“No queremos una paz de 15 días”: Buenaventura exige a bandas criminales frenar la violencia

Luego de ocho años del histórico paro cívico de 2017, los habitantes del puerto volvieron a salir a las calles para alertar por la crisis de inseguridad. Colombia+20 estuvo en la movilización. ¿Qué piden las comunidades?

Julián Ríos Monroy
11 de abril de 2025 - 01:35 p. m.
El asesinato del futbolista Vladimir Bravo, de 24 años, desencadenó la reacción de las comunidades.
El asesinato del futbolista Vladimir Bravo, de 24 años, desencadenó la reacción de las comunidades.
Foto: Gustavo Torrijos Zuluaga
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El sonido de los tambores, los gritos y los murmullos se detuvo en seco. Por un minuto, todos los manifestantes se quedaron en silencio para rendirle un homenaje a la memoria de sus familiares, amigos, vecinos, los seres queridos que han caído en esta guerra urbana con la que ya no saben cómo luchar. Cuando los 60 segundos terminaron, el pueblo rompió en un aplauso para sus muertos y las arengas volvieron a comenzar. Para ese punto, todos estaban empapados. El aguacero no se detuvo en toda la tarde, pero aun así el pueblo salió a marchar durante dos horas por la avenida Simón Bolívar, la principal autopista que comunica a la ciudad con Cali.

“Lo que queremos es decirle al mundo que Buenaventura se cansó de la violencia, se cansó de la extorsión. Estamos mojados, sí, pero vamos a encender la luz por la paz de Buenaventura. Hasta con lluvia vamos a encender las velas”, dijo uno de los organizadores.

¿Qué hay detrás de las marchas?

Las razones para movilizarse sobran en el puerto marítimo más grande del país. Solo en el primer trimestre del año se registraron 50 homicidios. En las últimas dos semanas la zozobra ha sido la constante: nadie quiere estar en las calles de los barrios después de las seis de la tarde, los taxistas se niegan a llegar a algunas zonas de la ciudad y las madres temen que sus hijos no vuelvan a casa.

“Hay mucha preocupación, incluso hay personas que se están desplazando, por eso decidimos salir a las calles para mostrar nuestro rechazo a la violencia y nuestra exigencia para que nos dejen vivir en paz. No una paz de 15 días o un mes, sino una de verdad. Queremos que la ciudad salga de este momento de oscuridad”, aseguró Martín Álvarez, periodista local y promotor de la movilización.

Varios de los pobladores con los que habló el equipo periodístico de Colombia+20 aseguran que no habían visto una situación de violencia tan grave desde hace décadas. A la sombra de esta crisis están Los Shottas y los Espartanos, las dos bandas urbanas más grandes de la ciudad, que aunque están sentadas en una mesa de diálogos con el gobierno Petro, no han frenado su impacto contra las comunidades.

De hecho, la zozobra arreció desde el pasado 5 de febrero, cuando terminó formalmente la tregua entre las dos estructuras. Y aunque esta semana un vocero aseguró que las bandas habían acordado parar la confrontación, los pobladores son escépticos y temen que todo empeore.

“Las bandas tienen que desplegar confianza. Este pueblo les está pidiendo la paz, que cesen las hostilidades. Cuando ellos paran, Buenaventura se calma en muchos delitos”, le dijo a este diario monseñor Rubén Darío Jaramillo, obispo de la ciudad.

Por eso los manifestantes le piden al Gobierno Nacional tomar medidas urgentes y estructurales para cambiar la realidad de Buenaventura. En medio del plantón que siguió a la marcha, los bonaverenses le enviaron al ministro de Defensa, Pedro Sánchez, un mensaje que se convirtió en arenga: “Ministro, queremos paz”.

