“El de Santos fue el peor proceso de paz”: expresidente Andrés Pastrana

El expresidente arrecia en sus críticas al Acuerdo de La Habana, defiende su obra de gobierno y plantea que la JEP se integre a la justicia ordinaria.

William Acero Arango / Especial para El Espectador
07 de julio de 2019 - 02:30 a. m.
Pastrana y Santos se reunieron varias veces buscando consensos, tras el triunfo del ‘No’ en el plebiscito de 2016. /Gabriel Aponte - El Espectador
Pastrana y Santos se reunieron varias veces buscando consensos, tras el triunfo del ‘No’ en el plebiscito de 2016. /Gabriel Aponte - El Espectador

Por estos días, el expresidente Andrés Pastrana anda metido de lleno con cuestiones de política electoral, recorriendo el país junto a la dirigencia del Partido Conservador, definiendo candidaturas y avales para los comicios de autoridades locales y regionales de octubre próximo. A mitad de semana estuvo en esa tarea en Armenia y fue allí donde concedió una entrevista para el programa "La Hora de Acero" del Canal Telecafé, cuyos principales apartes son recogidos para El Espectador. En sus respuestas no desaprovechó la oportunidad para arreciar en las críticas contra el Acuerdo de Paz logrado por Juan Manuel Santos con las Farc y para defender su obra de gobierno, tan criticada a raíz del fracaso de sus acercamientos con esa guerrilla. Un contrapunteo en el que insiste en que la justicia transicional, antes que acabarla, se debe integrar a la justicia ordinaria, y propone un Plan Colombia versión 2.0.

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Llama la atención que usted, que les despejó a las Farc 42.000 kilómetros para negociar la paz, ahora sea un crítico acérrimo del Acuerdo que hizo Juan Manuel Santos…

Primero hay que hacer claridad que 42.000 kilómetros en Colombia no son nada. Como decía Tirofijo: “A mí no me despejaron nada, ese terreno es de nosotros”, y era verdad. La gente hace mención a la silla vacía, pero las que quedaron mal fueron las Farc porque las desenmascaramos. Yo después se lo dije a Manuel Marulanda: “Le voy a crear el Ejército más grande e inteligente de América Latina”, y él terminó siendo el terrorista más grande del mundo. Le dejé a Álvaro Uribe el Ejército más poderoso del continente, y por eso pudo trabajar su seguridad democrática.

¿Pero no cree que, al mismo tiempo, las Farc lograron fortalecerse con ese despeje?

Al contrario, ellas terminaron haciendo fiestas y bacanales, no entrenaban. Algunos afirman que lo que las acabó fue la zona de distensión. Los US$7,5 billones que conseguimos con los americanos en el Plan Colombia fue lo que permitió que se desarrollara la política de seguridad democrática de Uribe. Sin esos recursos no se habría podido hacer nada. Hay un mail de Marulanda que dice que “Pastrana nos destruyó internacionalmente”. No hubo un caso de secuestro en la zona de distensión y el día que nos dimos cuenta de lo que estaba pasando en ella, inmediatamente terminamos el proceso de paz.

En el pasado, las Farc cometían hasta 2.000 actos terroristas al año: atentados, secuestros, tomas de pueblos. Hoy esas cifras no llegan ni a cien por parte de las disidencias, ¿eso no es suficiente para apoyar el proceso de paz, así tenga falencias?

Eso de los 2.000 actos al año se desvirtuó, porque lo que el Ejército hacía era que, en las llamadas “pescas” de las Farc, por ejemplo, retenían diez buses y si en cada uno de ellos iban cien personas, se contaban entonces como mil secuestrados. Nunca escuché la cifra de 2.000. Nosotros veníamos del gobierno Samper, de los ataques en Patascoy, Las Delicias, El Billar: las peores derrotas militares. Y en la toma de Mitú, solamente, se calcula que murieron entre 1.200 y 1.500 guerrilleros. Tristemente, hay que decirlo, porque eran colombianos. Fue el golpe más duro que se les dio a las Farc. En Mitú cambió la guerra en Colombia, porque ellos quisieron pasar a la guerra territorial y dejar la guerra de guerrillas, y allí sufrieron la peor pérdida.

