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Durante el primer año de la pandemia, y gran parte del segundo, las personas mayores se vieron afectadas por los efectos colaterales de las decisiones que se tomaron para contrarrestarla. El riesgo a tener una enfermedad más grave, y la alta probabilidad de muerte tras la infección por covid-19, promovieron el aislamiento y la pérdida de actividades de bienestar, o de atención social y médica de este grupo poblacional. (En contexto: Personas mayores, sin protocolo de salida)
El aislamiento, que fue más estricto y prolongado para la población mayor en gran parte del mundo, pudo generar también un deterioro en su bienestar y en su salud física y mental.
Un estudio publicado en la revista JAMA Psychiatry analizó los cambios inmediatos y a largo plazo en la salud mental y el bienestar de las personas mayores en Inglaterra durante la pandemia de covid-19. De acuerdo con los autores, hubo un incremento en la prevalencia de síntomas depresivos clínicamente significativos en este grupo de población. (Le recomendamos: Colombia, los desafíos de un país que envejece)
En términos generales, la investigación buscaba dar cuenta de cómo cambió la salud mental y el bienestar de las personas mayores durante la pandemia, en comparación con niveles prepandémicos. Para eso, se analizaron datos de 5.146 personas mayores que hacían parte del Estudio Longitudinal de Envejecimiento de Reino Unido, y que habían entregado información antes de la pandemia y durante la misma, con dos reportes en 2020. Uno entre junio y julio, y otro entre noviembre y diciembre del mismo año.
Se encontró que los niveles de depresión, soledad y pérdida de calidad de vida aumentaron significativamente durante junio y julio de 2020 en comparación con los niveles prepandémicos, y que continuaron deteriorándose durante la segunda cuarentena nacional, que se llevó a cabo entre noviembre y diciembre de 2020 en Inglaterra. A la par aumentaron los síntomas de ansiedad desde junio y julio de 2020 a noviembre y diciembre de 2020. (Le puede interesar: ¿Y si les paramos bolas a los viejos?)
Según la investigación, se observó un incremento en la prevalencia de síntomas depresivos clínicamente significativos, pasando del 12,5% antes de la pandemia de covid-19, hasta un 22,6 % y un 28,4% entre junio y julio y noviembre y diciembre del 2020, respectivamente.
Este incremento, afirman los autores, estuvo acompañado por el aumento de la soledad y una pérdida de las condiciones de calidad de vida. Entre los resultados se destaca que, desde mitad del 2020 hasta finales del mismo año, la prevalencia de la ansiedad en las personas mayores analizadas pasó de 9,4% al 10,9%. Los cambios más dramáticos se evidenciaron en mujeres y personas mayores sin compañía.
“Las personas mayores no se adaptaron bien a los nuevos factores psicosociales estresantes introducidos por la pandemia”, escribieron los autores del artículo. En consecuencia, agregaron, “deben existir políticas para la provisión inmediata de intervenciones psicológicas específicas para apoyar a las personas mayores, y debe mejorarse el acceso a los servicios digitales de salud mental”.
“Teniendo en cuenta que la crisis por el covid-19 se extenderá más allá del 2020, se necesita poner atención a la salud mental de las personas mayores y planear servicios de apoyo social y de salud a medida que el contacto se vuelve más factible”, concluyeron los autores.