la corrupción impiden mantener aviones, radares y fragatas operativas. De los Su-30, su arma de mayor prestigio, solo una fracción vuela, y los pilotos acumulan menos horas de entrenamiento que el estándar mínimo internacional. Y esto se ve reflejado en la incapacidad de Venezuela para controlar las amenazas que salen de su propio territorio.
“Esa insurgencia criminal que hay en Venezuela es la que termina profundizando la desestabilización en un país ya desestabilizado por el conflicto”, alerta Serbin Pont, quien añade que “las unidades en frontera tienen pocos medios, poco personal y, en muchos casos, cooperan con grupos paraestatales porque no tienen capacidad para controlarlos”.
Brasil vivió los efectos de esta falta de control de nuevo el jueves. La Fuerza Aérea Brasileña derribó una narcoavioneta que había entrado sin autorización desde territorio venezolano hacia la Tierra Indígena Yanomami. Ya se han presentado al menos tres casos similares este año. ¿Está Venezuela preparada para resistir una operación militar extranjera cuando ni siquiera controla las amenazas que nacen dentro de sus propias fronteras?
La respuesta corta es no. Y Maduro lo reconoce. Por eso, su objetivo es ganar una guerra convencional, sino volverla políticamente insostenible para el agresor. Para los vecinos de Venezuela, ese escenario es preocupante. “No va a haber una movilización popular de ocho millones. Eso no existe”, destaca Serbin Pont. Pero lo que sí puede pasar es que, en caso de una operación estadounidense y tras un eventual colapso parcial del Estado venezolanos, estos grupos armados que abundan en el país se expandan.
“Lo que es el riesgo no es tanto una movilización popular para una guerra prolongada, sino que todos estos grupos armados paraestatales… tengan acceso a más armamento”, dice el analista.
¿Cómo contener una crisis que podría desbordarse? El principal problema para el vecindario es que ni Brasil ni Colombia cuentan, al menos de puertas para afuera, con un rol protagónico en una operación militar, pero sí enfrentarán sus consecuencias. En el caso de Brasil, el experto anticipa “un Lula que sostiene su retórica, pero con la cautela que viene llevando sus relaciones en general con Trump”, evitando cualquier confrontación directa.
Colombia, por su parte, enfrenta su propia incertidumbre: la inestabilidad podría amplificar la presión migratoria y la actividad de grupos armados a ambos lados de la frontera.
Ante ese panorama, dice el experto, la única forma de evitar un desborde sería que Venezuela entre rápidamente en “una instancia de transición inmediata” en la que la Fuerza Armada, por deteriorada que esté, participe activamente del proceso de cambio. Y eso es algo que, según el experto, la oposición de María Corina Machado ha contemplado directamente.
“No puedes desintegrar la Fuerza Armada de forma inmediata”, advierte. Sin esa estructura militar, insiste, no habría con qué contener a los actores armados que hoy operan en el país y que podrían fortalecerse aún más tras una operación extranjera, afectado al resto de países.
👀🌎📄 ¿Ya se enteró de las últimas noticias en el mundo? Invitamos a verlas en El Espectador.
El Espectador, comprometido con ofrecer la mejor experiencia a sus lectores, ha forjado una alianza estratégica con The New York Times con el 30 % de descuento.
Este plan ofrece una experiencia informativa completa, combinando el mejor periodismo colombiano con la cobertura internacional de The New York Times. No pierda la oportunidad de acceder a todos estos beneficios y más. ¡Suscríbase aquí al plan superprémium de El Espectador hoy y viva el periodismo desde una perspectiva global!
📧 📬 🌍 Si le interesa recibir un resumen semanal de las noticias y análisis de la sección Internacional de El Espectador, puede ingresar a nuestro portafolio de newsletters, buscar “No es el fin del mundo” e inscribirse a nuestro boletín. Si desea contactar al equipo, puede hacerlo escribiendo a mmedina@elespectador.com