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Motos, movilidad riesgosa, pero necesaria ¿estigmatización?

El caos que vivió Bogotá esta semana por cuenta de la restricciones del Distrito a la circulación de motos plantea la pregunta de cómo regular para proteger, sin afectar a los que dependen de este vehículo.

Alexánder Marín Correa y Juan Camilo Parra

31 de octubre de 2025 - 08:30 p. m.
Al menos un millón de bogotanos tuvieron dificultades para llegar a sus destinos esta semana a causa de las manifestaciones encabezadas por los conductores de moto en la capital.
Foto: Mauricio Alvarado Lozada
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Las motocicletas han crecido de forma exponencial en las últimas décadas y con 13 millones representan el 63% de los vehículos en el país. Solo en Bogotá pasaron de ser 111.626 en 2007 a 469.000 en 2024 (sin contar las matriculadas en los municipios de la sabana, con lo que la cifra podría superar el millón). El asunto es que, a diferencia de otros países, donde este vehículo es más recreativo, en Colombia no es un lujo, sino una herramienta esencial de trabajo y transporte, especialmente en la sabana donde es evidente su crecimiento.

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Mientras en Bogotá la proporción es de una moto por cada 16 capitalinos, en Funza, con 80.000 habitantes, hay 332.806 motos matriculadas, es decir, hay cuatro motos por cada ciudadano, sin importar si es recién nacido o de la tercera edad. Solo en 2023 registraron 47.600 motos. Algo similar ocurre en Ricaurte, con 10.000 habitantes y 33.000 motos; en El Rosal, con 17.000 pobladores y 41.000 motos; en Cota, con 25.000 habitantes y 37.000 motos, o en La Calera, con 28.000 habitantes y 35.000 motos.

Domiciliarios, estudiantes, amas de casa y trabajadores de aplicación son el grueso de sus usuarios y, si bien la imprudencia de algunos y el deterioró de la infraestructura hacen que este actor vial sea protagonista de los siniestros viales, la necesidad supera cualquier consideración. De ahí que cualquier medida se debe calcular con tino, pues afecta a miles de hogares y desata una furia que puede hacer colapsar cualquier ciudad en el país.

Como se vivió esta semana en Bogotá, donde los motociclistas desataron el caos en la ciudad el jueves y el viernes. Protestaron contra la medida del alcalde Carlos Fernando Galán, de prohibir durante el puente festivo su tránsito con acompañante (parrillero) y la circulación nocturna en 20 corredores. ¿La justificación? evitar alteraciones al orden público, por las caravanas de Halloween, y reducir la accidentalidad, que se dispara para esta época.

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El Decreto que se conoció en la noche del miércoles tomó a la ciudad por sorpresa, pues no hubo socialización. Solo la orden y ya. Eso, sumado a que los motociclistas vienen considerando cada decisión de la administración contra el gremio como arbitraria, calentó el ambiente y se volcaron a las calles.

“Las restricciones que puso la alcaldía son una barbaridad. Atentan contra los derechos de la movilidad de nosotros como ciudadanos. Compramos motos, pagamos impuestos, pagamos seguridad y no nos dejan transportarnos en nuestros vehículos”, dijo Alejandro Ramírez, conocido como “el profe de Picaminosos”, vocero de la agremiación.

Los otros afectados

Por unos cuantos, que generan desorden, terminaron pagando todos los que dependen de este vehículo para ir a trabajar, a estudiar, para transportar a sus familiares. El perfil de los afectados es claro: según la Cámara de la Industria de Motocicletas de la ANDI, el 91% de quienes compran estos vehículos pertenecen a los estratos 1,2 y 3; lo hacen casi por igual hombres y mujeres (49%-51%); la mayoría son técnicos (41%), seguidos por universitarios (30 %), y bachilleres (27%), y el casi el 34% lo hace para trabajar.

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Pese a las protestas, el Distrito no cedió y la medida se mantuvo, así como la fractura en la relación que tiene la actual administración con el gremio de los motociclistas, que llevan meses buscando acercamientos con el alcalde Galán, para manifestar su inconformidad con algunas políticas de movilidad. Por esta razón, desde ya, anuncian que se vienen nuevas protestas e, incluso, apoyar el proceso de revocatoria en curso contra el mandatario Distrital. Dicen sentirse excluidos, sin considerar el grueso de la población que afectan con cada decisión.

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Juan David Alonso, instructor de conducción y creador de contenido enfocado en seguridad vial, señaló: “Si esto viene de un récord de accidentalidad, por supuesto debió haberse hecho una sensibilización anterior al decreto. Básicamente, cogió a muchas personas que no son de redes sociales, no son de grupos moteros, que no son personas que todo el tiempo estén pendientes a las noticias y fueron sorprendidos al otro día llevando a sus hijos, a sus esposas, a sus hermanos”

Sin embargo, hay cosas que no se pueden desconocer: los motociclistas son el actor vial que más aporta a las cifras de accidentalidad y muertes en las vías. En lo corrido del año, de 459 muertos en accidentes de tránsito en Bogotá, 208 han sido usuarios de motocicletas. Si a esto se suma la muerte de 88 peatones y seis ciclistas arrollados por motocicletas, se tiene que en el 65% de las fatalidades está involucrado una moto. La falta de pericia, la imprudencia y el poco respeto por las señales de tránsito obligan a mayores controles si se quiere corregir la situación. ¿Cómo lograr un equilibrio?

