Luego de más de 20 años de labores, el caricaturista Julio César González Quiceno, más conocido como Matador, salió esta semana del diario El Tiempo, después de que se conociera que, hace diez años, maltrató a su esposa, lo que derivó en una denuncia penal y en su captura en el año 2013. La decisión de la compañía está vinculada directamente a ese hecho de violencia de género, lo que nuevamente abre la conversación sobre cuándo estas violencias son abordadas como asunto público o privado y hasta qué punto pueden interferir en el ámbito laboral. (“No se viola”: así transcurrió el plantón en el colegio las Bethlemitas)
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La existencia de la denuncia por violencia intrafamiliar la reveló en su cuenta de Twitter el abogado Abelardo de la Espriella, con quien Matador ha tenido varias diferencias personales. Se radicó el 23 de agosto de 2013 y narra maltratos físicos y verbales ejercidos por el caricaturista hacia su esposa. Aunque los hechos ocurrieron hace una década, solo hasta esta semana se hicieron públicos y, una vez El Tiempo, empleador de Matador, los conoció, decidió “suspender” su participación en las publicaciones de la casa editorial. El caricaturista, sin embargo, afirma que fue “despedido” de la compañía y alega que es por un “error personal”. (¿Hasta dónde vamos a cancelar a Ciro Guerra y a Víctor de Currea?)
En entrevista con Caracol Radio, Matador añadió que, al recibir el comunicado por parte de la que fue su casa editorial, sintió “que había sido entregado a los lobos” y que, antes de que se le informara, planeaba renunciar el próximo lunes 3 de abril. El caricaturista reconoció que sí agredió a su esposa, que fue denunciado y que había sido detenido durante unas horas. Agregó que este “error” lo cometió por su adicción al alcohol y que en aquella época concilió con su pareja, y llegaron a un acuerdo de conciliación para cumplir ciertas medidas, que supervisadas por un fiscal.
Pese a que Matador pudo conciliar con su víctima la agresión en 2013, hoy en Colombia no se permite conciliar este tipo de violencias. Mónica Godoy, consultora de violencias basadas en género, explica que la violencia intrafamiliar fue considerada por mucho tiempo como un asunto que se arregla “de puertas para adentro”. Sin embargo, la ley establece que la violencia contra la mujer no es conciliable. (La violencia que parece invisible, que te humilla, pero no te da golpes)
Aunque en el asunto penal el panorama está claro frente a la violencia basada en género, en el ámbito laboral hay opiniones divididas. Por una parte, Camilo Cuervo, abogado laboralista, considera que inicialmente lo ocurrido en el caso de Matador no sería una causal para despedir al caricaturista de su trabajo, porque tiene que ver con su vida privada e íntima. Pero la legislación laboral contempla que cuando esto se dé, es decir, despedir a los trabajadores sin justa causa, los empleadores entonces tienen que pagarles una indemnización.
En otra orilla, el abogado y docente universitario Carlos Barco afirma que hasta este momento, al no haber claridad de si Matador fue suspendido o despedido de El Tiempo, no se puede establecer si fue o no un proceso arbitrario. Barco añade que, más que un tema laboral, es un caso de “rechazo a las violencias de género”. El Espectador contactó a El Tiempo para precisar si matador fue despedido o suspendido de la compañía, pero el departamento de recursos humanos aseguró que solo se pronunciarían a través del comunicado que se publicó en redes sociales.
Otra abogada consultada por este diario, que pidió mantener su nombre en reserva, afirmó que, si bien la violencia de género no es mencionada explícitamente en el código del trabajo, los hechos violentos en contra de familiares sí. “Así se den fuera del espacio laboral o no estén relacionados con sus funciones, sí son considerados una causa justa para terminar un acuerdo laboral. Como en este caso los hechos de violencia intrafamiliar perpetuados por Matador sí existieron, la casa editorial está en todo su derecho de prescindir de sus servicios y no constituye ninguna violación al derecho al trabajo o a la presunción de inocencia”, respondió la abogada, para quien la decisión de El Tiempo es coherente.
