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Las futbolistas profesionales no son más propensas a lesionarse durante la menstruación, pero las lesiones que sufren pueden ser más graves, lo que les obliga a estar tres veces más días fuera del campo, según revela una investigación que publicada Frontiers in Sports and Active Living.
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El ciclo menstrual es un proceso fisiológico clave en las mujeres: afecta al rendimiento, al control neuromuscular, al metabolismo y a la respuesta inmunitaria. En el caso de las deportistas profesionales, las fluctuaciones hormonales que se producen a lo largo del ciclo influyen en el riesgo de lesiones.
Ahora, investigadores de España y Reino Unido se han propuesto examinar si la menstruación determina la incidencia o la gravedad de las lesiones en las futbolistas profesionales.
“Los resultados mostraron que la incidencia global de lesiones durante la menstruación no difiere significativamente de la observada en el resto del ciclo. Sin embargo, las que ocurrían en este momento presentaron, en promedio, tres días más de baja que las que se producían en otras fases”, explica a SINC Eva Ferrer, especialista en medicina deportiva del Hospital Sant Joan de Déu y en salud femenina del Barça Innovation Hub de Barcelona, en España, y quien dirigió el estudio.
Pérdida de hierro e inflamación
Durante cuatro temporadas, desde 2019/20 hasta 2022/23, el equipo supervisó los datos del ciclo menstrual autoinformados por 33 futbolistas de élite que competían en la máxima categoría de la liga de fútbol femenino en España. Se incluyó a 11 jugadoras en las cuatro temporadas.
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Las jugadoras anotaron los días con sangrado y los días sin él, las únicas fases del ciclo menstrual que pueden identificarse de forma fiable sin análisis hormonales en sangre. Se contabilizaron 852 ciclos y 80 lesiones en las extremidades inferiores, 11 de ellas ocurridas durante las fases de sangrado
Los resultados mostraron que la carga de lesiones era significativamente mayor durante las fases de sangrado, lo que indica un mayor impacto de las lesiones que se producen durante la menstruación. Esas lesiones eran más graves y tardaban más en curarse.
Por ejemplo, la carga de las lesiones de tejidos blandos (en músculos, tendones y ligamentos) fue más de tres veces mayor cuando las lesiones se produjeron durante los días de sangrado en comparación con los días sin sangrado, con 684 frente a 206 días perdidos por cada 1 000 horas de entrenamiento, respectivamente.
Las lesiones son causadas por múltiples factores, y las influencias hormonales por sí solas no pueden entenderse como la única causa. “Los niveles hormonales pueden no causar la lesión, pero pueden influir en la gravedad de la misma y en el tiempo de recuperación”, señala Ferrer.
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Los niveles bajos de estrógeno pueden reducir la reparación muscular y aumentar la fatiga, el dolor y el sueño, lo que puede alterar el control neuromuscular. Del mismo modo, la pérdida de hierro puede reducir la resistencia y ralentizar la recuperación, y la inflamación, que puede aumentar durante la menstruación, puede causar un mayor daño tisular cuando se produce.
“Aun así, la investigadora reconoce que, dado que no se cuantificaron biomarcadores hormonales, niveles de hierro u otros indicadores fisiológicos en este estudio, las posibles explicaciones siguen siendo especulativas. Estas hipótesis habrá que confirmarlas con investigaciones diseñadas específicamente para evaluar estos factores”, apunta.
¿Tiene algo que ver la menopausia con el rendimiento deportivo?
El ciclo menstrual afecta al rendimiento deportivo, pero también la menopausia. Así lo revela un estudio que también fue publicado esta semana en la revista PLOS One, en el que cuatro de cada cinco atletas encuestadas informaron agotamiento físico y mental debido a la menopausia, y un tercio informó de efectos negativos en el entrenamiento deportivo.
El equipo científico, liderado por la Universidad Old Dominion (EE UU), encuestó a 187 mujeres corredoras, ciclistas, nadadoras y triatletas de entre 40 y 60 años que practicaban su deporte al menos tres días a la semana durante un total de tres horas semanales como mínimo.
Los síntomas que se percibían como más negativos para el entrenamiento y el rendimiento eran las molestias articulares y musculares, el aumento de peso, los problemas de sueño y el agotamiento físico y mental. El 97 % de las mujeres con molestias articulares y musculoesqueléticas informaron de un efecto negativo en el entrenamiento.
Programas de entrenamiento, según el ciclo menstrual
Eva Ferrer, del Barça Innovation Hub de Barcelona, señala que los entrenamientos se pueden ajustar a las fases del ciclo menstrual y la menopausia.
“Los ajustes deberán ser siempre individuales y tener un carácter específico para cada mujer. Se debe tener en cuenta no solo el perfil hormonal (siempre y cuando se tengan datos concretos) sino otros factores como la sintomatología, la tolerancia a la carga o la capacidad de recuperación”, señala.
Según Ferrer, los resultados también son útiles fuera del deporte profesional. Las mujeres que practican ejercicio pueden emplearlos para ajustar sus programas de entrenamiento a las fases del ciclo menstrual. No es necesario evitar la actividad durante el periodo, pero sí adaptarla cuando sea preciso. Llevar un registro del ciclo y de los síntomas ayuda a orientar la intensidad y las estrategias de recuperación”, subraya.
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