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El mensaje del Banco de la República no es alentador para quienes esperaban un descenso rápido en los precios. Según su más reciente Informe de Política Monetaria, presentado por el gerente técnico Hernando Vargas, el país enfrenta una combinación incómoda: una demanda interna que crece más de lo previsto y un costo de vida que se resiste a bajar.
En términos simples, la economía está funcionando casi “a tope”, y eso hace más difícil que los precios se estabilicen.
En el tercer trimestre de 2025, la inflación total subió del 4,8 % al 5,2 %, mientras que la inflación básica (que excluye alimentos y energía) se estancó en 4,8 %, sin mostrar avances desde marzo. El Banco explica que la presión viene de varios frentes, incluyendo el aumento del salario mínimo, la reducción de la jornada laboral y una demanda interna más dinámica de lo previsto, que se traduce en precios más altos en arriendos, alimentos y algunos bienes importados.
Pese al avance del peso colombiano frente al dólar (que debería abaratar las importaciones), los costos logísticos, los insumos agrícolas y los servicios mantienen el termómetro inflacionario elevado. Por eso, el Banco revisó sus proyecciones. De ahora en adelante, espera cerrar 2025 con una inflación total de 5,1 % (por encima del 4,7 % previsto en julio) y alcanzar 3,6 % en 2026, lo que significa que la meta del 3 % solo se cumpliría hacia mediados de 2026.
Un contexto internacional más favorable, pero incierto
El panorama externo, aunque algo más optimista, no está libre de riesgos.
El Banco proyecta que los principales socios comerciales de Colombia crecerán 2,1 % en 2025 y 2,0 % en 2026, impulsados por la aceleración del consumo privado en Estados Unidos y una leve recuperación en China, la zona euro, Chile, México y Ecuador.
Sin embargo, persiste la incertidumbre por la política fiscal y comercial estadounidense, el riesgo de un cierre de su gobierno más largo (35 días) y los desajustes de su mercado laboral.
En los términos de intercambio, las exportaciones colombianas muestran una mejora temporal gracias al repunte de precios del café y el oro, aunque el Banco prevé un deterioro en 2026 por la caída esperada de los precios del petróleo y el carbón.
El barril de crudo se mantendría este año alrededor de USD 68, pero caería a USD 58 en 2026, lo que afectaría los ingresos externos del país.
Por el lado financiero, la Reserva Federal de EE. UU. bajaría su tasa de interés dos veces entre diciembre de 2025 y 2026 (en total 50 puntos básicos), lo que aliviaría las condiciones globales de crédito. Eso podría favorecer a los mercados emergentes como Colombia, reduciendo su prima de riesgo, aunque el Banco advierte que sigue siendo más alta que su promedio histórico por el nivel de deuda pública y la volatilidad internacional.
Un crecimiento impulsado por el gasto interno
En el frente real, el PIB crecería 2,6 % este año (ligeramente menor al 2,7 % estimado en julio) y 2,9 % en 2026. La expansión sigue empujada por el consumo privado, las remesas y el gasto público y el empleo sólido, aunque las exportaciones de petróleo y carbón caen.
“Las cifras de crecimiento recogen problemas estructurales en minería y petróleo que están, de alguna manera, escondiendo o enmascarando una buena dinámica del resto de la economía, que sí se refleja en el resto de la demanda”, explicó Vargas.
Esto significa que Colombia está creciendo más por gastar que por producir o exportar. Y eso, aunque anima el corto plazo, pone presión sobre el costo de vida y la balanza externa.
Según el Banco, la demanda interna ha crecido más del 4 % anual durante cinco trimestres consecutivos, lo que evidencia que los hogares todavía consumen con fuerza, pese a las tasas de interés elevadas. Vargas subrayó que el mercado laboral “sigue apretado”, es decir, el desempleo se mantiene bajo, hay muchas vacantes y los salarios reales han resistido. Eso impulsa el gasto, pero también retrasa la convergencia de la inflación a la meta del 3 %.
La cautela monetaria se mantiene
Vargas insistió en que el Banco seguirá actuando con prudencia. Por ahora, la tasa de política monetaria permanece en 9,25 %, nivel que busca mantener las condiciones financieras estables mientras la inflación converge hacia la meta del 3 % en un horizonte de dos años.
Ni el recorte de tasas en EE. UU. ni la apreciación del peso bastan para acelerar los alivios en Colombia si la inflación interna no cede.
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