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En defensa de la acción directa

Catalina Ruiz-Navarro
01 de octubre de 2020 - 03:00 a. m.

La semana pasada la Corte Suprema de Justicia emitió un fallo histórico a favor de 49 ciudadanos que solicitaban la protección de su derecho a la protesta pacífica, luego de haber sido víctimas de violencia policial. La Corte habla de una “intervención sistemática, violenta, arbitraria y desproporcionada de la fuerza pública en las manifestaciones y protestas” y ordena a entidades del Estado hacer los cambios necesarios para prevenir que la fuerza pública agreda violentamente a los manifestantes.

Aunque la Constitución de 1991 reconoce el derecho a la protesta social, que además es considerada como parte del derecho a la libertad de expresión por estándares internacionales, en Colombia, tras décadas de estigmatización y conflicto nos desacostumbramos a la protesta. Pero uno de los efectos más contundentes del Acuerdo de Paz es que la gente volvió a organizarse para protestar y salir a las calles. Esto nos ha llevado a una conversación que teníamos rezagada.

La protesta social es el derecho a exigir derechos, e históricamente muy pocos derechos se han adquirido sin protestar. Por supuesto que para el Gobierno es más cómodo que todo el mundo se quede calladito y alienado en sus casas, y al capitalismo le conviene que la gente siga trabajando como un relojito, pero la comodidad de los sistemas de poder jamás nos ha llevado a adquirir derechos. Es necesario y además deseable que la gente salga a protestar a las calles, y no solo de forma “amable”. Las protestas no se rigen por manuales de buenos modales porque su objetivo es precisamente lo contrario de lo que buscan esos manuales: incomodar.

Y mientras más indolente y fresco se quede el Gobierno, más duro habrá que gritar. Por eso, muchas veces, la ciudadanía se ve obligada a recurrir a lo que se llama “acción directa”: rayar, romper, quemar propiedad pública o privada, a manera de intervención simbólica. Quienes apoyamos la acción directa no apoyamos la protesta violenta. Y no, no son lo mismo. La Corte define protesta violenta como la que “aboga por el discurso y la apología al odio, a la hostilidad, que patrocina la propaganda a favor de la guerra, que propende por el odio nacional, racial, religioso, y por la discriminación, o que incite a la pornografía infantil, al delito o al genocidio”. Cualquier discurso que caiga dentro de estas categorías, incluso dicho suavecito y sin matar una mosca, es violencia e incita a la violencia, y es una vergüenza que muchas veces pase como discurso aceptable.

A muchas personas les parece que esto es “vandalismo” y que no es legítimo porque implica romper ciertas leyes hechas para cuidar la propiedad privada, las estatuas de piedra y los cajeros automáticos. La acción directa descoloca a esas personas que están cómodas frente a las opresiones, o que tienen tantos privilegios que pueden exigir sus derechos en una reunión privada y de tú a tú con alguien poderoso, diciendo “por favor”. Y ese es precisamente el objetivo. Desde la comodidad dirán que romper un vidrio es “violento”, y quizás lo es en una interpretación muy ligera e irrespetuosa de la palabra “violencia”, pero nunca será peor que golpear a una persona o matarla. La acción directa nos muestra siempre quiénes están más preocupados por las piedras que por las vidas humanas, y que no se nos olvide que en Colombia se está protestando por masacres y por personas asesinadas a manos de la fuerza pública.

@Catalinapordios

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Manuel(6280)02 de octubre de 2020 - 02:03 a. m.
Insólito el concepto de "acción directa" de la columnista, muy diferente a lo que comúnmente se entiende bajo esa denominación, creo. Por Acción Directa se entiende o al menos yo lo entiendo, cualquier acción física, de fuerza o violencia física, desde un empujón o arrojar un vaso de agua a alguien, hasta una bomba atómica, y no incluye la violencia simbólica, p. ej. mostrar las nalgas al público
Gabriel(94346)02 de octubre de 2020 - 02:00 a. m.
En realidad los vándalos que se ponen a "rayar, romper, quemar propiedad pública o privada, a manera de intervención simbólica" son más bien derechistas que buscan desacreditar las protestas sociales ante la opinión pública, y cuando se ha tomado a esos vándalos en fotos y videos resultan ser policías encapuchados. Y acción directa no es ese vandalismo, sino tomar los derechos con vías de hecho.
  • Gabriel(94346)02 de octubre de 2020 - 02:06 a. m.
    Ah, y también con desobediencia civil.
Jorge(8625)01 de octubre de 2020 - 11:20 p. m.
Parece ser que hay un desconocimiento total de la historia en cuanto a los movimientos sociales y la consecución de derechos para hacer un mundo más humano. Un estado pseudodemocrático con su estructura de poder y dominación en manos de unos pocos privilegiados no puede invocar por comportamientos pasivos y de buenas maneras a sus ciudadanos. Es una contradicción.
Alonso(9473)01 de octubre de 2020 - 08:30 p. m.
esta salvaje no tiene local en el centro de Bogotá....
Atenas(06773)01 de octubre de 2020 - 06:55 p. m.
Como de costumbre, esta rastrerita opinadora, falaz hasta las cachas y de sectarismo ciega, se despacha sin empacho en sus bulos. Y asi como no tuvo tripas pa cuestionar la masiva violacion de miles de niñas del campo por parte de su camaradas de las Farc, y mejor aplaudió y celebró, ahora hace defensa de ese nuevo frente guerrillero empotrado en la CSJ. BELLACA.
  • Macario Paramo(86653)02 de octubre de 2020 - 02:08 a. m.
    Estas loca "Atenea".
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