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Le insisto, las Farc fueron uno de los males más grandes de Colombia durante cincuenta años y hoy ya no lo son, ¿eso no es suficiente?

No creo, por el contrario, y perdón decirlo: cuando dejamos 40.000 hectáreas de coca con el Plan Colombia; cuando habíamos derrotado a las Farc, porque lo que las lleva a sentarse en la mesa de negociación es el Plan Colombia, ¿que nos dejó Santos?: 300.000 hectáreas de coca y a las Farc como el mayor cartel del narcotráfico del mundo, multiplicando sus ingresos. Al presidente Duque le ha tocado combatir a las Farc, a las bacrim y al Eln, todos financiados con los recursos del narcotráfico. Hoy hay un territorio absolutamente controlado por el narcotráfico.

Pero ya no hay pescas milagrosas, han disminuido los secuestros y nos hemos evitado miles de muertos gracias a los acuerdos de paz…

Gracias al Plan Colombia. Cuando yo llegué al gobierno había cuatro helicópteros de combate y dejamos treinta; había treinta helicópteros de transporte y dejamos 150. Eso cambió la guerra. Cuando yo llegué al gobierno teníamos las peores derrotas del Ejército, con cerca de mil soldados secuestrados y no había con qué pelear.

Pues hoy hay menos soldados heridos en el Hospital Militar…

Usted tiene que entender que uno no va a una tienda y dice: véndame diez helicópteros. Hay que conseguir la plata, hay que pasarla por el Congreso, hay que conseguir que se los vendan. ¿Sabe quién nos ayudó en lo que hicimos con los helicópteros artillados? Hugo Chávez. Él tenía 14 Black Hawk comprados y resulta que cuando llega a la Presidencia dice que ya no. Entonces yo le digo a Juan Camilo Restrepo: compremos esos helicópteros, y los compramos. Y lo de los 150 helicópteros de transporte, que es lo que permitió en los últimos seis meses de mi gobierno combatir con toda la fuerza a las Farc.

En 1991, en los diálogos de las Farc con el gobierno Gaviria, Alfonso Cano dijo: o negociamos o nos vemos dentro de 10.000 muertos. ¿Cuántos muertos cree que nos evitamos con la paz de Santos?

¿Pero dónde está esa paz? Cuando se tienen 300.000 hectáreas de coca y la mayor violencia hoy en día en Colombia, ejercida por las Farc, el Eln y unas bacrim fortalecidos, este es el peor proceso de paz. Cuando sus jefes hoy están escapados, ese no es el mejor proceso. Y lo más triste es que cuando fuimos donde el presidente Santos, después de que le ganamos el plebiscito, él no quiso oírnos.

Insiste mucho usted en hablar de las Farc como una guerrilla activa, cuando ahora se trata de disidencias, que era algo normal que se esperaba tras la desmovilización…

No es normal. Yo acabo de llegar de Camboya y allá no hay disidencias. Cuando Pol Pot mató la tercera parte de su población, ninguno de los líderes de su movimiento está ni en el Congreso ni en la calle. Están pagando sus delitos.

¿En las condiciones en que Santos hizo el proceso de paz, usted no lo habría hecho?

No. Mire cuántas vidas han caído hoy en día por culpa del narcotráfico. Las Farc son el cartel de drogas más grande del mundo, lo dice Estados Unidos. Yo no creo que un proceso de paz que deja 300.000 hectáreas de coca sea el mejor. Para mí no.

¿Entonces hubiese seguido en la guerra?

