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Las curules de paz cumplieron un año en el Congreso, ¿cómo les fue?

En su primera legislatura, los representantes de las víctimas del conflicto lograron posicionarse como una bancada de paz. Su principal reto en este segundo período será consolidar ese bloque, ahora que el Gobierno se quedó sin coalición y las elecciones cambiarán la dinámica del Congreso.

Cindy A. Morales Castillo
17 de julio de 2023 - 12:30 p. m.
Foto de la instalación del Congreso el 20 de julio de 2022. Los representantes de las curules de paz llevaron imágenes de líderes asesinados.  / Mauricio Alvarado
Foto de la instalación del Congreso el 20 de julio de 2022. Los representantes de las curules de paz llevaron imágenes de líderes asesinados. / Mauricio Alvarado

Las curules de paz se estrenaron en el Congreso hace un año, sumándose a un acto que mostraba parte del propósito para el que habían sido elegidas: llevar las voces de las víctimas del conflicto armado en Colombia.

Ese 20 de julio, los 16 representantes de las circunscripciones especiales de paz se unieron a senadores y representantes elegidos para ese nuevo Congreso —la mayoría de ellos partidarios del Gobierno—, y llegaron a la instalación de esa legislatura con fotos de líderes y lideresas sociales, indígenas y defensores de derechos humanos asesinados durante el gobierno de Iván Duque.

No había un momento más adecuado para hacerlo, según expresaron después algunos de los representantes. Esa era la última vez que Duque se dirigiría al Congreso y por tanto la única oportunidad para que los nuevos legisladores pudieran dar un mensaje de rechazo por el modo en que se había desbordado la situación de seguridad entre los liderazgos sociales.

En contexto: 2022, el año en que por fin se eligieron las curules de paz

La llegada de estas curules a la Cámara de Representantes no solo significó el cumplimiento de uno de los puntos del Acuerdo de Paz de 2016, sino también la materialización de la participación política para quienes fueron más azotados por la guerra. Este jueves inician su segunda legislatura con un Congreso en el que se ha diluido el apoyo al presidente Gustavo Petro, y cuyas fuerzas políticas cambiaron.

La primera legislatura les puso varios retos como, por ejemplo, una instrucción a toda máquina sobre el funcionamiento del Congreso, la Ley 5 de 1992 —el reglamento de esa corporación— y las minucias legislativas que la mayoría de ellos desconocía, pues su liderazgo había sido solo en los territorios.

Su primer golpe de astucia política fue oficializarse como una bancada de paz. Desde el principio, los representantes de las curules de paz tuvieron claro que, aunque no son un partido político, debían actuar en conjunto para convertirse en una fuerza disponible e interesante para el Congreso. “Los 16 congresistas acuerdan construir la primera bancada de paz y de las víctimas en la historia de Colombia (…) Le comunicamos al Congreso de la República la voluntad de integrar nuestras representaciones en una sola bancada para actuar de manera conjunta como la cuarta fuerza política en la Cámara de Representantes”, fue la declaración que, en mayo pasado, dio Diógenes Quintero, representante por la circunscripción de Catatumbo y actual presidente de esa bancada.

Para Melissa Téllez, investigadora de Congreso Visible, esa estrategia fue importante para destacarse como una unidad frente a los demás congresistas. “Ser y mostrarse como bancada fue interesante y diría que un triunfo para las curules de paz, porque logró mantenerse esa coalición y por si bien son apenas el 8 % del Congreso, se dieron cuenta de que necesitan a todos para mover sus proyectos y también para que fueran tomados en serio. Eso me lleva a lo segundo y es que esa vía pudieron sacar algunos proyectos adelante”, explica.

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Las críticas y los riesgos

Durante la elección de estas circunscripciones, uno de los mayores obstáculos fue la amenaza latente de que algunos clanes políticos se adueñaran de las curules. Aunque algunas candidaturas que fueron apoyadas por las maquinarias políticas sí lograron ser elegidas, hasta ahora ello no ha materializado el otro gran temor: que se convierten en escaños cooptados por los partidos tradicionales dentro del Congreso.

En diálogo con Colombia+20, el representante Quintero dijo que lo que sí ha ocurrido es que fuerzas políticas han intentado desbaratar el bloque de paz. “Como bancada, hemos logrado algo impensable para muchos, incluso nos decían que no íbamos a durar unidos ni una semana. Eso ha sido lo más grandioso y extraordinario de todo, que nos hemos mantenido en bloque y que no han podido disolvernos. Varias fuerzas de lado y lado lo han intentado”, asegura.

