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La Luna podría influir en el ciclo menstrual, pero la evidencia sigue en debate

Un nuevo estudio sugiere que los ciclos menstruales pueden sincronizarse con los ritmos lunares, aunque los científicos advierten que la evidencia no es concluyente.

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24 de septiembre de 2025 - 09:14 p. m.
 Estudios más recientes, basados en aplicaciones móviles que recopilan millones de datos, no encontraron correlaciones claras entre la menstruación y el ciclo lunar.
Estudios más recientes, basados en aplicaciones móviles que recopilan millones de datos, no encontraron correlaciones claras entre la menstruación y el ciclo lunar.
Foto: Getty Images
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En la naturaleza, algunos animales acuáticos y terrestres coordinan su reproducción con el ciclo de la Luna, el satélite natural de la Tierra. Se cree que esto les da más probabilidades de éxito, pues sincronizan su comportamiento con momentos en que la luz o las mareas favorecen la supervivencia. En este sentido, el ciclo menstrual humano llama la atención porque dura, en promedio, 29,5 días, casi lo mismo que un ciclo lunar. Desde hace varias décadas, algunos estudios sugieren que podría existir una relación entre ambos.

Por ejemplo, investigaciones realizadas en universidades de Estados Unidos entre los años setenta y ochenta encontraron que mujeres con ciclos cercanos a 29,5 días menstruaban alrededor de la luna llena y, por tanto, probablemente ovulaban en luna nueva.

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Un estudio posterior en China con más de 800 participantes mostró algo parecido: casi un tercio de las menstruaciones coincidía con la luna nueva, mientras que en otras fases del mes lunar esa proporción era mucho menor. Estos resultados dieron fuerza a la hipótesis de que la Luna podía actuar como una especie de “reloj natural” para la fertilidad humana.

Más recientemente, un seguimiento de más de 30 años a 22 mujeres reveló que, aunque la duración del ciclo cambia con la edad, la menstruación tendía a coincidir con la luna llena o la luna nueva cuando el ciclo era de 29,5 días. Los datos mostraron entonces incluso un patrón bimodal: había dos momentos destacados de mayor probabilidad de menstruación, justo antes de la luna llena y antes de la luna nueva, se leía en la investigación. Otro gran estudio epidemiológico en Europa y Norteamérica, con decenas de miles de ciclos analizados, confirmó esta idea, aunque con ligeras diferencias entre continentes.

Sin embargo, no todas las investigaciones apuntan en la misma dirección. Estudios más recientes, basados en aplicaciones móviles que recopilan millones de datos, no encontraron correlaciones claras entre la menstruación y el ciclo lunar. Este contraste ha generado escepticismo en la comunidad científica sobre la influencia de la Luna en los humanos.

Una nueva investigación publicada en Science ha aportado nuevos elementos a ese debate. Los investigadores analizaron los registros de menstruación de 176 mujeres que vivían en el hemisferio norte y que habían llevado un seguimiento de sus ciclos durante al menos dos años sin usar anticonceptivos. Para estudiar la relación con la Luna, cruzaron estas fechas con datos astronómicos oficiales que incluían fases lunares, perigeo y apogeo, así como las llamadas “paradas lunares”. Con esa información construyeron gráficos (“mensogramas”) que mostraban cuándo coincidían los inicios de la menstruación con diferentes fases de la Luna. Después, definieron sincronía cuando una mujer menstruaba en la misma fase lunar durante cuatro meses consecutivos y confirmaron los patrones con análisis estadísticos.

Finalmente, compararon los resultados en distintos contextos: antes y después del 2010 (con el aumento de la luz artificial nocturna), en los meses de invierno y durante las paradas lunares. Todo esto permitió evaluar si los ciclos menstruales humanos muestran vínculos con los ciclos lunares y cómo las condiciones de la vida moderna influyen en esa relación. (Puede ver: Deuda con los hospitales y clínicas de llegó a los $24 billones)

¿Qué encontraron?

Los investigadores plantean que el ciclo menstrual humano cumple varios criterios de lo que se conoce como un reloj circalunar, es decir, un reloj biológico que se sincroniza con los ritmos de la Luna. Aunque reconocen que no puede demostrarse en condiciones experimentales perfectas —como mantener a mujeres durante años sin variaciones ambientales—, sus datos sugieren que el ciclo menstrual de ellas funciona como un oscilador biológico propio, capaz de ajustarse a los ciclos lunares.

El hallazgo más sólido del estudio es que el ciclo menstrual tiende a alinearse con el mes sinódico —el tiempo que transcurre entre una luna nueva y la siguiente, unos 29,5 días—. Sin embargo, esta sincronía no es estable: puede mantenerse durante algunos meses o pocos años y luego desaparecer. Aun así, el hecho de que en ciertos periodos los ciclos menstruales coincidan con las fases de la Luna indica que el reloj biológico interno de las mujeres responde, al menos en parte, a señales externas. Estas señales, conocidas como zeitgebers, son estímulos ambientales que influyen en nuestros ritmos naturales, como la luz o la gravedad lunar. (Vea: ¿Cuánto vale afiliarse a la EPS como independiente?)

Un factor clave es la luz artificial nocturna. Según los autores, antes de 2010, cuando la contaminación lumínica era menor, se veía mayor sincronía entre menstruación y fases de la Luna. Con el uso masivo de pantallas y bombillas LED, esa relación se debilitó.

La luz en la noche acorta el ciclo menstrual, dificultando que se mantenga cercano a los 29,5 días del ciclo lunar, mientras que al mismo tiempo alarga el reloj circadiano del sueño.

Otro hallazgo interesante es el posible papel de la gravedad. Los investigadores observaron que en enero —cuando la Tierra está más cerca del Sol, en lo que se conoce como perihelio— las fuerzas combinadas del Sol y la Luna son más intensas. Justo en ese periodo se registró una mayor coincidencia entre la menstruación y las fases de luna nueva y luna llena. Además, al analizar ciclos más largos de 18,6 años, llamados standstills lunares, también aparecieron patrones de sincronización más evidentes. Esto apunta a que la gravedad, al igual que la luz, podría funcionar como una señal externa que influye en el organismo humano, de manera parecida a cómo regula otros ritmos en la naturaleza.

La investigación tiene importantes limitaciones: es casi imposible separar el efecto real de la Luna sobre el ciclo menstrual de todas las demás variables que influyen en la vida diaria.

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Es así porque el ciclo menstrual no depende solo de la biología interna: también lo afectan el estrés, la alimentación, el ejercicio, los horarios de sueño, la exposición a la luz artificial, los viajes, los cambios hormonales, entre muchos otros factores. Entonces, si una mujer sigue con su vida normal, esos elementos pueden enmascarar o incluso imitar cualquier efecto de la Luna. Para probarlo con rigor habría que aislar a las participantes en condiciones controladas, como un búnker sin acceso a luz natural ni artificial, sin cambios externos, y medir durante un mes o más. Solo así se podría comprobar si el ciclo menstrual se ajusta por sí mismo a las fases de la Luna, sin interferencias.

Además, los efectos de la gravedad —más allá de los obvios, como mantenernos en la Tierra— sobre el comportamiento humano y los procesos biológicos son todavía muy debatidos en la comunidad científica. La ciencia reconoce que la gravedad lunar y solar influye claramente en fenómenos como las mareas oceánicas o los ritmos de algunos animales marinos, pero trasladar eso directamente al cuerpo humano es mucho más complejo.

Hay indicios sugerentes, pero todavía no hay pruebas sólidas.

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