El negocio detrás de las teorías conspirativas

La idea de que el hombre nunca pisó la Luna se ha mantenido viva durante ya casi cinco décadas, alimentándose con mentiras, y detrás de todo ello hay quienes se benefician. ¿Cómo?

Camilo Gómez / @camilogomez8
21 de julio de 2019 - 02:00 a. m.
Encuestas recientes muestran que el 6 % de los estadounidenses no creen que la misión a la Luna tuvo éxito. / Getty
Encuestas recientes muestran que el 6 % de los estadounidenses no creen que la misión a la Luna tuvo éxito. / Getty

Stephen Curry, la estrella de los Golden State Warriors de la NBA, se sumó en diciembre de 2018 a la lista de personas que no creían que el hombre pisó la Luna el 21 de julio de 1969, según dijo luego, como parte de un chiste. Las actrices Whoopi Goldberg y Marion Cotillard también han manifestado que tienen dudas sobre el famoso alunizaje, ellas con un tono más serio. Increíblemente, estas no son creencias aisladas y extravagantes de las celebridades. Fuera de chiste, algunas encuestas revelan que, en verdad, 50 años después de la misión del Apolo 11, el 6 % de los estadounidenses no creen que la misión espacial tuvo éxito, pese a las pruebas irrefutables que la sustentan.

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Hay un gigantesco volumen de evidencia sobre la llegada del hombre a la Luna, que incluye 382 kilogramos de roca lunar recolectada en las misiones del programa Apolo, las marcas que dejaron los módulos espaciales y las huellas de los astronautas al pisar el satélite de la Tierra, e incluso existe la corroboración de la historia por parte de miembros de la Unión Soviética, el bloque con el que luchaba el gobierno estadounidense en la carrera espacial. “Estábamos allí en la base militar soviética 32103. Juro por Dios que nos sentamos con los dedos cruzados ese día. Esperábamos que los muchachos (Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins) lo lograran. Queríamos que esto sucediera. Conocíamos a los que estaban a bordo y ellos nos conocían a nosotros”, recuerda por estos días el cosmonauta ruso Alexei Leonov sobre la misión del Apolo 11. Pero si estas no son mentiras y sí llegamos a la Luna, ¿por qué sigue siendo tan popular la teoría del falso alunizaje? La verdad es que hay maneras de sacar provecho de estas mentiras y hay alguien que lo está haciendo, pues la conspiración es vendedora y atractiva para el público, con un efecto nocivo, por supuesto.

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Las teorías de conspiración sobre la llegada a la Luna arrancaron a mediados de la década de 1970, con Bill Kaysing, el hombre que difundió la idea de que toda la carrera espacial era un engaño. Kaysing, quien trabajó en una compañía donde se diseñaron los motores del cohete Saturno V, publicó un folleto titulado “Nunca fuimos a la Luna: La estafa de los treinta mil millones de dólares de Estados Unidos”, con el que sostuvo, hasta el momento de su muerte en 2005, sin pruebas concretas, que la NASA estaba mal administrada y tenía un control de calidad deficiente, por lo que un vuelo tripulado con éxito iba en contra de todas las posibilidades estadísticas. Su posición, primero, alimentó cinco décadas de mentiras, en las que cientos de personas han puesto en duda la credibilidad de las fotografías y videos difundidos por la NASA y se niegan a creer que la carrera espacial fue real y exitosa. Pero, por otro lado, ese folleto se convirtió en un libro que hoy cuesta US$44,99 y del cual CreateSpace, una compañía de Amazon, cobra las regalías.

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La idea de Kaysing, considerado el padre de la teoría conspirativa, se transformó en libros, documentales, programas de televisión con entrevistas y ahora videos de Youtube. En 2001, Fox TV publicó un especial de 60 minutos llamado Teoría de conspiración: ¿Aterrizamos en la Luna?, el cual fue visto por 15 millones de personas y contó con 13 minutos de publicidad. Fox habría recibido por lo menos US$2 millones en publicidad durante su emisión. En todas las plataformas hay alguien recibiendo dinero por publicar mentiras.

