Esta es la Colombia que se viene en los 852 días que le restan a Petro en el poder
El jefe de Estado quiere rodearse de personas ideológicamente más cercanas al proyecto del progresismo. Y si bien busca endurecer los dardos con los que defiende sus causas, intentará tender puentes con sectores que no son del todo oposición. En el Congreso se pondrán en guardia.
Daniel Valero
A partir de este domingo hasta el 7 de agosto de 2026, quedan exactamente 852 días en los que el país podrá decantar y ver los efectos en torno al rumbo que tomará el gobierno del presidente Gustavo Petro, en especial en lo relacionado con su gobernabilidad y la campaña anticipada por las presidenciales en la que se metió la Casa de Nariño, agitando las banderas de una constituyente y la poca maniobrabilidad que le quedó en el Congreso.
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A partir de este domingo hasta el 7 de agosto de 2026, quedan exactamente 852 días en los que el país podrá decantar y ver los efectos en torno al rumbo que tomará el gobierno del presidente Gustavo Petro, en especial en lo relacionado con su gobernabilidad y la campaña anticipada por las presidenciales en la que se metió la Casa de Nariño, agitando las banderas de una constituyente y la poca maniobrabilidad que le quedó en el Congreso.
Restan dos años y cuatro meses para que se dé la sucesión del poder, pero mientras ese tiempo transcurre hay indicios del rumbo que puede tomar el país en medio de la cada vez más marcada polarización política.
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La derrota del Gobierno esta semana en el Congreso, donde no logró mayorías para aprobar su reforma a la salud, motivó el despliegue de una estrategia administrativa para aplicar los pilares de esa fallida iniciativa, que pasa, entre otras cosas, por la toma de varias EPS por parte del Estado.
Eso inició el 2 de abril. No pasó más de una hora desde que nueve de los 14 miembros de la Comisión Séptima del Senado votaron por hundir el proyecto de Petro, cuando se supo que la Superintendencia de Salud intervenía a la EPS Sanitas. Y 24 horas después hizo lo mismo con Nueva EPS, de carácter estatal. Pero en medio de eso, el jefe de Estado y el Pacto Histórico ventilaron con fuerza que detrás de la primera está un grupo español que supuestamente habría financiado campañas de varios de los legisladores de oposición.
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Todo se hizo bajo la supervisión directa del mandatario, quien a través de su equipo de apoyo siguió de cerca lo que pasó ese martes en el Congreso. Pero las decisiones no fueron improvisadas, sino que estaban listas desde hace varias semanas en un trabajo que se venía haciendo con el ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, junto a los asesores jurídicos del Ejecutivo para evitar que las medidas se puedan caer con los contrapesos que legalmente hacen entidades como la Procuraduría.
Y esa noche, cuando a modo de respiro la reforma pensional que aún sobrevive en el Capitolio esquivó la ponencia negativa con una votación de 49 votos en contra y 40 a favor en la plenaria del Senado, el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, notificó que la estrategia ya se había echado a andar.
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“El Gobierno, con la Constitución y las leyes vigentes, avanzará hasta donde legalmente podamos en la implementación de un modelo que privilegie la prevención y busque atender a todos los ciudadanos. Evidentemente, se necesita una reforma a la salud. ¿Cómo la construiremos? Este Gobierno persistirá”, precisó Velasco.
Pero en medio de todo eso se acrecentó un duro choque entre los poderes Legislativo y Ejecutivo, cuyas cabezas dedicaron al menos 72 horas a cruzarse dardos. Petro aseguró que los congresistas que se oponen a sus reformas responden a intereses de privados, algo similar a lo que dijo finalizando el semestre pasado, cuando acusó al Congreso de estar cooptado por el narcotráfico, lo que llevó a que el senador Iván Name (Alianza Verde) reiterara su exigencia, como líder del capitolio, a respetar su autonomía.
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“Petro está agravando algunas razones que no tienen fundamento para desbaratar nuestros modelos (…), con esa voz altisonante y con ese tono amenazante el país está enrutándose por una inconveniente relación de los poderes públicos”, le advirtió el presidente del Congreso al jefe de Estado.
La duda que surge en medio de esta tensión, que se suma al fantasma de una constituyente que hace tres semanas puso a andar el mandatario, está relacionada con el camino que adoptará Petro.
Así es la ruta que busca
Por un lado, varias voces alertaron que la Casa de Nariño entraría en una especie de radicalización de sus posturas y que, para potenciarla, haría más ajustes en su gabinete.
El Espectador estableció que entre jueves y viernes hubo varios movimientos en Palacio para analizar los perfiles de quienes deben entrar al Gobierno y, por supuesto, de los que deben salir. La intención de Petro —en lo cual Laura Sarabia, directora del DAPRE, lo está ayudando a aterrizar sus intenciones— es que lo rodeen personas al estilo de Gustavo Bolívar, director del Departamento de Prosperidad Social (DPS), y Alexánder López, jefe de Planeación Nacional, que están ideológicamente más comprometidos con el proyecto progresista.
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Lo que quiere el mandatario es que de su boca salgan los mensajes importantes, pero que su equipo los defienda con fuerza en todos los escenarios. De hecho, es parte de lo que viene motivando que, por ejemplo, Bolívar diga que usa sus redes en tiempos no laborales y que no dejará de hacerlo para defender al Gobierno. Eso es lo que busca el jefe de Estado en todo el gabinete.
