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Caída libre y recuperación incierta

Eduardo Sarmiento
08 de noviembre de 2020 - 03:00 a. m.

En este momento es indudable que la pandemia y la cuarentena provocaron una caída mundial del producto nacional. Los países europeos y Estados Unidos salen mejor librados porque aplicaron mayores déficits fiscales compensatorios. En general, se encuentra que los países que experimentaron mayores déficits fiscales lograron menor caída del producto nacional y mayor rebote.

La política fiscal fue más efectiva en Europa y Estados Unidos porque operaban con mayores excesos de ahorro que en los países de América Latina. En la región los déficits fiscales fueron de menor tamaño y menos efectivos. Por eso el producto nacional cayó tres veces más. El menor tamaño de los déficits se debe a limitaciones financieras causadas por el elevado endeudamiento y, lo que es lo mismo, bajo ahorro y cuantioso déficit en cuenta corriente. En tales condiciones, el déficit fiscal es contrarrestado por el aumento del déficit en cuenta corriente, que tiene como contraparte el disparo del desempleo.

La explicación de fondo está en que la cuarentena causa mayores daños estructurales en la economía en desarrollo por el elevado endeudamiento, representado en el bajo ahorro y el déficit en cuenta corriente, y también por el mayor deterioro en la distribución del ingreso que incrementa las transferencias y reduce el ahorro. En esto tienen una gran responsabilidad los organismos internacionales y la enseñanza de la economía que suponen que los efectos de la política económica son iguales en todos los lugares. Montados en semejante error conceptual, que se repite en forma persistente, procedieron a extender las medidas de cuarentena a los países en desarrollo sin beneficio de inventario.

Ciertamente, la economía requería un déficit fiscal más grande cuando se advirtió que la caída de la producción en el presente año sería cercana al 10 % y la del empleo algo más. Pero el aumento del déficit fiscal amplía el déficit en cuenta corriente y el desempleo. De hecho, tenía que ser acompañado de otros instrumentos económicos que recuperaran el balance externo entre importaciones y exportaciones. No había otro camino que la abierta intervención en el sector externo para aumentar las exportaciones y reducir las importaciones.

Las verdaderas causas de la crisis son la pasividad en la política del Banco de la República de tasas de interés, la descoordinación de la política fiscal y la apertura comercial. Se configuró un aparato artificial que mantiene la economía en pie con disposiciones de mercado y equilibrio. En este sentido, las condiciones de Colombia y América Latina son cada vez más parecidas. En general, se tienen economías sometidas a organizaciones de libre mercado que no han funcionado y se sostienen contra viento y marea.

El panorama se verá enrarecido en Colombia en el próximo año. El monumental desplome del producto en 2020 reducirá el ahorro en 2021. Por lo demás, el deterioro de la equidad ocasionado por el aumento de la pobreza y el incremento del coeficiente de Gini obligarán a mantener y ampliar las ayudas y transferencias que aumentarán el consumo. Así las cosas, el déficit fiscal del 5 % del PIB anunciado por el Gobierno no tiene capacidad para impulsar la inversión y la demanda agregada, y mantener el balance interno. No hay margen para impulsar el multiplicador de la inversión y la producción. La economía entraría en estado de estancamiento.

La crisis solo se puede superar con un cambio en la estructura de comercio internacional mediante aranceles, subsidios a las ventas externas y políticas industriales que reduzcan el déficit en cuenta corriente y restituyan el balance externo entre importaciones y exportaciones.

 

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