Yo no estoy en contra de la paz, yo soy víctima. El padre de mi esposa fue asesinado en un secuestro, sus tíos fueron también asesinados por las Farc. Si alguien se la jugó por la paz fui yo. Los jóvenes no conocen: yo, como presidente de Colombia, me fui a hablar solo con Manuel Marulanda, que me hubiera podido secuestrar o asesinar. Le dije: ¿qué hay que hacer para lograr la paz con ustedes? Desafortunadamente no tuvieron voluntad.

Y eso que usted les dio de todo…

Yo lo que les di fue bala.

Pero les hizo un despeje…

Que era legal. La diferencia entre mi proceso de paz y el de Juan Manuel Santos es que la zona de despeje de él fue en Cuba. Y no estoy criticando eso, porque además no me lo inventé yo, eso fue el gobierno de Samper y está bien. En mi época no quisieron negociar en el extranjero. En la época de Santos decidieron negociar en La Habana. Muchas cosas de este proceso de paz las respaldamos y yo las sigo respaldando, pero hay dos fundamentales que es donde se está viendo el fracaso: la justicia y el narcotráfico. ¿Qué pasó? Ganamos los del no y en un gesto de grandeza fuimos donde Santos y le dijimos: ¿qué hacemos para lograr una paz verdadera? Le vamos a traer propuestas, téngalas en cuenta. Se las llevamos y no se acogieron. Es que un proceso en el que el 50 o 60 % del país estaba en contra, no estaba bien, algo estaba fallando. Yo llevaba dos propuestas, una de ellas, que articuláramos la JEP con la justicia ordinaria, pero tristemente no lo quiso aceptar.

¿Qué hacer entonces de aquí en adelante, sobre todo cuando el presidente Duque no tiene gobernabilidad en el Congreso?

Hay que hacer ajustes frente a la justicia y el narcotráfico. No se trata de eliminar la JEP, pero sí que se articule con la justicia ordinaria. El presidente Duque ha hecho unas observaciones diciendo también que se requieren ajustes. Y en el tema del narcotráfico, hemos dicho que no puede ser un delito conexo al político. No creo que haga parte de la supuesta lucha revolucionaria que tenían las Farc. Mientras que no haya una política clara que evite que el narcotráfico siga siendo un negocio para las Farc, no vamos a resolver el problema. A veces nos centramos en que si se fumiga o no, y la clave está en que perdimos territorio. Con el Plan Colombia nosotros logramos recuperar lo que fue todo el sur de Colombia y por eso se bajó a 40.000 hectáreas de coca sembradas. Por eso yo digo que haría un Plan Colombia 2.0, que nos permita recuperar el respaldo internacional.

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Pues, siendo así, se tendrían que ir todos para la cárcel…

Yo digo: si se perdonó, listo, pero no porque sea un delito conexo al político, igual que lo de las violaciones de las niñas y el reclutamiento de menores. No estoy de acuerdo como se manejó eso. Creo que puede existir el perdón pero no el olvido. No hay caso en el mundo que quienes han cometido delitos de lesa humanidad se burlen de los colombianos con su “quizás, quizás, quizás”, cuando les preguntas si van a pedir perdón. El pueblo colombiano ha sido muy generoso con ellos y hoy está muy dolido. Lo que no tienen en cuenta tampoco es que las Farc siguen con problemas, porque hoy existe la Corte Penal Internacional (CPI). Hay algo que demuestra lo que era mi voluntad de paz: en mi gobierno me tocó negociar la CPI y pedí una moratoria de siete años para no cerrarle la puerta a mi sucesor, a ver si las Farc querían hacer la paz.

¿Cómo sería eso del Plan Colombia 2.0?

Nosotros le dijimos a los americanos y a los europeos: yo produzco la droga y ustedes la consumen, yo soy pobre y ustedes son ricos. Pongan plata y yo pongo plata. Logramos US$7,5 billones, y cuando teníamos derrotado al narcotráfico y logramos llevar a las Farc a la mesa de negociación, como efectivamente llegaron, teníamos que haber continuado con esa estrategia.

Por William Acero Arango / Especial para El Espectador

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