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Ser líder comunal es desarrollar un trabajo silencioso, pero trascendental. Es dedicar su vida a convertirse en los mejores vecinos, escuchando a los demás, gestionando para resolver problemas comunes y apelando a la solidaridad para que todos en sus barrios y veredas del municipio tengan mínimos básicos para vivir. Aunque su labor es ad honorem, con su trabajo han impulsado el desarrollo y el progreso comunal en los 116 municipios de Cundinamarca, un esfuerzo que el gobernador Jorge Rey busca fortalecer.
Estos líderes han promovido actividades comunitarias como bingos, rifas, loterías o vacas para financiar proyectos esenciales: desde la construcción de un sistema de alcantarillado en sus veredas hasta la reconstrucción de viviendas afectadas. Gracias a su capacidad de gestión y organización, han sabido unir a la comunidad en torno a un propósito común: transformar su territorio. Como fruto de ese trabajo, han construido placa huellas y, como en muchos municipios, han levantado los cimientos de escuelas y centros de atención médica que generan bienestar para su gente.
Esta es la historia de Cundinamarca, el primer departamento del país donde, hace 60 años, se conformó una Junta de Acción Comunal. Desde entonces, tienen un espacio de confianza en la gestión pública para que administren y ejecuten sus obras. El gobernador Rey, quien reconoce el potencial de estos líderes, ha impulsado una política pública que es ejemplo en el país, con la cual, además de respaldar su labor, demuestra que, cuando las comunidades se organizan, avanzan, y que en Colombia este modelo transforma territorios.
En lo corrido de este gobierno, se han destinado COP 120.000 millones para impulsar programas y estrategias que, además de fortalecer el trabajo de los líderes comunales, siembran la semilla para “construir Estado desde lo local”, como señala Erika Sabogal, gerente del Instituto de Acción Comunal y Capital Social de Cundinamarca (IDACO). Estos recursos, con los cuales se aspira a mejorar la calidad de vida y construir tejido social en los 116 municipios del departamento, ya están dando sus primeros frutos, demostrando cómo la solidaridad, respaldada con inversión estatal, potencia sus efectos.
Para demostrarlo, Cundinamarca tiene casos de éxito, como programas de mejoramiento y construcción de vías, adecuación de viviendas y escuelas, así como programas de acceso a la educación y proyectos ambientales, entre otros. Un caso inspirador ocurrió este año en el municipio de Ubalá, donde, con la ayuda de las Juntas de Acción Comunal de La Mesa, Margaritas y Peñas Blancas, se financiaron lavadoras comunitarias para beneficiar a más de 230 personas, entre ellas madres cabeza de familia, adultos mayores, niños y personas con discapacidad que no habían tenido acceso a este electrodoméstico. Gracias a la iniciativa, sin duda, ganaron calidad de vida.
“El liderazgo comunal es protagonista del desarrollo. Mientras la Gobernación avanza en obras y proyectos de alto impacto, los líderes de municipios o veredas logran resultados en su entorno inmediato, construyendo la base sólida para la acción comunal”, comenta la gerente del IDACO.
Descentralizar la inversión
La acción comunal en Cundinamarca es histórica y un ejemplo de cómo en Colombia la asociatividad y solidaridad mostrarán sus resultados. En los últimos años, las Juntas de Acción Comunal han mostrado que el impulso que les ha dado el departamento supera los resultados esperados, cuenta Sabogal. El resultado es eficiencia: las obras se entregan más rápido, con menor costo y sentido de pertenencia. “La contratación pública tradicional, muchas veces, se atasca en diferentes procesos. Aquí, en cambio, la comunidad es el motor del desarrollo”.
Los resultados respaldan su afirmación: en los últimos dos años se han mejorado 520 escuelas gracias al trabajo con las JAC; se destinaron COP 21.000 millones al mejoramiento de vivienda; 12.499 estudiantes del Plan de Alimentación Escolar (PAE Nuestro) recibieron a diario un plato caliente preparado con productos de locales, y se invirtieron COP 40.000 millones en vías terciarias, transformando antiguas trochas en carreteras funcionales, que dinamizan la economía.
En los libros de historia del IDACO hay páginas de cómo la acción comunal ha logrado hacer que el Estado escuche la petición ciudadana de invertir en sus municipios. Como el caso de Chocontá, donde fue creada, en la década de los 60, la primera junta comunal, para construir una escuela donde educar a las nuevas generaciones.
Por regla general, los gobiernos locales, municipales y departamentales atienden las necesidades de las comunidades y hacen grandes inversiones que permitan superar los retos urgentes, como salud, educación, vías de acceso y megaobras de infraestructura.
En Cundinamarca, se adelantan 716 frentes de obra que superan los COP 1,5 billones en inversión, destinados a la construcción de vías, centros de salud, sedes educativas y espacios culturales. Sin embargo, en los municipios más pequeños, donde los recursos son limitados, los líderes comunales e IDACO han asumido el reto de gestionar y trabajar para que en sus territorios no falte nada.
“La Gobernación y el IDACO cambiaron el paradigma del Estado en Colombia. Hoy son las propias JAC las que ejecutan y administran los recursos destinados a los proyectos que ellas estudian, priorizan y formulan. Esto transforma la manera de hacer inversión social y empodera a las comunidades”, destaca Erika Sabogal, gerente del IDACO.
¿Cómo funciona?