“Hacer entender a alguien de Bogotá, a un senador que está en la ciudad y contarle cuáles son las realidades de nuestras zonas, es difícil. La gente del centro a veces piensa las cosas solo en modo guerra y en sus propias agendas. Pero creo que se ha hecho una sensibilización sobre por qué es importante que nosotros estemos en el Congreso”

Diógenes Quintero, representante de la curul de paz de Catatumbo.

“El riesgo de ser cooptadas siempre puede estar, pero en lo que hemos analizado sobre las dinámicas de esta legislatura aún no se ha presentado eso. Hay que hacer la salvedad de que el hecho de que se relacionen con otros partidos no se debe asumir como una adaptación ideológica. Como un grupo pequeño, tienen la necesidad de aliarse o al menos tener un contacto con colectividades más grandes, pero eso no ha significado que hayan sido cooptados por ellos”, comenta por su parte Daniela Romero, también investigadora de Congreso Visible.

Tanto Romero como Téllez afirman que el balance de este primer año fue positivo para las curules de paz, especialmente por el cambio de Gobierno y porque el equilibrio de fuerzas en el Congreso estaba a su favor. “Esta fue una muy buena ventana de oportunidad porque entraron a un Legislativo con una oposición en minoría, pero también estaban estrenando un Gobierno que estaba en sintonía con los intereses de ellos y con el Acuerdo de Paz por el que fueron creadas. Eso les facilito mucho el camino”, afirma Téllez.

El mismo análisis lo hace Aldo García, representante residente interno del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), entidad que ha apoyado con asistencia técnica a estos representantes. “Las bancadas partidarias tienen toda una estructura particular y esta no la tiene (…) son más un grupo heterogéneo que no ha tenido una práctica o el ejercicio parlamentario y que llegó al Congreso en un momento bastante particular porque era el primer año de un nuevo Gobierno con una nueva orientación política y que tuvo una muy fuerte presencia y trabajo con una serie de reformas que hicieron mover al Congreso. Creemos que allí, las curules de paz tuvieron en este período la oportunidad de afianzarse y de poder ser escuchadas con una voz propia”, afirmó.

Una de las grandes críticas sobre estas circunscripciones fue, por un lado, el dinero que se designó para llevar las elecciones a territorios apartados, dado que las votaciones se debían hacer en las zonas rurales y no en los cascos urbanos. Por el otro, lo que significó la ampliación de la plantilla del Congreso con el ingreso de 16 nuevos puestos, que implicó reformas estructurales y también un aumento de los legisladores que pertenecían a las comisiones de la Cámara.

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No es fácil lograr apoyos sobre lo que nosotros representamos: a las víctimas, al campo, a la ruralidad y la defensa de los liderazgos y de los territorios. Hacer entender a alguien de Bogotá, a un senador que está en la ciudad y contarle cuáles son las realidades de nuestras zonas, es difícil. La gente del centro a veces piensa las cosas solo en modo guerra y en sus propias agendas. Pero creo que se ha hecho una sensibilización sobre por qué es importante que nosotros estemos en el Congreso y eso ha sido un punto fundamental”, asegura Quintero.

“No es fácil lograr apoyos sobre lo que nosotros representamos: a las víctimas, al campo, a la ruralidad y la defensa de los liderazgos y de los territorios”

Diógenes Quintero, representante de la curul de paz de Catatumbo.

Para García, del PNUD, no hay que perder de vista que ningún acuerdo de paz en el mundo ha tenido este tipo de representación. “No hay ningún antecedente como este en otro proceso de paz porque en la mayoría esa representatividad política la obtiene el sector beligerante tras la firma del acuerdo, aquí se dio otro espacio para las víctimas (…) es una cuestión histórica”, afirma.

En distintos informes trimestrales que hace la Misión de Verificación de la ONU sobre la implementación del Acuerdo de Paz de 2016, se ha mostrado la elección de las curules de paz como un avance en la participación democrática, con un énfasis especial en que su trabajo legislativo ha ayudado a impulsar y acelerar esa implementación.

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“Los 16 representantes de las circunscripciones transitorias especiales de paz han participado en la redacción de 28 proyectos de ley, en su mayoría relacionados con la implementación del Acuerdo Final. Trabajando juntos en la bancada de las víctimas han llevado a cabo esfuerzos de incidencia, incluso ante el presidente Gustavo Petro, para que el Gobierno preste más atención a sus regiones”, dice el informe de diciembre pasado.

