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Colombia está viviendo un frenazo en infraestructura que se siente en las cifras, en las regiones y, sobre todo, en el país que no termina de conectarse. Tras una década de avances con las concesiones 4G, el sector entró en un terreno pedregoso. Según el más reciente informe de Corficolombiana, hoy, la producción total de obras civiles está 27,8 % por debajo de los niveles prepandemia, y la construcción de carreteras y calles está 43,8 % rezagada frente a 2019.
Lo paradójico es que el país venía de un ciclo histórico. Entre 2012 y 2019, las obras civiles crecieron al doble de ritmo de la economía. En 2019, el sector aportaba más del 2 % del Producto Interno Bruto (PIB). En 2023, se desplomó a 1,1 %, su nivel más bajo en lo que va del siglo.
Pero ¿qué pasó? El país dejó caer una máquina de crecimiento. Las obras civiles son un pilar que, con el tiempo, genera un efecto dominó: genera empleo, mueve industria, dinamiza regiones y devuelven al Estado más de lo que cuestan (por cada peso invertido, la economía puede mover casi cinco en recaudo tributario).
El retroceso actual, advierte Corficolombiana, rompe ese ciclo, y se explica por una mezcla de factores que se acumularon como una bola de nieve.
Primero, la transición 4G-5G quedó a medias. Las concesiones de cuarta generación están entrando en su reca final y las de quinta generación deberían haber asumido el liderazgo, pero la ola apenas se ha levantado.
- Solo 4 proyectos 5G están en obra.
- Las inversiones ejecutadas suman COP 2,4 billones, una cifra baja para una ola que tiene un capex conjunto superior a COP 10 billones.
- Otros proyectos siguen en preconstrucción o incluso en prefactibilidad.
En paralelo, el motor 4G ya no empuja. En 2025, estas obras ejecutan apenas COP 1,3 billones, frente a los más de COP 10 billones que movían en 2019.
Segundo, la agenda multimodal avanza lento. El Plan Nacional de Desarrollo prometió un país más conectado por aire, agua y tren. Pero las metas no alcanzaron ni la mitad:
- Avance promedio: 47 %.
- Vías férreas adjudicadas: apenas 28,9 %.
- Aeropuertos no concesionados mejorados: 6,7 %.
- Ninguna obra multimodal 5G ha comenzado construcción.
En una entrevista del año pasado con este diario, la exministra de Transporte María Constanza García señaló que la prioridad del Gobierno era empujar la intermodalidad con un propósito: reducir los costos logísticos. Sin embargo, advirtió un palo en la rueda: el país tiende a decidir a corto plazo, dejando de lado las metas en el horizonte futuro. He ahí uno de los gérmenes del retraso.
Tercero, “Caminos Comunitarios de la Paz Total” se quedó a un cuarto del objetivo. El programa buscaba construir 33.000 km de vías terciarias, la mayor apuesta vial regional del Gobierno. Hoy apenas lleva 8.600 km (26 %).
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Para rematar, este año ejecutó menos de la mitad de lo logrado en años previos. En vez de despegar, retrocedió. Por un lado, se suman los recortes presupuestales de principio de año, que dejaron al programa en vilo, según el diagnóstico del propio Instituto Nacional de Vías (Invías) en los reportes al DNP. Por otro, la lupa de la Contraloría a los contratos previos se sumó a la lista de posibles irregularidades.
Cuarto, la ejecución del Invías está en el piso. Entre 2022 y 2025, la entidad ejecutó apenas 50 % de su presupuesto. En plata, pasó de mover COP 2,4 billones anuales a solo COP 1,5 billones en 2025.
Y quinto, la incertidumbre institucional espanta la inversión. Más de 10 ajustes directivos en el Ministerio de Transporte, Agencia Nacional de Infraestructura e Invías.
Además, las amenazas de cambios en vigencias futuras (pagos a largo plazo), que son la columna vertebral del modelo APP, agravó el panorama.
Asimismo, hay señales contradictorias entre pagos, riesgos y compensaciones.
Ese ruido genera lo más caro en un proyecto de infraestructura: desconfianza. Y donde hay desconfianza, hay menos financiación y más retrasos.
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El costo del frenazo
Según el informe, el país vuelve a niveles de actividad similares a 2013, la participación del sector en el PIB regresó a la de hace 20 años y las carreteras, que explican la mitad de toda la producción de obras civiles, están en su peor momento de la década.
Todo esto pasa mientras Colombia insiste en competir globalmente con costos logísticos altos y corredores saturados. Para Analdex, gremio de comercio exterior, los costos logísticos pasaron de 12,6 % en 2020, a 15,6 % en 2024. Este porcentaje se traslada directamente al valor de los productos para el consumidor.
Las regiones sostienen el pulso
Con el Gobierno sin mucha tracción, fueron los territorios los que evitaron un desplome aún mayor.
Entre los ejemplos más claros:
- La Primera Línea del Metro de Bogotá, con avance del 67 %, es uno de los proyectos urbanos más dinámicos del país.
- El Túnel del Toyo avanzó gracias a que Antioquia asumió partes de la obra que la Nación no pudo garantizar. Ese empuje territorial salvó un proyecto estratégico.
Sin ese músculo regional, el balance sería más crítico.
¿Cómo reactivar la infraestructura?
De acuerdo con el informe, las claves están en reestablecer la confianza en el modelo APP, que permitió construir 10.000 km de carreteras principales que, de otra forma, el país no podía financiar.
Para recuperarlo se necesita blindar las vigencias, cumplir los acuerdos de peajes y reducir el ruido sobre eventuales cambios regulatorios.
De igual manera, reactivar y priorizar proyectos según competitividad que conecten corredores estratégicos.
Y por último, optimizar costos y adaptar el modelo a tasas altas. Actualmente, con financiamiento más caro (las tasas del Banrep rondan el 9,25 %), el reto no es dejar de invertir, sino invertir mejor.
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