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Uno de los factores que desencadenaron la reacción de las comunidades fue el homicidio del joven futbolista Vladimir Bravo Núñez el pasado 30 de marzo. “Vlacho”, como lo llamaban, tenía 24 años, y fue asesinado a tiros mientras compraba una salchipapa. “Era un muchacho de bien, que no le hacía daño a nadie, que nos alegraba la vida a todos. Esa muerte nos mostró que cualquiera estaba en riesgo. Mañana puedes ser tú o tu hijo”, contó una persona que conocía a Bravo desde niño.

Además del rechazo a la violencia, uno de los llamados más recurrentes es que se cumplan los compromisos pactados durante el paro cívico de 2017. Aunque en esa ocasión se pactaron 176 compromisos y se acordó un Plan Integral Especial para el Desarrollo de Buenaventura (PIEDB), ocho años después varias de las promesas siguen sin materializarse. Esos incumplimientos, además de alimentar los ciclos de violencia y el abandono estatal, han generado rupturas entre las organizaciones sociales.

Una movilización convocada por periodistas

Ante los desencuentros, y en lo que se puede considerar una convocatoria poco común, la movilización de ayer fue promovida por periodistas y comunicadores locales.

“Había varias organizaciones proponiendo protestas o actividades, pero se planteó la necesidad de que una organización sin tintes políticos y que pudiera unificar estuviera al frente. Acá no se trata de hacer un nuevo paro cívico ni crear una nueva fuerza política, solo queremos dejar en claro un mensaje: que necesitamos que los grupos frenen la violencia”, asegura Álvarez, quien forma parte de la Asociación de Periodistas y Programadores de Buenaventura (Appbun).

Otro de los integrantes de la organización es Érick Aldemar Díaz. “Normalmente los periodistas nos mantenemos al margen, pero también somos ciudadanos, tenemos un reconocimiento y necesitamos mostrar esto, necesitamos que todo el país sepa que en Buenaventura la gente anda con miedo y no les podemos dejar la ciudad a los violentos, porque ellos no nos representan”, dijo el locutor.

“Queremos paz”

Por esa urgencia de salidas, la gente se expuso al riesgo que implica rebelarse contra los grupos ilegales.

Varios de los asistentes llevaron consigo pancartas y camisetas que recordaron las guerras viejas y nuevas del puerto, los dramas sin resolver y las demandas insatisfechas. “Justicia por mi hijo, solo eso le pido a Dios”, decía un cartel. “Buenaventura no se rinde, carajo”, se leía en una bandera. “No olvidamos a nuestros desaparecidos”. “Vamos todos por la paz”...

Todos los mensajes eran retazos que hablan de una ciudad en la que los habitantes están fragmentados, por dentro y por fuera, a raíz de la violencia.

En medio de ese dolor reprimido, las comunidades se abrazaron en torno a la música, el folclor y la cultura de la región para marchar con la impronta del Pacífico.

Sin que la lluvia menguara, los manifestantes mantuvieron el plantón hasta entrada la noche. Todos estaban congregados a pocas cuadras del lugar donde fue asesinado Vladimir, el joven futbolista del barrio la Independencia. Cada tanto, los parlantes estallaban con un grito que recordaba la razón por la que llegaron hasta allí: “Queremos paz”.

✉️ Si le interesan los temas de paz, conflicto y derechos humanos o tiene información que quiera compartirnos, puede escribirnos a: cmorales@elespectador.com; jrios@elespectador.com; pmesa@elespectador.com o aosorio@elespectador.com.

Julián Ríos Monroy

Por Julián Ríos Monroy

Periodista y fotógrafo. Es subeditor de Colombia+20 y profesor de cátedra en la Universidad del Rosario.@julianrios_mjrios@elespectador.com

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JOSEPATRO(ci8fp)11 de abril de 2025 - 11:19 a. m.
Ninguna banda de delincuentes debe doblegar una sociedad o un estado, eso solo sucede cuándo los gobernantes no aplican la fuerza de la ley y el orden. Un estado débil, es una torta de oportunidades para los criminales.
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