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Los múltiples anuncios de Gustavo Petro dispersan a la opinión pública e impiden que el país se quede hablando de un solo tema. Así estarían evitando el sobreanálisis y la polarización alrededor de cada propuesta.
ADVERTENCIA: ESTO ES FICCIÓN
Aquí se recrea la actualidad de Colombia con situaciones imaginadas, diálogos inventados y personajes ficticios. Así como algunas películas advierten que su trama está «basada en hechos reales», esta es una novela basada en hechos actuales. En otras palabras: no se confunda. «La candidata presidencial» es una caricatura de la realidad, una parodia, un ejercicio de imaginación del autor. Esta es una novela de ficción coyuntural.
Lunes 12 de septiembre de 2022
Los alrededores de la Casa de Nariño suelen ser tranquilos en las noches. Jóvenes soldados y miembros más veteranos de la seguridad presidencial instalan vallas de contención y ponen a raya a indigentes y borrachos. Se ven salir, de a uno, funcionarios trasnochados que cogen taxi en la esquina del edificio de la DIAN —en la carrera 7 con calle 7— o que bajan temerosos a la estación Bicentenario, la más próxima de Transmilenio.
Aquel lunes era diferente. Para ser las 8 y 47 de la noche, había un inusual movimiento de personas y camionetas blindadas. A la Casa de Nariño entraba mucha más gente de la que salía. Varias oficinas operaban como si estuvieran a plena luz del día. Del Salón Bolívar, en el segundo piso, provenía una algarabía. Quien caminara por el tapete rojo de los pasillos podía aventurarse a seguir el murmullo hasta toparse con los cerca de 100 convocados: casi cincuenta congresistas de la bancada del Pacto Histórico y la totalidad del gabinete con algunos de sus secretarios privados. Todos conversaban de manera informal. Pronto empezaría la reunión en la que el presidente Gustavo Petro les pediría trabajar juntos para sacar adelante la agenda legislativa del Gobierno. Solo una ausencia hacía ruido:
—La «vice» definitivamente no viene —dijo discretamente Mauricio Lizcano, secretario general de la Presidencia, al oído de la Candidata.
—¿Y eso? —preguntó la mujer.
Lizcano se encogió de hombros y contrajo las comisuras de los labios, señal universal de quien quiere decir: «Ni idea».
—No estará brava —planteó ella—. Ya salió el decreto con sus funciones, ¿no?
El tema inquietó a la Candidata. Iba a preguntar más sobre Francia Márquez, pero apareció entre la multitud Germán Gómez Polo, un joven reportero con alma de músico que, de un día para otro, se encontró a sí mismo convertido en consejero presidencial para la Información y Prensa, con apenas 31 años. Su vida era otra en 2021, cuando el tiempo le alcanzaba para ser periodista político en «El Espectador» y, a la vez, para lanzar su primer sencillo musical en Spotify, «Un lugar», una canción alegre sobre una de las peores tusas posibles: aquella que se sufre por algo que nunca fue.
Incluso, se puso un nombre artístico: Antonio Cafuné, porque así son los artistas y así son las personas, deseosas de ser alguien más para escapar de sí mismas. Germán, sin embargo, siguió siendo Germán y no Antonio Cafuné. Se convirtió en jefe de prensa de Armando Benedetti, luego pasó a la campaña de Petro y, finalmente, aterrizó en aquella consejería palaciega. Ni siquiera había actualizado su cargo en redes sociales, tal vez por falta de tiempo y porque ahora solo dormía entre 4 y 5 horas al día, o tal vez porque su nueva posición lo conflictuaba. Es cierto que los artistas quieren vivir de su arte, pero también es verdad que, cuando no se puede, solo queda hacer lo posible para vivir bien, así sea como funcionario público de alto nivel.
—Me dijo el presidente que la buscara —indagó Germán con su acento cartagenero.
—Sí, hablemos de una vez —confirmó la Candidata—. Vamos a mi oficina que está aquí no más. Aprovechemos que el presidente anda demorado.
Se alejaron de la multitud y entraron al discreto pero muy bien ubicado despacho de la consejera política. Cada quien tomó asiento.
—Es sobre la agenda mediática del Gobierno, ¿cierto? —se adelantó Germán.
—Así es. Tenemos que estar todos en la misma página.
—Qué bueno que le demos orden —dijo él—. Le estamos disparando a todo: paz total, reforma tributaria, reapertura de la frontera con Venezuela… El viernes el presidente habló de intervenir la CREG y ayer anunció que el precio de la gasolina va a subir… No estamos dando espacio a que la gente entienda nada.
—Exactamente, Germán… Y eso es, justamente, lo que vamos a seguir haciendo. Vamos a seguir bombardeando la agenda de los medios, ojalá, todos los días.
—¿Cómo así?… No entiendo.
