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Los viejos queridos odios

Mauricio García Villegas
19 de septiembre de 2020 - 05:00 a. m.
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Esta semana los dirigentes de las Farc enviaron una carta en la que piden perdón, “desde lo más profundo de su corazón”, a todas las víctimas del secuestro y a sus familiares. El “secuestro —dice la carta— fue un gravísimo error del cual no podemos sino arrepentirnos”, un error que “dejó una herida profunda en el alma de los afectados” y que, además, “hirió de muerte su credibilidad y legitimidad”.

De todas las muestras de arrepentimiento que han dado las Farc (algunas poco creíbles y otras demasiado ambivalentes), esta me parece la más cierta y la más importante. Por primera vez en su larga historia de violencias, las Farc hablan de secuestro y no simplemente de retenciones, y esto es mucho más que una simple sustitución de palabras. Es el reconocimiento de que una guerra alimentada con el dolor de decenas de miles de personas inocentes es una guerra inmoral. Es también, de manera indirecta, la aceptación de que la izquierda radical, que justificaba la lucha armada, fracasó. No sobra decir que nada de esto se habría logrado sin el Acuerdo de Paz.

Todavía hay gente que sigue pensando de esa manera, pero ya son pocos y no tienen el protagonismo que tenían hace cuatro décadas, ni su arrogancia. “El odio —dijo alguna vez el Che Guevara— es un factor de lucha, ese odio intransigente al enemigo que impulsa más allá de las limitaciones del ser humano y lo convierte en una máquina de matar efectiva, violenta, selectiva y fría. Nuestros soldados tienen que ser así: un pueblo sin odio no puede triunfar”.

Tal vez hemos logrado algún progreso moral. La carta de las Farc, en donde finalmente, así sea de manera tardía, reconocen que el secuestro es algo inadmisible, algo que no puede hacer parte de ninguna guerra, me parece una prueba de ello. Muchas otras prácticas violentas, empezando por la toma de las armas contra el Estado, deberían correr la misma suerte. La violencia es moralmente reprochable. Hay excepciones, claro, nadie cuestiona el levantamiento armado contra Hitler en 1939 o contra Pol Pot a finales de los 70. Pero ese no es nuestro caso, así los gobernantes malos o incluso indolentes abunden en nuestra historia.

La violencia, en principio, no solo es moralmente cuestionable sino políticamente contraproducente. Los extremistas de cada grupo operan como enemigos complementarios que se necesitan mutuamente; los unos ven en el odio de clase y la violencia el único método posible para llegar al poder, mientras los otros ven en la violencia ilegal el único medio posible de mantenerse en el poder. En esa espiral de furias, cada parte construye al otro, lo hace a su imagen y semejanza. Si hay un legado claro de la guerrilla a este país, es haberle dado a la extrema derecha un motivo para exacerbar sus demonios y cometer toda suerte de atrocidades.

Los radicales violentos son una minoría, pero con sus gritos y sus balas tienen el poder de silenciarnos. Quienes no queremos la guerra quedamos reducidos a la impotencia, como lo estuvimos durante tantos años por causa de las acciones de la guerrilla y de los paramilitares. Régis Debray, el amigo del Che Guevara, decía esto: “En el nuevo panorama de la lucha a muerte no hay lugar para las soluciones bastardas, ni para la búsqueda de equilibrios entre la oligarquía y las fuerzas populares”.

Tengo la esperanza de que esta alabanza al fanatismo sea hoy tan inaceptable como el secuestro. También me hago la ilusión, viendo cómo van las cosas hoy, de que esta carta de las Farc contribuya a que no vuelvan, como tantas veces en el pasado, esos que don Carlos E. Restrepo llamaba “los viejos queridos odios”, con sus guerras.

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ALVARO(56080)19 de septiembre de 2020 - 05:34 p. m.
Otra farsa de esos narcoterroristas, con el ùnico fin de frenar la percepciòn, cada vez mayor, de su TOTAL incumplimiento con su imperativa obligaciòn de verdad, reparaciòn y colaboraciòn con la justicia. ''Gravìsimo errores'' cometemos todos. El secuestro no es un ''gravìsimo error''. No!!. Es un delito doloso, traumatizante, genocida y de lesa humanidad, que nunca puede quedar impune.
Julio(25062)19 de septiembre de 2020 - 04:53 p. m.
"Durante un año comieron carne de burro los niños de colegios de Bucaramanga : la investigación realizada por la Fiscalia determinó que los menores fueran alimentados con carne de baja calidad e infestada de químicos....". Tomado de los danieles. Cosas como estas están ocurriendo todos los días en Colombia porque los infractores saben que no tenemos justicia .
  • william(gr1s2)19 de septiembre de 2020 - 06:14 p. m.
    El responsable ya esta preso, mientras que los criminales del secuestrariado fungen de congresistas y niegan la verdad y la reparación.
  • Julio(25062)19 de septiembre de 2020 - 05:14 p. m.
    Esto es violencia física que no respeta edades .Con absoluta seguridad el infractor tiene palancas en el alto gobierno -que le consigueron el contrato a cambio de algo- y no es la primera vez que sucede esto con la comida de los niños en todo el país y como los miserables infractores son intocables pues.. aquí no pasa nada.......una masacre por aquí, otra por allá , desalojo de tierras por acullá
juan(9371)19 de septiembre de 2020 - 03:36 p. m.
Columna que parece escrita por un buen cristiano. No ahonda en algo como es la violencia diaria del poder económico, del inepto y corupto poder político su aliado, que dejan muertos invisibles, miles, millones tal vez, reflejado ahora con este encierro que nos desnudó totalmente , en el sentido de ejercer la violencia sobre el 80% del pueblo sin acceso a verdaderas ayudas.
Atenas(06773)19 de septiembre de 2020 - 02:26 p. m.
¿Y cómo admitir q' entre connacionales, o hermanos, se llegue a tal extremo de barbarie? Y eso fue lo q' sembraron las sedicentes fuerzas revolucionarias en nuestro interior. Los dos casos q' expone, Hitler y Pol Pot, involucró a otras naciones con todo su horror. Empero, cuando aqui se desató el infierno guerrillero, y conociendo lo pérfido de su causa, no hubo otro remedio.Y no una utopía.
  • Julio(25062)19 de septiembre de 2020 - 04:05 p. m.
    Asolapado , fascineroso de la parla guacamayesca , uribista grado 38. Claro que había y hay remedio : respetar la ley , que nadie se sienta que está por encima de la Ley , que el dinero del estado no sea un botín de los que han llevado a Colombia a la ruina económica y moral , que desaparezcan los Ejércitos por inútiles , criminales , y carga económica para un pueblo humillado y ofendido.
HUGO(31598)19 de septiembre de 2020 - 12:30 p. m.
De acuerdo, las farc tienen que reconocer que su forma de lucha fue una gran equivocación histórica y que sus acciones no tienen justificación, pedir perdón y reparar a las víctimas es su única acción política válida. Pero y la violencia legal que menciona el columnista ¿esa si tiene justificación? Hay que desentrañar este asunto. ¿Se justifica el aparato armado del Estado?
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