Además, como lo reveló este diario hace tres semanas, cuando Petro notificó un viernes por la noche —desde una minga en Cali—, que Colombia debería andar hacia una constituyente debido a lo que él llama un bloqueo institucional que supuestamente le están intentando imponer, el tema se trató con pinzas por al menos ocho días para elegir el momento más adecuado de soltar semejante bomba. Eso coincide con las reuniones de las últimas 72 horas en Palacio, que buscan saber de qué forma se deben enfrentar estos 852 días que le quedan a la primera administración de izquierda, que busca poner sucesor en 2026.
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Por otro lado, otras fuentes del Gobierno dijeron que, si bien el presidente sí va hacia una defensa más férrea de sus intereses —y por eso quiere rodearse de gente más comprometida con el progresismo—, hay pasos que no están definidos. En efecto, desde los ministerios del Interior y de Justicia advirtieron que no es cierto que el jefe de Estado busque alternativas para decretar un estado de conmoción interior que le permita gobernar sin el control de otras ramas como la Legislativa, ni que quiera impulsar una constituyente por vía administrativa.
Sin embargo, legisladores como David Luna (Cambio Radical) y María Fernanda Cabal (Centro Democrático) mantuvieron la alerta ante la posibilidad de que decisiones de esa naturaleza sean adoptadas por la Casa de Nariño. Ahora bien, en el Ejecutivo se están abriendo canales con los cafeteros disidentes de la Federación de ese gremio, con el sector de la Nacional que entró en paro tras la polémica en torno a la elección de José Ismael Peña como rector y, entre otros frentes ya perfilados, con los llamados constantes a la movilización popular, como el que se viene el 9 de abril en conjunto con sindicatos y otros afines a Petro.
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Esa fecha es simbólica porque es el Día de las Víctimas y la Casa de Nariño quiere usarla para mostrar músculo popular, aupada además en el relato antioligarquía que esa fecha también representa por el asesinado de Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948.
La oposición tampoco está quieta y ya convocó a su movilización para el 21 de abril, 12 días después de la marcha petrista. Y en medio de todos los ruidos que se han generado en torno la supuesta radicalización del Gobierno, hay sectores que antes hicieron parte del Ejecutivo y ahora quieren marchar; uno de ellos sería el del exministro Alejandro Gaviria, quien tiene influencia en un sector de la salud que se opone al modelo que propone Petro.
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En este contexto, se analizan caminos para poder ejecutar con más fuerza los presupuestos de sus ministerios, ya que —según el senador Efraín Cepeda, presidente del Partido Conservador—, “en 12 sectores no se logró superar el 75 % de desembolso total y el promedio fue de 76,7 %”. En el último consejo de ministros, el mandatario fue explícito en ratificar la celeridad que quiere ver en la ejecución, pero también en que las inversiones deben ser acordes con su plan de gobierno.
Estas instrucciones van ligadas a los puentes que intentó tender con alcaldes de ciudades capitales y con algunos gobernadores, pues sabe que su proyecto político no ha despegado del todo en el ámbito regional y que en manos de estos mandatarios está gran parte de ese propósito. El jueves por la noche, los burgomaestres de Bogotá, Carlos Fernando Galán, y de Medellín, Federico “Fico” Gutiérrez, le expresaron en un cara a cara sus preocupaciones por lo que consideran intervenciones desmedidas en asuntos internos de sus ciudades, pero mostraron disponibilidad de diálogo.
Ahí en paralelo juegan frentes de polémica que tiene abiertos con regiones como Antioquia por la “vaca” que se impulsó en esa zona para financiar vías 4G, y con algunos departamentos de la región Caribe, donde los costos de la energía se han vuelto un eje de constante pelea.
(Petro dejó la incógnita del atrincheramiento o la búsqueda de acuerdos para el 2024)
En plata blanca, como el mismo Petro lo dijo, el famoso acuerdo nacional se volvió “carreta”, por lo que tuvo que cambiar la estrategia. Y aunque hay ítems de los que saca pecho, como la baja del dólar a precios que rondan los $3.800 o la inflación, que el viernes completó un año en descenso y cedió en marzo de 2024 hasta 7,36 %, entre otros aspectos, la comunicación de sus resultados aún es precaria; esto motivó, incluso, que se hicieran ajustes en su jefatura de comunicaciones y se le diera preponderancia al sistema de medios públicos agrupados en RTVC, donde se le encomendó a Hollman Morris la tarea de darle visibilidad a lo que se está haciendo.
Petro, el hombre que al parecer se siente mejor en modo campaña y degusta el escenario de la confrontación política —como lo demostró durante sus más de dos décadas de congresista—, seguirá subiendo los decibeles a sus discursos en estos dos años y cuatro meses que le quedan de mandato. Sus dardos irán por igual para la institucionalidad que no lo apoye como para la oposición que lo critique, pero sí analiza con lupa hasta dónde puede llegar para evitar que su proyecto se descarrile y lo deje sin opción de poner sucesor en el solio de Bolívar en el 2026. Y sus contradictores, por supuesto, ya se pusieron en guardia.
Diálogo con el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, sobre las apuestas del Gobierno:
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