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Las mujeres también han hecho historia en el deporte colombiano

Los nombres, las historias y la trayectoria de las jugadoras de la selección femenina de fútbol de Colombia cada vez toman más relevancia, pero no ha sido el único deporte destacado en las categorías de mujeres. De las cinco medallas olímpicas de oro que el país se ha colgado, cuatro han sido ganadas por mujeres.

Paula Casas Mogollón
02 de octubre de 2022 - 02:00 a. m.
De las 34 medallas olímpicas que el país se ha colgado, 17 han sido obtenidas por mujeres, cuatro de ellas son de oro, cinco de plata y ocho de bronce.
De las 34 medallas olímpicas que el país se ha colgado, 17 han sido obtenidas por mujeres, cuatro de ellas son de oro, cinco de plata y ocho de bronce.
Foto: Eder Rodríguez

La historia olímpica de Colombia ha estado escrita principalmente por mujeres. De las 34 medallas que se ha colgado el país, 17 han sido obtenidas por ellas: cuatro de oro, cinco de plata y ocho de bronce. Las encargadas de esa hazaña son Mariana Pajón, Caterine Ibargüen, María Isabel Urrutia, Yuri Alvear, Leidy Solís, Sandra Arenas, Jackeline Rentería, Ximena Restrepo, Mábel Mosquera, María Luisa Calle, Ubaldina Valoyes e Íngrit Valencia.

Para llegar a esta gloria el camino que han recorrido las mujeres colombianas ha sido largo. Su primera aparición fue en 1968 en México, siete ediciones después de la primera participación colombiana en esas justas. La delegación nacional estuvo conformada por 38 hombres y cinco mujeres. “Ellas llegaron hasta este punto solas, con sus propios recursos. De hecho, Colombia ganó su primer título internacional con Cecilia Navarrete, en 1938″, recuerda Alberto Galvis, del Comité Olímpico Colombiano.

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Galvis explica que, antes de llegar a la cima olímpica, “esos primeros triunfos de las mujeres se debían a su propia iniciativa y, muchas veces, en contra de la opinión de sus padres”. Recuerda que la primera deportista colombiana que se destacó en el exterior fue Solita Salgado, quien fue una de las mejores nadadoras en unas competencias en Francia. “A pesar de que representaba a Colombia, hizo todo su proceso deportivo en Francia, porque acá no existían escuelas de formación”, añade.

En su libro Colombia Olímpica: 75 años de presencia deportiva en el mundo, Galvis recopiló esa primera delegación. Las mejores velocistas que tenía en ese entonces Colombia eran Elsy Rivas y Juana Mosquera, quienes representaron al país en atletismo, y el equipo de natación que compitió en los 400 y 800 metros olímpicos estuvo conformado por las vallecaucanas Nelly Siro, Carmen Gómez y Olga Lucía de Angulo, quien tenía apenas 12 años de edad.

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En las cuatro siguientes ediciones el avance que se había alcanzado con la delegación en México se fue desvaneciendo. A Múnich 1972 solo asistieron cuatro mujeres (Olga Lucía de Angulo, Roselina Ángel, Juana Mosquera y Elsy Rivas), en Montreal 1976 una mujer representó al país (Beatriz de Lisocki, en el yachting) y en Moscú 1980, el equipo de Colombia estuvo conformado por 23 hombres y ni una sola mujer.

De las piernas de la antioqueña Ximena Restrepo llegó la primera medalla olímpica de una mujer, en Barcelona 1992, al quedar en el tercer lugar en los 400 metros planos, con un registro de 49,64. “No solo fue la primera medalla olímpica que ganó una mujer, sino que este triunfo también fue muy importante, porque esta es la práctica deportiva organizada más antigua”, añade Galvis. Ximena igual fue la primera vicepresidenta de World Athletics, el máximo ente del atletismo en el mundo.

Así, poco a poco, se fueron consolidando más mujeres en los deportes olímpicos hasta que, en Sídney 2000, Colombia alcanzó dos hazañas. La primera fue llevar 19 mujeres en su delegación y la segunda la obtuvo el 20 de septiembre de la mano de la vallecaucana María Isabel Urrutia, de 35 años, quien se colgó la medalla de oro en la categoría de 75 kilos en el levantamiento de pesas. Esa fue la primera presea dorada para Colombia en la historia.

