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En estudio publicado en la revista Animal Cognition, un grupo de investigadores ingleses detalló los resultados de un curioso experimento, en el que quiso saber si las tortugas de patas rojas también tienen estados de ánimo. Para averiguarlo, diseñaron unas pruebas que usan la respuesta ante situaciones ambiguas como una ventana a la mente de estos animales.
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Hasta ahora, la ciencia tenía pocas certezas sobre si los reptiles experimentan emociones más allá de reacciones inmediatas al placer o al dolor. Por eso, los autores del estudio aseguran que este trabajo abre una puerta para comprender mejor a estas especies, e incluso podría aplicarse a otros reptiles.
“Sabíamos que podían responder tanto a cosas positivas como desagradables. Pero los estados de ánimo a largo plazo son realmente importantes”, le dijo a The New York Times Oliver Burman, experto en comportamiento animal en la Universidad de Lincoln y uno de los líderes de la investigación.
Para poner a prueba esa hipótesis, los investigadores recurrieron a lo que se conoce como pruebas de sesgo cognitivo, que buscan medir cómo los atajos mentales influyen en las decisiones. Un ejemplo simple para entenderlo es que cuando alguien está de buen humor suele ser más optimista frente a lo incierto; en cambio, cuando predomina el mal humor, la balanza se inclina hacia el pesimismo.
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Con esa idea en mente, los científicos diseñaron una dinámica para las tortugas. Cada uno de los 15 ejemplares fue puesto en un recinto con dos recipientes vacíos. Si se acercaba a uno de ellos, recibía una porción de rúcula, su golosina favorita. Si elegía el otro, no obtenía nada.
Después de que aprendieron a distinguir cuál era, aparecieron tres recipientes más, ubicados en puntos intermedios. La rapidez con la que cada tortuga se acercaba a estos nuevos lugares, colocados en posiciones ambiguas, se convirtió en la clave para evaluar su estado emocional.
Después, durante dos semanas, cada ejemplar fue expuesto a objetos desconocidos y se los colocó en recintos con paredes y suelos cubiertos de patrones que jamás habían visto.
“Estas modificaciones provocan ansiedad en las tortugas, pero las más optimistas en la prueba anterior mostraron la menor ansiedad en esta”, señala el estudio. El comportamiento fue claro, pues las tortugas relajadas extendían la cabeza, mientras que las ansiosas la retraían.
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A los ojos de los investigadores, los hallazgos son contundentes, porque “amplían significativamente el conocimiento actual sobre la capacidad de los reptiles para experimentar estados de ánimo”.
La noticia, sin embargo, generó un debate. En un grupo de Facebook sobre reptiles y anfibios, como reseñó The New York Times, algunos usuarios se mostraron decepcionados y dijeron que los científicos solo habían confirmado lo que los dueños de mascotas ya sabían.
Pero, como recordó al medio estadounidense Gordon Burghardt, psicólogo comparativo de la Universidad de Tennessee y pionero en el estudio de la inteligencia reptil, lo novedoso es la evidencia empírica. “La evidencia experimental es importante”, subrayó.
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