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Trump reduce a Colombia a “fábrica de cocaína”, pero los datos de EE. UU. dicen otra cosa

Pese a la retórica del presidente estadounidense, los reportes oficiales de Washington muestran una realidad más compleja: Colombia sigue siendo su aliado clave en la lucha antidrogas y ha alcanzado cifras sin precedentes en incautaciones, aunque debe mejorar.

Hugo Santiago Caro

03 de diciembre de 2025 - 04:50 p. m.
Laboratorios de coca en Tibú, Catatumbo.
Foto: María Camila Morales López
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Nuevamente, Colombia está puesta en el ojo público de la opinión conservadora que escucha al presidente Donald Trump hablar del país como una “fábrica de cocaína” a la cual podría atacar en cualquier momento para combatir el narcotráfico con ataques terrestres. Se trata de una retórica que convirtió a Colombia —el país de la región que históricamente más ha cooperado con Estados Unidos en la lucha antinarcóticos— en el tercer país que ha amenazado en 2025 con intervenciones militares. Contradice, además, los mismos informes del Estado norteamericano, que justo en marzo reconoció el trabajo de Colombia en los dos últimos años en la erradicación.

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El Informe anual de la Estrategia Internacional para el Control de Estupefacientes, a cargo del Departamento de Estado, resalta que, aunque sigue viendo a Colombia como el mayor productor y exportador de cocaína del mundo, el país alcanzó cifras históricas de incautaciones en 2023 y, según datos del Ministerio de Defensa, incluso superó esos niveles en 2024. Solo en 2023, las autoridades decomisaron 846 toneladas métricas de cocaína y base de coca, un aumento del 10 % frente a 2022. Aun así, el informe también recoge el otro lado del cuadro: de acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), el área cultivada con coca creció un 10 % entre 2022 y 2023, pasando de 230.000 a 253.000 hectáreas. Incluso, si de datos se trata, se pueden sumar los más de 18.000 laboratorios que, según el presidente Gustavo Petro en su respuesta a Donald Trump, se han destruido “sin usar un solo misil” en su gobierno.

En palabras de Elizabeth Dickinson, analista sénior de International Crisis Group, resumir a Colombia como una “fábrica de cocaína” es marginalizar un trabajo de décadas: “Si bien Colombia sigue siendo el mayor productor de coca, de la hoja de coca, hay que reconocer —y eso es fundamental desde el principio— que Colombia es, a la vez, el aliado más fuerte y más leal en la lucha contra el narcotráfico en conjunto con Estados Unidos. Llevamos décadas trabajando en conjunto: una colaboración estrecha con la fuerza pública, la policía, los militares, también con la Fiscalía y todas las instituciones, realmente intentando lograr objetivos compartidos en la lucha contra el crimen organizado”. En efecto, son más de 40 años de cooperación binacional en la lucha antidrogas que se vio enfatizada desde la implementación del Plan Colombia a finales del siglo pasado.

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A ese panorama se suma otro indicador clave en las áreas pendientes de mejora, que incluye la UNODC en su reporte anual: la producción potencial de cocaína. Según las estimaciones publicadas en octubre de 2024, Colombia llegó a unas 2.664 toneladas de cocaína pura en 2023, el nivel más alto del que se tenga registro. Es decir, no solo aumentó el área sembrada, sino también la eficiencia de los cultivos y la capacidad de refinación, lo que mantiene alta la oferta pese al incremento de incautaciones.

El informe también detalla cómo se distribuyen hoy esos cultivos. Más del 60 % de la coca del país sigue concentrado en tres departamentos del suroccidente —Nariño, Putumayo y Cauca— y, en general, el Pacífico continúa siendo el corazón del cultivo. El Catatumbo, por su parte, se mantiene como uno de los núcleos más estables de producción. Estos focos ayudan a entender por qué el fenómeno se sostiene incluso en medio de operaciones y récords. El informe, en concreto, destaca la lucha antinarcóticos, pero dice que Colombia debe hacer más.

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La retórica frente a los datos

Entonces, si Estados Unidos tiene los datos, los informes y las cifras, ¿por qué reducir a Colombia a esas palabras? Adam Isacson, director del programa de Veeduría de Defensa de la Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), lo resume como una retórica vacía (de Trump): “El presidente Trump no se basa para nada en estudios ni en estimaciones de inteligencia; ni siquiera realmente lee sus briefings de inteligencia. Él está improvisando y tiene una agenda en la que no quiere que existan líderes en la región, en toda América Latina, que lo cuestionen. Entonces, tiene muy en la mira a Gustavo Petro. Y, bueno, es cierto que en Colombia ha habido un incremento en la producción de cocaína, pero eso se puede debatir: si se debe a una colusión, una cooperación entre el Gobierno y narcotraficantes, o si es más un tema de mala gestión, algo que ha pasado con otros gobiernos también”.

Sin embargo, parece que en la estrategia que están desplegando desde Estados Unidos, ni los datos ni el historial de cooperación tienen un peso tangible. Tan solo ayer, el secretario de Estado, Marco Rubio, volvió a enmarcar a Colombia como un miembro del eslabón de la cadena de narcotráfico que usan como pretexto para su ofensiva. “Si observamos estos barcos, el régimen de Maduro no es un gobierno legítimo. Es una organización de transbordo. Permite el tráfico de cocaína y otras drogas producidas en Colombia a través de territorio venezolano y, con la cooperación de elementos del régimen, se les permite salir de Venezuela en aviones y barcos con destino a Estados Unidos. Así que cooperan abiertamente con los narcotraficantes”, dijo en una entrevista con Sean Hannity de Fox News.

Ambos analistas coinciden, sin embargo, en que el panorama ha cambiado considerablemente y que Colombia, a pesar de ser uno de los principales productores, no es tan protagonista en la cadena de suministro como solía serlo. “Los grupos armados y criminales acá, en esencia, proveen la materia prima, pero la venden a compradores internacionales: en la frontera con Ecuador a grupos ecuatorianos; en el Atlántico a grupos mexicanos; en el Pacífico también, en su mayoría, a grupos mexicanos, que luego son realmente quienes están ganando la mayoría de las rentas. Porque, mirando la cadena del valor, la parte donde más quedan rentas y valor es el transporte, y Colombia queda únicamente con las rentas por la hoja de coca, la materia prima, y la refinación, en ciertos casos, de la cocaína”, explica Dickinson.

Por ahora, la insinuación de Trump está en el aire y, por lo que hemos visto en 2025, cualquier escenario es factible e impredecible con la administración en Washington. Isacson, sin embargo, se atreve a aterrizar al panorama colombiano la posibilidad de que se efectúen estos ataques, pese a toda la evidencia de la lucha antidrogas: atacar en Colombia, en plena víspera electoral, sería combustible para las fuerzas progresistas como el Pacto Histórico, algo que claramente sería contraproducente para Trump.

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Por Hugo Santiago Caro

Periodista de la sección Mundo de El Espectador. Actualmente cubre temas internacionales, con especial atención a derechos humanos, migración y política exterior.@HugoCaroJhcaro@elespectador.com
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