Doce años después, en Londres 2012, se volvieron a vestir de dorado. El 10 de agosto de 2012, la antioqueña Mariana Pajón, con solo 20 años y con 18 campeonatos mundiales sobre sus hombros, se medía ante siete bicicrosistas, las siete mejores del mundo. En el último envión, después del trazado de la última curva y sacándoles bastante ventaja a sus rivales, Mariana dio un golpe extra para cruzar la meta en solitario, consiguiendo la segunda medalla de oro para Colombia.

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Cuatro años después, en Río 2016, volvieron a escribir historia. El 20 de agosto de 2016, Mariana, la reina del BMX, repitió hazaña, además, rompió el récord que había establecido en Londres 2012, al cruzar la línea final con un tiempo de 34.093. Caterine Ibargüen, de 32 años, también se colgó la medalla dorada en estas justas. Con un último intento de 15,17 metros, la reina del salto triple consiguió el primer oro en atletismo para Colombia.

Esta historia, que ha sido escrita por mujeres, buscará ampliarse en los Olímpicos de París 2024 con nuevas generaciones, como la taekwondista Andrea Ramírez y la selección femenina de fútbol de Colombia. Estos resultados, anota Galvis, “demuestran que las mujeres, con su esfuerzo, se han ganado un espacio en las delegaciones nacionales y quizás en París se repita la historia de Londres 2012, cuando el país contó con más mujeres (58) que hombres (46) en su equipo”.

La historia del fútbol femenino en Colombia empezó en 1940

En la actualidad nos deleitamos con las gambetas de Linda Caicedo, con los pases de Leicy Santos, con la zurda de Catalina Usme o con las atajadas de Catalina Pérez. Los nombres, las historias y la trayectoria de las jugadoras de la selección femenina de fútbol de Colombia cada vez toman más relevancia, pues la brillante actuación de las tres categorías al clasificar a sus respectivos mundiales ha hecho que escriban un capítulo aparte en el balompié nacional.

Además, su talento, disciplina y entrega han generado que los estadios tengan mayor asistencia de público. Por ejemplo, en la final de la más reciente Copa América, que se disputó en Colombia, de acuerdo con la Conmebol, cerca de 22.000 personas asistieron al estadio Alfonso López, en Bucaramanga, a acompañar a Colombia en la final ante Brasil. Era la primera vez que la final de este torneo se disputaba con un estadio lleno.

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A pesar de que hoy celebramos sus triunfos, su camino para cosecharlos ha sido largo. Gabriela Ardila Biela, historiadora colombiana, en su investigación “A las patadas, historias del fútbol practicado por mujeres en Colombia”, encontró que en el país desde 1949, un año después de la profesionalización del fútbol, las mujeres han practicado este deporte. “Lo hicieron de forma autoorganizada en los colegios, calles y universidades. Esto trajo como fruto un primer torneo femenino, disputado en el Valle del Cauca en 1971″, añade.

De ese torneo, en el que participaron 16 equipos, fue parte Amparo Maldonado, quien llegó al arco por casualidad. “Era volante. Me gustaba llegar temprano a los entrenamientos y no sabía que el técnico se escondía detrás de los árboles y les decía a mis compañeras ‘vení, haceme tiritos’”, recuerda. Justo para esa competencia ninguna portera llegó. “El técnico me llamó y me dijo: “Te ubicas debajo de los tres palos. Les ganamos a las Piratas de Sevilla 2 a 1″, cuenta.

Poco a poco las mujeres se siguieron organizando, y en 1991 lograron consolidar el primer torneo nacional femenino. “Se realizó en Envigado, y Valle terminó marcando la pauta”, dice Amparo, “y con varias de las jugadoras que participaron en este certamen se fue armando la primera selección femenina de Colombia”. Con este primer equipo llegó una invitación especial: un cupo para participar en la primera edición de la Copa América, llamada en ese entonces Campeonato Suramericano.