—La explicación corta es esta: mientras más temas pongamos sobre la mesa, menos tiempo van a tener los medios para cubrir cada cosa y menos vamos a permitir que el país se polarice con cada propuesta que hagamos.
—O sea… ¿La idea es que se discutan lo menos posible las propuestas que hacemos desde el Gobierno?
—La idea es que se discutan TODAS las propuestas, pero que no haya tiempo para obsesionarse con ninguna. Piensa en lo que pasa cuando este país se obsesiona con un tema y todos hablan de lo mismo; medios de comunicación, políticos, la oposición, el taxista, las tías en el chat familiar… Ese sobreanálisis termina radicalizando cualquier debate y reduciéndolo todo a un «sí» o a un «no»… En cambio, si soltamos cada semana 20 o 40 o 60 temas gordos, polémicos, taquilleros, así dispersamos la conversación nacional. Nadie tiene ni el tiempo ni el interés de seguirle el paso a una agenda tan abrumadora.
A Germán no le gustó la idea.
—¿Y será que sí hay 20 temas «gordos» y «taquilleros» para soltar cada semana?
—Yo creo que hay más —respondió la mujer, convencida—. Lo bueno de este presidente es que se le caen de los bolsillos las ideas escandalosas.
La Candidata cogió un par de hojas que estaban sobre el escritorio. Puso una frente a Germán y se quedó con la copia.
—Mira todo lo que hay para que sea noticia mañana mismo —explicó ella—. En la posesión de Cielo Rusinque… eso ya es todo un tema, ¿no?… el presidente va a hablar de entregarles dinero a los jóvenes para que abandonen las bandas criminales. Más de uno se va a indignar. Te lo aseguro. Ya me los imagino diciendo que aquí hay que ser un bandido para recibir apoyo. «Anyway»… El presidente, además, va a refritar su propuesta pensional y ya sabemos que todo el mundo se pone a cacarear con eso. También va a confirmar de cuánto será el aumento de la gasolina en octubre. Otro rollazo. Y…, para que sepas, hoy habló con Maduro y le pidió ser garante de los diálogos con el ELN. Eso sí fíltralo tú. Que te citen con el clásico «fuentes de la Casa de Nariño». Y filtra también el decreto con las funciones de la vicepresidenta. Te lo dan en Secretaría Jurídica.
Germán repasó la hoja, listando con los dedos.
—Dinero para jóvenes de bandas criminales, reforma pensional, gasolina, Maduro y funciones de la vicepresidenta… ¿Cinco temas en un solo día?
—Por eso te digo que fácilmente podemos llegar a más de 20 en una semana. Mira lo que ya hay para esta: el miércoles, el comisionado de Paz va a contar que «Iván Márquez» está vivo y que quiere sentarse a negociar, otra vez. Un caradura, pero qué le vamos a hacer. Ah, y además, ese miércoles, el presidente hace su primera alocución. El jueves… uh, esto es bueno, el jueves podemos soltar cifras del presupuesto del otro año. Ahí la noticia es que el presupuesto del sector defensa se va a reducir: 800 mil millones de pesos menos para los militares. Ya te imaginarás el numerito que van a montar, pero bueno… a llorar a la llorería.
Al consejero para la Información y Prensa le seguía pareciendo una pésima idea.
—Entonces… ¿nuestra «estrategia de comunicaciones» consiste en saturar a los medios y a la gente con exceso de noticias?
La Candidata captó la ironía sin tomárselo personal.
—Exactamente, Germán. Tal cual lo estás diciendo.
***
Jueves 15 de septiembre de 2022
La Candidata terminó de ver la entrevista de Francia Márquez con el Flaco Maldonado, en Noticias Caracol. Alguien golpeó tres veces su puerta y entró. Era Nicolás Ulloa.
—El «timing» de nuestra «vice» es muy bueno —dijo la mujer, mientras Nicolás se sentaba al otro lado de su escritorio—. O sea… se pierde del mapa, se hace extrañar, todo el mundo pregunta dónde está y, sin decir una sola palabra, los medios empiezan a hablar por ella y a cuestionar a Petro por tenerla aislada.
—Y luego esto —continuó la Candidata—: reaparece en televisión nacional como si nada, sonriente, con un discurso bien armado, con funciones asignadas y diciendo que tiene una buena relación con el presidente… No sé si me gusta que lo haga tan bien. Debe tener un muy buen asesor detrás.
A esa misma hora, a menos de 150 metros de distancia, Francia Márquez atendía otra entrevista desde la Vicepresidencia, esta vez con periodistas de la revista «Cambio», por medio de una videollamada. Su cámara era un celular sostenido por un trípode. Detrás del dispositivo, acompañándola, estaba Lorena Agudelo, la exsecretaria privada de la Candidata.
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