En Youtube, los videos sobre la conspiración del alunizaje pueden dar a sus autores ganancias estimadas entre los US$3.500 y los US$28.000 para un video con 7 millones de vistas, gracias a los ingresos de publicidad. Pero, más allá del dinero que pueda recolectarse producto de las teorías conspirativas, lo grave en este mundo digital es que Youtube, la plataforma más grande e importante de videos en el mundo y el segundo buscador de contenido más importante de internet, recomienda ese contenido basado en mentiras por encima de videos relacionados con el alunizaje real y sustentados con bases científicas.

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Un experimento hecho por el diario El País de España encontró que el algoritmo que usa Youtube recomienda videos de tinte radical, así como publicaciones pseudocientíficas, como las que sustentan que el alunizaje fue grabado en un estudio de Hollywood. Pero en lugar de balancear ese video recomendando otro con citas científicas que lo desmientan, la plataforma lanza más de tinte conspirativo, entre los que se pueden hallar cosas como que los atentados del 11 de septiembre de 2001 fueron un plan elaborado por el gobierno estadounidense o que las vacunas son una estrategia para controlar los cuerpos humanos.

“El algoritmo trabaja como una bola de nieve: puede crecer mucho en ciertas condiciones. Parece que la pseudociencia creció mucho en España y el extremismo más en Estados Unidos. La desinformación anticambio climático no explotó en Francia, por ejemplo. Pero las cosas pueden cambiar y el extremismo también puede crecer exponencialmente en España”, le explicó a El País de España Guillaume Chaslot, exingeniero en Youtube y ahora fundador de la web Algotransparency.org, desde la que defiende la transparencia en este buscador.

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Si bien la compañía está trabajando para corregir ese defecto, ha pasado años sugiriéndoles a sus usuarios que consuman mentiras para engancharlos a su plataforma. Lo peligroso aquí es que muchos confían en que esta página es una “fuente confiable de evidencias”, como le confesaron unos tierraplanistas (personas que creen que la tierra es plana) a Ashley Landrum, profesora de la Universidad de Texas, quien investigó el fenómeno de las teorías conspirativas. Según Landrum, la plataforma Youtube es clave, pues quienes creen en estas ideas lo hacen porque vieron a alguien hablando de ello en internet. Cuando se forma una comunidad se activa un mecanismo psicológico que se conoce como pensamiento motivado, donde solo se aceptan como válidos los datos que reafirman las teorías personales.

A los estadounidenses, por ejemplo, “les encantan las teorías de conspiración, cada vez que tienen algo grande aparece una”, explica Roger Launius, exhistoriador de la NASA. Estas historias pueden ser placenteras, pero pueden perjudicarlos a la vez. Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Australia Occidental encontró que el efecto de las teorías de conspiración es preocupante y que la creencia en estas ideas está asociada con el rechazo motivado de la ciencia. También tienen un efecto social asociado al extremismo de derecha y la violencia política, que puede reunir a un gran número de teorías falsas que se apoyan mutuamente dentro de la mente de un individuo.

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Hay que preocuparse por dos razones. Como explica Mark Lorch, químico y escritor de la Universidad de Hull, los hechos y argumentos racionales no son muy eficaces a la hora de alterar las creencias de la gente. “Una de las causas por las que las teorías de la conspiración surgen periódicamente es nuestro deseo de imponer una estructura al mundo y nuestra capacidad para reconocer pautas… para colmo de males, ofrecer información rectificadora a un grupo con creencias firmes puede acabar por reforzar sus opiniones a pesar de que los nuevos datos las desautoricen. Las nuevas pruebas generan contradicciones en nuestras creencias y con ello nos producen un malestar emocional”, concluye. Pero también las teorías conspirativas han comenzado a usarse con fines de poder y electorales, y eso nos lleva a la ola de noticias falsas en las que vivimos.

En los rincones de internet crecen las comunidades que producen teorías conspirativas sobre cualquier cosa, motivadas por doctrinas políticas. Y algunas pueden conducir a efectos devastadores para la sociedad.

Por Camilo Gómez / @camilogomez8

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