El mismo canciller, Álvaro Leyva, dijo la semana pasada en la presentación del más reciente de esos informes ante el Consejo de Seguridad de la ONU que el trabajo de esa bancada ha logrado “sinergias en el impulso de disposiciones específicas sobre la implementación del Acuerdo en el Plan Nacional de Desarrollo que habían quedado rezagadas en legislaturas anteriores.”

¿Cómo votaron las curules de paz?

Con base en la información de “Congreso a la mano”, una herramienta para hacerle seguimiento al trabajo de los legisladores, que fue desarrollada por Congreso Visible, Fescol y El Espectador, se puede ver cómo fue la votación de los representantes de las curules de víctimas en proyectos claves como las reformas política y tributaria, la ley de paz total y la de presupuesto, la jurisdicción agraria, el Plan Nacional de Desarrollo y el cannabis de uso adulto.

Vea el aplicativo de Congreso a la mano

En la mayoría de casos, los legisladores apoyaron esos proyectos y hubo pocas ausencias en los debates. El proyecto de cannabis es el único que tiene tres votos negativos por parte de la representante Karen Manrique, de Arauca; de Jorge Tovar —hijo del exjefe paramilitar Jorge 40—, de la Sierra Nevada y Perijá, y de Orlando Castillo, del Pacífico Medio, quien en el último debate cambió su voto.

El balance legislativo que fuera del aplicativo ha hecho Congreso Visible, que fue compartido con este diario, también muestra que su trabajo se ha centrado en proyectos relacionados con la implementación del Acuerdo de Paz o con necesidades de sus territorios. Por ejemplo, al menos 13 representantes son coautores del proyecto sobre el fortalecimiento de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) —cuyo objetivo es transformar los 170 municipios priorizados por ser los territorios más afectados por la violencia, la pobreza, las economías ilícitas, y son justo las mismas zonas de las circunscripciones de paz—.

También han propuesto aceleración de los trámites para la restitución de tierras, tratamiento penal diferenciado para los pequeños cultivadores de plantaciones de uso ilícito, planes para vivienda rural, incentivos al agro y el proyecto para el reconocimiento, perdón y reparación de comunidades negras, afros, raizales y palenqueras.

Varios también lideran la iniciativa para crear una Comisión Legal de Paz y Posconflicto, que, aunque hasta el momento existe, solo es una comisión accidental; es decir, sin estructura ni presupuesto.

Así votaron los representantes esos proyectos de ley (deslice hacia la derecha)

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“Han tenido también una participación importante en la defensa de los derechos de los campesinos (que se aprobó en la legislatura pasada), que es obviamente también parte de sus temas centrales y están impulsando el debate interesante para restablecer una categoría especial de municipios de paz. Estas iniciativas propias están directamente relacionadas con su misión y nos parece un trabajo muy significativo que muestra el impacto de tenerlos en el Congreso”, asegura García.

Romero, de Congreso Visible, explica que las curules no solo han tratado de tener un trabajo conjunto, sino que han logrado que otros partidos se sumen a sus iniciativas legislativas. “Se adaptaron a su función política y a coordinar con los otros partidos para hacer alianzas y cooperaciones para sus propios proyectos”, concluye. El reto de esta legislatura, según los analistas, es lograr que la bancada de paz siga unida y consolidar un rol más articulado con los partidos, especialmente ahora que la tensión de las fuerzas dentro del Legislativo está cambiando y que el Gobierno se quedó sin coalición.

“Ellos son el cuarto bloque dentro de la Cámara de Representantes por el número de representantes que tienen, eso es lo que deben fortalecer de cara a las negociaciones que se dan dentro”, afirma García.

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Por su parte, la investigadora Téllez dice que además de las iniciativas de la bancada deben seguir poniendo el matiz territorial a los proyectos que se presenten y “con un ojo puesto en las elecciones, que siempre cambian la dinámica del Congreso”.

Su papel, dicen, pueden ser clave en las negociaciones que está iniciando el Gobierno con los distintos grupos armados; especialmente en los diálogos con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), su voz podría servir para hacer pedagogía e incidir en los encuentros regionales. “Va ser muy importante el papel articulador que esta bancada puede asumir entre el Gobierno y la Mesa Nacional de Víctimas para poder atender precisamente los reclamos de sus representados”, dice.

Cindy A. Morales Castillo

Por Cindy A. Morales Castillo

Periodista con posgrado en Estudios Internacionales. Actualmente es la editora de Colombia+20 de El Espectador y docente de Narrativas Digitales de la Universidad Javeriana.@cinmoralejacmorales@elespectador.com

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