Ella también menciona las declaraciones públicas que ha dado el caricaturista como decir que, a pesar de todo, la parte más “bonita” del expediente por violencia intrafamiliar es cuando su esposa afirma que, con su denuncia, no quiere hacerle “daño” a él, sino que quiere que “busque ayuda” para su alcoholismo. “Estas declaraciones son reprochables porque son leídas como una romantización de la violencia”, concluye la experta. (Me violaron y no puse resistencia: sí, sigue siendo violación)
En las últimas horas, Matador indicó que, a pesar de ser un tema tan duro, su salida de El Tiempo la ve como una oportunidad para contarle a las personas que sí pasó y aceptar su equivocación. Al respecto, Mariana Botero, coordinadora de la Clínica Jurídica de Violencia Intrafamiliar y de Género de la Universidad del Rosario, recuerda que este tipo de casos no pueden seguir siendo tratados como errores de la vida privada. “Error son caricaturas machistas, la violencia intrafamiliar y de género es un delito. Si se excusa a la gente con que fue un error, lo que se le está diciendo a las víctimas es que no es tan grave lo que les pasó”, añade la abogada. (Las voces de las mujeres: “Nos han mantenido calladas y es momento de hablar”)
La violencia de género es un asunto público, en opinión de Godoy, tiene una fuerte raíz cultural y ha tomado dimensiones de un problema de salud pública. Según la Procuraduría, en Colombia, tres mujeres son víctimas de violencia intrafamiliar cada hora. En 2013, que fue el año en el que Matador agredió a su esposa, hubo 144.8 casos de violencia intrafamiliar por cada 100.000 habitantes, según las cifras de la organización Así Vamos en Salud.
En 2021, la Corte Constitucional estableció que las empresas, y en especial los medios de comunicación, tienen la obligación de prevenir y sancionar la violencia de género. La sentencia, que fue resultado de una tutela presentada por la periodista Vanessa Restrepo contra el periódico El Colombiano por su respuesta insuficiente y revictimizante tras denunciar violencia sexual por parte de un compañero de la redacción, estableció tres obligaciones que tienen los lugares de trabajo: “la debida diligencia y corresponsabilidad, la no tolerancia y la no repetición”, explica a este diario Lucia Ramírez, coordinadora del área de género de Dejusticia.
La desvinculación de Matador de El Tiempo se suma a otros casos de periodistas como Óscar Rentería y Juan Fernando Barona, quienes en el último año fueron despedidos de sus empleos por violencias basadas en género. Estas decisiones, de acuerdo con todas las fuentes consultadas, están en la frontera entre lo privado y lo público, la censura y la libertad de expresión.
Óscar Rentería, periodista vallecaucano especializado en radio y deportes, fue despedido el pasado 16 de marzo del programa “El pulso del fútbol”, de Caracol Radio, después de que durante una emisión expresara comentarios machistas acerca de una denuncia por violación contra un futbolista del equipo francés PSG. Rentería justificó la presunta agresión sexual opinando que “si esa muchacha se fue al apartamento del jugador sola, sabía lo que podía pasar. Para qué viene a reclamar después”. Los comentarios generaron críticas y rechazo en redes sociales por la estigmatización que genera sobre las mujeres que denuncian agresiones sexuales.
Por su parte, en octubre del año pasado, se hizo pública una denuncia contra Juan Fernando Barona, quien era periodista de Noticias Uno, por agredir violentamente a su expareja. Los hechos que quedaron retratados en videos de las cámaras de seguridad del lugar generaron un retiro inmediato de sus funciones con el noticiero mientras se encontraba en Egipto cubriendo una gira presidencial de Gustavo Petro. La Fiscalía lo procesa por el delito de violencia intrafamiliar, aunque él no aceptó cargos. La próxima audiencia se realizará en junio.