Sin embargo, confiesa Amparo, no consiguieron conformar el equipo nacional, solo hasta 1998, en la tercera edición del torneo que se disputó en Argentina. Colombia, bajo la dirección técnica de Juan Carlos Gutiérrez, quedó ubicada en el Grupo A, junto a Brasil -que ya había sido dos veces campeón-, Perú, Chile y Venezuela. La base de su plantel eran las futbolistas del equipo que ganó el Campeonato Nacional Interligas. Bogotá fue el club que alzó la copa.

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Las convocadas por Gutiérrez eran: en el arco Adriana María Pardo, Liliana Patricia Franco y Sandra Patricia Ortiz; en la defensa estaban Claudia Patricia Díaz, Julieta López, Myriam Guerrero, Ernestina Vargas, Luz Aydée Grisales y Sonia Miranda; de volantes llamó a Lina Patricia Quintero, Luz María Peña, Duvis Ortiz, Olga Lucía Rojas, Grace Adriana Céspedes y Ruth Ortiz; y la delantera estaba conformada por Sonia Chalá, Nancy Mora, Sandra Patricia Vanegas y Sandra Ivonne Valencia.

Myriam Guerrero, capitana de este equipo, comenta que el partido que más recuerda fue el segundo de la fase de grupos, ante Brasil. A pesar de que perdieron 12 a 1, Myriam, quien empezó en el fútbol por su hermano Carlos, un jugador de fútbol aficionado en Bogotá, dice que “sacamos fuerzas de donde no teníamos y elaboramos una jugada extraordinaria y, con Patricia Díaz, le marcamos el único gol que recibió Brasil en esa Copa América. Celebramos como si hubiésemos ganado”.

En cambio para Patricia Vanegas, delantera, el partido más significativo fue ante Chile. “En esta victoria pude marcar un gol olímpico. Fue emocionante, porque era en un torneo muy importante y nosotras solo teníamos la preparación básica de los Nacionales”. Pero, resalta, en comparación con la Copa América que se vivió en Colombia, en donde cada partido contó con más de seis mil asistentes, de acuerdo con la Conmebol, su generación jugó con los estadios casi vacíos.

Junto a esta primera selección llegó la primera entrenadora del equipo nacional. Myriam Guerrero, la capitana de este conjunto, asumió en 2003 las riendas para la Copa América, que se disputó en Perú. “Fue un cupo que ganamos al quedar campeonas con Bogotá en el torneo local. La directriz de la Difútbol es que tanto jugadoras como cuerpo técnico eran la base de la selección”, comenta. Colombia tuvo su mejor participación al ocupar el tercer puesto.

Las bases sentadas por estas pioneras sirvieron para que se construyera la historia escrita por las “Superpoderosas”, un equipo liderado por Natalia Gaitán y Yoreli Rincón, que logró clasificar al Mundial de Alemania 2011, al de Canadá 2015, a los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y a los de Río 2016. Pero junto con las alegrías llegaron las primeras denuncias por irregularidades. Daniela Montoya fue la primera que se atrevió a hablar, lo que le costó su puesto en la selección.

Tres años después, en 2019, se conocieron otras denuncias publicadas por Isabella Echeverri y Melissa Ortiz. Con los testimonios de 16 futbolistas, contaron las irregularidades de las que habían sido testigos, como que desde 2016 la Federación les dejó de pagar viáticos en las concentraciones, el cuerpo médico no contaba con equipos para atender lesiones y el gimnasio de la FCF en Bogotá no estaba igual de equipado que cuando iba el equipo masculino.

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Esta historia se ha construido poco a poco y los buenos resultados que hoy se ven reflejados se deben al trabajo y esfuerzo de diferentes generaciones. Además de la labor constante de los semilleros, como Atlas, el club de Carolina Pineda, jugadora de América. “Aún queda mucho por trabajar, porque todavía no se puede vivir del fútbol femenino en Colombia. Este buen momento es un llamado a todos los actores para que sigan interviniendo. Talento y disciplina es lo que sobra”, anota Vanegas.

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