Terminó la espera. Los últimos 20 rehenes israelíes vivos que permanecían en la Franja de Gaza fueron liberados este lunes, marcando un día histórico y profundamente emotivo para Israel. Miles de personas se congregaron en la llamada Plaza de los Rehenes, en Tel Aviv, para recibirlos entre aplausos, lágrimas y banderas.
Un helicóptero militar que los trasladaba sobrevoló la multitud antes de dirigirse al hospital Ichilov. En la puerta, uno de los liberados formó un corazón con sus manos en señal de gratitud. Sin embargo, la alegría es parcial: el Ejército israelí confirmó también la recuperación de los cuerpos de cuatro rehenes fallecidos, mientras aún se espera la entrega de otros 24, en cumplimiento del pacto de alto al fuego con Hamás. Sus familias le exigen al gobierno de Netanyahu presionar al grupo islamista para que cumpla con su parte.
“Matan, mi amor, se terminó la guerra”, dijo con emoción Einav Zangauker cuando abrazó a su hijo de 25 años. “Tú eres mi vida (...) eres mi héroe”, agregó la mujer, citada por la agencia AFP, quien se convirtió en uno de los rostros del sufrimiento de los familiares de los secuestrados por Hamás el 7 de octubre de 2023.
En paralelo, la otra cara del intercambio se vivió en Cisjordania y Egipto, donde la liberación de prisioneros palestinos desató escenas de júbilo y reencuentros familiares. Un total de 88 personas fueron liberadas en Ramala, mientras cerca de 1.800 fueron enviadas de regreso a Gaza y más de 150 trasladadas al norte de Egipto, según el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
En total, la organización ha facilitado desde octubre de 2023 la liberación de 172 rehenes y 3.473 detenidos como parte de su papel de intermediario neutral. Sin embargo, según la Sociedad de Prisioneros Palestinos y la ONG HaMoked, más de 11.000 palestinos continúan en cárceles israelíes, incluidos unos 3.500 bajo detención administrativa y más de 400 menores. Pese al alivio de las últimas liberaciones, los organismos humanitarios advierten que el proceso enfrenta obstáculos políticos y legales, en un escenario aún marcado por la desconfianza y el dolor de ambas partes.
“Es un sentimiento indescriptible, como volver a nacer”, afirmó ante la AFP Mahdi Ramadan. La multitud, mientras tanto, gritó en árabe: “Dios es el más grande”. El lunes fue un día importante para Nur Sufan, de 27 años, pues marcó la primera vez que vio a su padre, quien fue encarcelado unos meses después de su nacimiento. El alivio por las liberaciones convive con el reclamo de justicia y el deseo compartido, en ambos lados, de que la paz deje de ser solo una promesa.
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