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Fecode: no hay errores, sino aprendizajes 


Duchamptino Smith
15 de julio de 2024 - 05:00 a. m.
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En respuesta al editorial del 13 de junio de 2024, titulado “El error de Fecode”.

El editorial habla de los errores en los que incurren los maestros al echar por la borda una de las principales reformas del gobierno de Gustavo Petro, y en eso se equivocan.

Me explico: la reforma no proviene del gobierno de Gustavo Petro, sino que es resultado de una deuda histórica que ha tenido Colombia, especialmente los gobiernos de turno de las últimas décadas, los cuales han asumido la educación como una actividad comercial, lucrativa y administrativa. De aquí resulta la discusión sobre el oportunismo que están asumiendo los partidos políticos de oposición, especialmente las senadoras Paloma Valencia y María Fernanda Cabal, en la educación terciaria, la tercerización del servicio educativo y la desfinanciación de la educación inicial.

Pero vamos por puntos. El primer punto al cual me refiero no puede confundirse con la educación terciaria. Ese vacío epistémico y procedimental abre las puertas jurídicas a cualquier tipo de interpretación en la norma. Ya existe un paso formal entre la educación secundaria y la educación superior, incluso la educación para el trabajo desde organismos públicos como el SENA. Entonces ¿cuál es la necesidad de crear este nuevo ciclo? ¿No será que están buscando crear otros niveles donde los organismos estatales busquen precarizar este paso del estudiante bachiller a sus estudios de formación profesional? ¿Por qué la oposición se empeña en esto? ¿Qué fin lucrativo tiene sobre este punto? Esto lo sabremos más adelante, si llega a prosperar este punto.

El segundo punto habla de los famosos colegios de concesión. Esto no es más que una puerta que se abre para desvirtuar la constitución del magisterio en cuanto organismo esencial del Estado. No se puede permitir tercerizar la educación, no se puede degradar el magisterio y su modelo de organización para privilegiar las lógicas del mercado y de organizaciones educativas que solo responden a la lógica administrativa y no a la pedagogía de la sociedad. Eso haría de Colombia un país cargado de pactos de mediocridad, donde se transa al maestro por la simple lógica del pago de su mesada. A El Espectador, como a una parte de los colombianos, se le olvidó que hemos logrado sostener una economía por la formación integral y de calidad que han entregado los maestros. Esto es un acto desagradecido con ellos.

Y finalmente, abrir la puerta para que los grados de preescolar sean operados por programas dirigidos a la infancia en general es desconcertante. Los licenciados en educación inicial, formados durante cinco años en esta loable labor, verían desperdiciados sus esfuerzos económicos y personales para ser reconocidos como parte del magisterio público, ya que sus puestos podrían ser ocupados por profesionales sin la experiencia necesaria.

Querido diario El Espectador, los maestros no se movilizan por un escalafón docente, un mecanismo de evaluación ni una simple remuneración; se movilizan por una deuda histórica con la educación. Respete al magisterio, El Espectador.

Por Duchamptino Smith

 

Florentino(02861)15 de julio de 2024 - 02:56 p. m.
En Colombia eso del respeto ya no existe.
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