Periódicamente, el IDACO abre convocatorias para que las juntas se postulen con el objetivo de recibir financiamiento, total o parcial, de proyectos como el mejoramiento de vivienda y de escuelas o la reconstrucción de vías terciarias, entre otras obras claves para el desarrollo económico del territorio. El gobernador Rey considera pionero el modelo, porque rompe con la visión tradicional de la inversión social, que solía limitarse a la entrega de subsidios o auxilios, que se agotan con el tiempo, sin transformar las realidades de fondo.
“Cundinamarca es el departamento que ha logrado la mayor maduración de estas Juntas de Acción Comunal en Colombia. La contratación se vuelve más eficiente y la ejecución más rápida, pues se reducen casi un 70% los tiempos de los proyectos pues, al ser la comunidad la que ejecuta la obra que le interesa, el desarrollo llega más rápido”, aseguró la gerente del Instituto. Además, al tener un organigrama legal definido y una personería jurídica, las JAC asumen la responsabilidad de ejecutar los recursos, vigilar su correcta utilización y liquidar los contratos dentro de los plazos establecidos, fortaleciendo así la transparencia y la gestión comunitaria. Aunque es muy poco común que sea el Estado el que transfiera dinero las Juntas de Acción Comunal, y no viceversa. Sabogal comenta que este modelo ha demostrado tener éxito en el departamento.
“A pesar de las suspicacias que levanta este modelo de ejecución público-privado, nos damos cuenta de que invertirle a la acción comunal no solo repercute en la entrega de las obras en tiempos récord, sino que también evita trámites administrativos que demoran las obras. Como aliciente, promueve una mejor forma de gestionar los recursos, pues la misma comunidad cuida hasta el último centavo”, subraya.
La ejecución del 2024 fue un ejemplo de esa “milla extra” que las JAC aportan cuando ejecutan sus obras. Ese año, el IDACO suscribió 300 convenios solidarios, para financiar la construcción de 82.000 m2 de placas huella en vías terciarias. No obstante, durante la liquidación, el resultado superó las expectativas: gracias a la buena gestión de los recursos y al compromiso de los líderes comunales, se ejecutaron 112.000 m2, es decir, casi 40 % más de lo pactado, lo que equivale a COP 6.000 millones en obras que, aunque no estaban presupuestadas, se materializaron en beneficio de las comunidades. Este es un ejemplo de cómo la acción comunal cambia el paradigma de las obras en Colombia.
“Este tipo de logros no se ven en la contratación pública. Normalmente, quien ejecuta una obra entrega lo que se pactó. Pero en el caso de las JAC hemos visto que cuidan los recursos e, incluso, aportan de sus bolsillos porcentajes adicionales”, asegura la gerente de la entidad.
Exportando solidaridad
El modelo de desarrollo comunal que la Gobernación y el IDACO implementan desde 2008, cuando fue creado el Instituto, ha sido replicado en varias regiones, desde el orden departamental y nacional, al tratarse de un sistema innovador, que impulsa el desarrollo desde la base ciudadana. A diferencia de los esquemas tradicionales, este modelo no se centra en los grandes proyectos, sino que multiplica los frentes de acción para atender las necesidades reales y específicas de las veredas y municipios, donde cada obra representa una mejora tangible en la calidad de vida de las comunidades.
Este sistema de control compartido ha permitido blindar las inversiones y fortalecer la confianza institucional, un activo que se traduce en capital social: redes de cooperación y liderazgo, que se mantienen más allá de los periodos de gobierno. Huila, por ejemplo, fue el primer departamento que replicó el modelo del IDACO y su gestión comunal. En 2024 el departamento opita convenció a su Asamblea de aprobar un modelo idéntico al Instituto, pues según ellos, miles de campesinos habían esperado por décadas que la inversión social se descentralizara de las principales ciudades y atendiera problemas puntuales en las hectáreas donde se producen alimentos para el país.
Fue así como el Huila evidenció que, al igual que en Cundinamarca, las Juntas de Acción Comunal pueden convertirse en aliadas estratégicas del desarrollo local, gestionando y administrando con eficiencia los recursos públicos. En un departamento con un alto porcentaje de municipios de quinta y sexta categoría, donde los presupuestos locales suelen ser limitados, este modelo permitió suplir carencias y garantizar la ejecución directa de obras comunitarias.
“Los resultados en Cundinamarca han despertado el interés de otros departamentos como Chocó, Antioquia y Valle del Cauca, que también han llegado a Cundinamarca en busca de pistas sobre cómo lograr que el dinero y la solidaridad alcancen para todos”, destaca Sabogal, al referirse a la expansión de este modelo que ya inspira nuevas formas de hacer inversión social en Colombia. Incluso el Gobierno nacional, a través del IDACO, está ejecutando mejoramientos de vivienda con las Juntas de Acción Comunal, logrando que los recursos se dupliquen, las comunidades sean escuchadas y los resultados se vean.
Para Erika Sabogal, los proyectos y obras que impulsa el Instituto que dirige pueden parecer pequeños a simple vista, pero en realidad tienen un gran impacto social. Por eso, detrás de cada iniciativa hay una estrategia de largo plazo que busca posicionar la solidaridad y el capital social de Cundinamarca como referentes de progreso.
“Cada vivienda mejorada, cada placa huella construida o cada escuela intervenida nos demuestra que la acción comunal, cuando cuenta con el respaldo de instituciones como la Gobernación puede convertirse en la mejor política pública de desarrollo territorial”, concluye Sabogal.
