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Amanece en Provo y ya hay una fila de cientos de personas interesadas en sumarse a la policía migratoria para la campaña de deportaciones de Donald Trump. El reclutamiento del servicio de inmigración atrae a una variada multitud desde todos los rincones de Estados Unidos.
John Wolworth manejó ocho horas hasta esta ciudad de Utah, desde el estado vecino de Colorado, en el oeste de Estados Unidos, y está ansioso por unirse al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
“Estoy aquí para defender a mi país”, dice. “Nuestras fronteras son importantes, nuestra cultura es importante, y tenemos el derecho, como pueblo, de preservar esa cultura”, agrega este exsoldado de 33 años.
Desempleado, trajo su currículo, un título de enfermería, medallas del Ejército, un certificado de puntería y otro de jiu-jitsu. “Creo que tengo el perfil adecuado”, comenta: “Como hombres, prácticamente está en nuestro ADN responder al llamado”.
Con su ley de presupuesto, Trump asignó US$ 170.000 millones a la protección de las fronteras y su campaña contra la inmigración irregular. El ICE, encargado de ejecutar la enorme operación de deportaciones que el mandatario republicano prometió durante la campaña electoral, es uno de los principales beneficiarios de estos fondos extra, con los cuales se propone reclutar 10.000 agentes adicionales.
La estrategia para reclutar agentes contra la migración en Estados Unidos
Para ello, el Departamento de Seguridad Nacional, al que pertenece el ICE, ha lanzado una serie de ferias laborales como esta de Provo. En su portal web, fue desempolvada la figura del Tío Sam, que, vestido con los colores de la bandera y apuntando con el índice, llamó al combate a los jóvenes en la Primera y la Segunda Guerra Mundial. “Estados Unidos fue invadido por criminales y depredadores”, dice ahora el Tío Sam: “Te necesitamos a ti para sacarlos”.
Esta retórica patriótica atrae a hombres de todas las edades. “Finalmente, tenemos un presidente que quiere que Estados Unidos sea genial de nuevo. Por eso estoy aquí”, expresa un sexagenario que se reserva su nombre.
La mayoría de los aspirantes son blancos, pero también hay personas de origen latinoamericano y afrodescendientes. Allan Marquez, empleado de una compañía privada de seguridad que trabaja en una prisión que recibe detenidos del ICE, opina que las deportaciones masivas prometidas por Trump “son necesarias”. “Es parte del trabajo para mantener segura a la nación”, dice este estadounidense de 29 años, nieto de mexicanos.
Eddie, también con raíces mexicanas y quien no quiere dar su nombre completo, reconoce que sintió recelo ante las redadas que el ICE ejecutó hace unos meses en Los Ángeles. Las imágenes mostraron a agentes enmascarados ocupando ferreterías, autolavados y explotaciones agrícolas, en lo que parecía una arremetida contra la población hispana.
El ICE insistió que no fueron acciones arbitrarias contra esa comunidad, sino contra objetivos específicos. Las estadísticas oficiales revelaron que la mayoría de los detenidos no tenían antecedentes penales.
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Las voces que se pronuncian frente al reclutamiento de agentes en Estados Unidos
Eddie, quien trabajó en protección a la infancia, dice que espera asumir con humanidad el papel de agente migratorio: “Tengo origen hispano, pero este es un trabajo que debe hacerse. Así que prefiero ser yo mismo quien lo cumpla para asegurarme de que las personas sean tratadas correctamente, aunque se deporten”.
Texano de 33 años, Eddie admite que le preocupa un poco el exponencial crecimiento del ICE, que redujo de varias semanas su entrenamiento obligatorio. Sin embargo, le atrae la idea de “un trabajo estable, con buenos beneficios”.
El ICE ofrece un bono de US$ 10.000 anuales a los empleados que trabajen por cinco años, así como un salario gubernamental, seguro de salud y otros beneficios. “Mentiría si dijera que eso no me motivó”, sonríe Walter Campbell, un exmarine.
Campbell, de 26 años, cree que “la inmigración se ha vuelto un gran problema en este país en los últimos 30 años”, disminuyendo el salario de los estadounidenses. Asegura que no lo conmueven los manifestantes que le gritan: “No vendas tu alma a la Gestapo”. La victoria electoral de Trump implica que su campaña de deportación es “un mandato del pueblo”, les responde.
Campbell también relativiza los cuestionamientos al ICE, según los cuales la agencia apunta a quienes hablan español, aunque sean estadounidenses. “Siempre habrá errores, especialmente cuando se trabaja a esta escala”, comenta: “Nadie dijo que iba a ser el trabajo más limpio del mundo”.
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