En estos días complejos apareció una teoría falaz, que si no hubiera sido respaldada por un expresidente de la República, sería tan solo objeto de broma. Se trata de algo amorfo conocido como la “revolución molecular disipada”, que bien podría ser una fórmula enunciada por los protagonistas de la serie de TV La teoría del Big Bang. Dado que el tema ha tomado vuelo, consideramos necesario hacer referencia al mismo, en este espacio, para intentar colocar las cosas en su justa proporción.
Este enunciado hace parte de las teorías conspirativas que, sin sustento, buscan cooptar adeptos dentro de los sectores más radicalizados de la sociedad. Su creador es Alexis López, un entomólogo chileno que no tiene figuración alguna ni credibilidad dentro de la comunidad académica de su país. Que alguien que estudia los insectos se convierta en el exponente de una teoría sobre seguridad, con graves implicaciones, amerita una reflexión seria. Se deduce que lo que ha sucedido en Ecuador, Chile y Colombia hace parte de un plan orquestado de la izquierda para acabar con gobiernos democráticos. Para desvirtuar sus ideas, en Chile fueron detenidas más de 25.000 personas durante las protestas de 2019 y 2020. De ellas, 53 eran extranjeros, acusados de saqueos, y fueron expulsados del país. Según el subsecretario del Interior, Juan Francisco Galli, estos números “no son un porcentaje relevante”, y frente a las nacionalidades hay peruanos, venezolanos, colombianos, ecuatorianos, dominicanos, un boliviano y un haitiano.
Lo grave es que quien se ha convertido en su principal impulsor sea el expresidente Álvaro Uribe Vélez, que busca reeditar su estrategia política del “castrochavismo”, de tanta utilidad en las elecciones presidenciales de 2018. Ahora, con este nuevo ropaje y con miras a las elecciones del año entrante, encontró un nuevo caballito de batalla para generar polarización. Desde el momento en que puso en un trino “Resistir Revolución Molecular Disipada: impide normalidad, escala y copa”, abrió una vez más la puerta a lo que en Estados Unidos hizo Donald Trump como gran “conspiranoico”. Lo anterior, a pesar de que no existan estudios serios al respecto, que no haya ninguna comprobación cierta y que tan solo existan especulaciones que se venden muy bien dentro de un grupo determinado de la temerosa población que busca entender qué sucede..
Como lo hemos mencionado con anterioridad, en el actual río revuelto del vandalismo actúan manos criminales. Detrás de algunas acciones de violencia podría estar la mano de las disidencias de las Farc, el Eln, narcos o, incluso, de Maduro. Pero de ahí a estigmatizar el 95 % de la protesta, que se realiza de manera legítima y en paz, hay un camino muy largo. En declaraciones dadas por Gabriel Gaspar, académico y exsubsecretario del Ministerio de Defensa chileno, asegura que “López no es una persona conocida en la comunidad de Defensa y, por lo tanto, su obra tampoco es estudiada (…) No es profesor de ninguna de las academias y los antecedentes lo vinculan a círculos neonazis”. Afirma, por lo demás, desconocer la teoría molecular.
Hay que tener, pues, mucho cuidado con dejar que este tipo de teorías conspirativas hagan camino sin sustento cierto ni verificable. No se puede dar credibilidad a cualquier charlatán que aparece con propuestas seductoras que solo sirven para encender más los ánimos. Lo que se impone es el diálogo sensato y productivo, entre todos los actores involucrados, que atienda las causas estructurales de la grave crisis que vive el país. Esta debe ser la mejor respuesta para un momento tan crítico como el actual. Lo otro, mejor dejárselo a Tola y Maruja, que en nuestra edición dominical hicieron una hilarante descripción de la teoría de marras.
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