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¿Cómo el running se volvió ritual diario para muchos citadinos? Aquí le contamos

Cada amanecer, las calles se llenan de pasos que parecen seguir un mismo pulso. ¿Qué hace que correr se haya convertido en el nuevo ritual diario de la vida urbana?

Diego Alejandro Suárez Guerrero
31 de octubre de 2025 - 09:30 p. m.
Entre parques, cerros y avenidas arboladas, los corredores han encontrado una nueva manera de apropiarse del territorio, demostrando que incluso en medio del concreto es posible hallar un respiro verde.
Entre parques, cerros y avenidas arboladas, los corredores han encontrado una nueva manera de apropiarse del territorio, demostrando que incluso en medio del concreto es posible hallar un respiro verde.
Foto: Instituto Distrital de Bogota
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En las grandes ciudades, la práctica diaria de correr ya no es solo un ejercicio físico: se ha convertido en un ritual urbano que marca los ritmos de la mañana o acompaña la despedida del día para muchos habitantes. En calles, avenidas y parques, decenas de miles de personas ajustan sus zapatillas antes del amanecer o al caer la tarde, como si cuidaran tanto su salud como su espacio de pertenencia dentro de la urbe. Esa necesidad de moverse, de respirar, de conquistar un kilómetro más, se mezcla con la rutina: salir a correr se transforma casi en un contrato silencioso entre el individuo y el contexto urbano.

Al mismo tiempo, ese ritual refleja un cambio cultural: la ciudad ya no es solo el lugar donde se trabaja o se duerme, también es el escenario en el que se construye bienestar físico y mental. Para muchos citadinos, el running se vuelve una especie de terapia, una forma de reconectar con el cuerpo en medio del concreto, de reivindicar el tiempo propio antes de que el tráfico y las pantallas lo devoren. Es en ese flujo —zapatillas contra asfalto, respiraciones profundas, manchas de sudor bajo la luz urbana— donde emerge una nueva forma de interacción entre persona y ciudad.

Según Javier Salazar, psicólogo deportivo y entrenador de grupos urbanos en Fortaleza CEIF, “la carrera cotidiana ha dejado de ser solo un entrenamiento; para muchos, se ha convertido en un ritual que señala que el día empieza o termina de forma intencionada”. En complemento, Marta López, urbanista y especialista en movilidad urbana del Instituto Distrital de Recreación y Deporte, plantea que “las ciudades modernas están invitando a correr: los parques, las orillas de los ríos y los corredores verdes se han vuelto parte del equipamiento cotidiano, y eso modifica el comportamiento”.

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Para entender mejor este fenómeno, cabe considerar el estudio más reciente sobre la motivación de los corredores urbanos. Se trata de Motivations for Long-Distance Running in the Context of Sustainable Urban Lifestyle: A Case Study of Poznań, publicado en 2025 en la revista Social Sciences.

El estudio se basó en una muestra de 1.505 participantes del maratón y medio maratón de la ciudad de Poznań (Polonia). Los investigadores aplicaron la escala Motivations of Marathoners Scale (MOMS), adaptada al idioma polaco, mediante una encuesta en línea. El análisis utilizó estadística descriptiva, pruebas t, ANOVA y MANOVA para explorar diferencias según género, nivel educativo, lugar de residencia e índice de masa corporal (IMC) de los participantes.

Estos son los resultados más evidentes

  • Las motivaciones más altas fueron el logro personal y la orientación a la salud.
  • Las motivaciones con menor valoración fueron el reconocimiento y la afiliación social.
  • Las mujeres reportaron una orientación significativamente mayor hacia la salud y una motivación más alta por el control del peso.
  • Los hombres tendieron a dar mayor valor a la competencia.
  • El nivel educativo y el lugar de residencia (pueblo, ciudad pequeña o ciudad grande) no mostraron diferencias estadísticamente significativas en las motivaciones.
  • Solo el IMC se correlacionó de forma significativa con la motivación de control del peso (r ≈ 0,55; p < 0,001): las personas con IMC más alto tenían mayor motivación por ese factor.

Este estudio aporta evidencia clara de que, para los corredores urbanos, el impulso no es tanto el reconocimiento social o formar parte de un grupo, sino la salud, el logro personal y el sentido de rutina en la ciudad. “Cuando alguien se calza las zapatillas a las cinco de la mañana, lo que está haciendo no es solo correr; está afirmando que su ciudad le pertenece, aunque sea por unos kilómetros”, señala Salazar.

Desde la perspectiva de López, la ciudad juega un papel clave, pues “las condiciones urbanas —accesibilidad a corredores, iluminación, vegetación, rutas seguras— transforman la carrera en una experiencia cotidiana posible”. En efecto, correr deja de ser un lujo o una actividad ocasional y se convierte en parte integral del tejido urbano, casi tan esencial como desplazarse al trabajo o encontrarse con amigos.

En definitiva, ese ritual del running en la ciudad refleja una transformación cultural: los citadinos buscan rutinas que les garanticen tiempo propio, salud, logro tangible y una conexión con el entorno urbano. Las evidencias científicas apuntan a que correr ya no es solo deporte: es un lenguaje urbano de pertenencia, autodisciplina y bienestar.

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Diego Alejandro Suárez Guerrero

Por Diego Alejandro Suárez Guerrero

Comunicador social y periodista de la Universidad Externado de Colombia, con énfasis en comunicación creativa y medios emergentes.dasuarez@elespectador.com

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