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José Stalin, director del Observatorio de Movilidad de la U. Nacional, da algo de contexto: “el sector de motociclistas es bastante heterogéneo. Hay gente que cumple la norma y gente indisciplinada. La motocicleta la utilizan como medio de trabajo, pero es necesario decir que es el actor vial donde hay mayores involucrados en los accidentes y muertes en la vía. Esta situación hace que por unos con malos comportamientos paguen todos los motociclistas en la ciudad”.

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“Sabemos que hay motociclistas que son imprudentes, que en las rodadas andan sin casco, que se suben a los andenes, pero no podemos generalizar. Por culpa de esas personas no podemos decir que quien recoge a su hija en el colegio ya no la puede hacer, o que el que lleva a la señora esposa tampoco, porque pusieron la restricción. Entonces, existe una estigmatización hacia los motociclistas muy reprochable”, cuestiona Cristian (prefiere no dar su apellido), a quien conocen como Piro y es vocero de un grupo que reúne a casi 1.200 domiciliarios.

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Aunque la medida se planteó solo por el puente festivo en Bogotá (otras ciudades capitales descartaron esa opción), limitar la circulación de moto se ha vuelto una medida recurrente en la capital, bajo el argumento de la seguridad, como si fuera la única solución, sin tener en cuenta que, según la Encuesta Nacional de Calidad de Vida del DANE, en Colombia, más de una cuarta parte de los hogares cuenta con una motocicleta, lo que refleja la presencia de este vehículo en el día a día.

Iván García, director de la Cámara de la Industria de Motocicletas de la Andi, en un artículo para El Espectador, indicó que la moto se ha consolidado como el segundo medio de transporte más utilizado para ir al trabajo en áreas urbanas, solo después de caminar. En los entornos rurales, la alta demanda responde a la limitada oferta de transporte público y a la congestión vehicular. Sin embargo, García advierte que la tenencia disminuye a medida que aumenta el estrato socioeconómico, pues cerca del 90% de los hogares con motocicleta pertenecen a estratos bajos o medios-bajos.

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Entonces, ¿se justificaba la medida que tomó la alcaldía de Bogotá? “Este es un tema complejo, donde hay situaciones diversas, desde moteros que organizan caravanas de Halloween donde hay actitudes de riesgo, exceso de velocidad y consumo de sustancias, hasta trabajadores y estudiantes que dependen de la moto para volver al hogar y operadores de servicios de plataformas no autorizadas. El riesgo excesivo de este fin de semana ha sido demostrado en los años anteriores y las restricciones buscan mitigarlo (circulación nocturna en corredores principales y parrillero en toda la ciudad). En eso hay una intención positiva”, dice Darío Hidalgo, experto en movilidad.

Y agrega: “El fuerte rechazo está liderado por asociaciones y grupos que no necesariamente buscan proteger el interés de los más afectados (estudiantes y trabajadores) sino también de afiliados a plataformas y grupos que organizan caravanas. Hay interés de fortalecer liderazgos políticos. También apoyo de oposición al alcalde desde el Concejo, con eco en el Gobierno Nacional. Creo que la medida temporal no tenía mucha posibilidad de lograrse a través de diálogo. L

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a medida de restricción nocturna en corredores principales puede parecer excesiva, pero no se afecta a los 800 mil viajes diarios de motociclistas sino a una fracción (máximo 50 mil trabajadores y estudiantes que regresan a su hogar después de 8 pm). Por unos días el pedido es a usar otros modos, pero perciben que su única opción es la moto. Los bloqueos y actitudes agresivas frente a autoridades son inaceptables. Afectan a la mayoría por un interés de grupo limitado”.

Sobre cómo mantener un equilibrio entre controlar, sin afectar a los que más dependen de este vehículo, Hidalgo señala que no es un equilibrio sencillo y se mezclan otros usos de la moto. “Ningún modo es necesario, cada modo es conveniente de acuerdo con las condiciones y preferencias de las personas. La moto es muy atractiva por agilidad y economía, pero no es la única opción de desplazamiento. La medida es temporal por condiciones especiales este fin de semana.

A futuro, aunque sea difícil, es necesario discutir restricciones o contribuciones, por circular que deben incluir las motos. Sin desincentivos y sin oferta alternativa de transporte público seguirán creciendo sin control. Y con ello las muertes viales, el ruido, la contaminación y el desorden urbano. También parece necesario reconocer liderazgos entre los motociclistas, pero tratar de evitar que su interés de grupo minoritario pero creciente se imponga sobre los intereses de las mayorías”.

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El debate seguirá hasta que las autoridades y el gremio de las motos encuentren un punto medio en el que se logre una regulación que vele por el derecho y la seguridad de la ciudadanía, pero también con decisiones que no generalicen a miles de otras personas que sí hacen buen uso de este medio de transporte. Por ahora, el pulso seguirá vigente entre la administración local y miles de personas que, ante la falta de diálogo y puntos medios, terminarán por perjudicar a cientos de miles de capitalinos que, como esta semana, vieron truncadas sus actividades diarias por una polémica que solo puede resolverse con diálogo, buena gestión y pedagogía.

Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.

Por Alexánder Marín Correa

Periodista con experiencia en periodismo judicial, investigación, local y de datos. Actualmente editor de la sección Bogotá, del diario El Espectador y asociado de Consejo de Redacción (CdR), organización que promueve el periodismo de investigación en Colombia. @alexmarin55Jamarin@elespectador.com

Por Juan Camilo Parra

Periodista egresado de la Universidad Externado de colombia con experiencia en cubrimiento de orden público en Bogotá.jparra@elespectador.com
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