La cuarta canciller del Ejecutivo de Gustavo Petro tiene encima el tercer impase diplomático en lo que va del año. Rosa Villavicencio llegó al gabinete tras la renuncia de Laura Sarabia y no solo es la más cercana al corazón del mandatario entre todos los ministros de Exteriores que han pasado por el “Gobierno del cambio”, es también la que verá la materialización del cambio en el esquema de los pasaportes y la que probablemente terminará el periodo presidencial.
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En menos de cuatro meses pasó de ser la coordinadora del Grupo Interno de Trabajo “Colombia Nos Une” de la cartera a la jefatura del Ministerio de Relaciones Exteriores y desde allí es que, a diferencia de sus antecesores, se ha movido en silencio para seguir a rajatabla las directrices del jefe de Estado. Esta fue, incluso, una de las razones por las cuales se mantuvo en firme después de quedar como canciller encargada y sorteó los rumores de su posible salida para ratificarse en el cargo el pasado 26 de agosto.
Y la más reciente es la de continuar con la depuración de aquellos que no compartan la línea política del “Gobierno del cambio”, específicamente en las embajadas. Así lo estableció el jefe de Estado en el último consejo de ministros, en el que volvió a referirse a los diplomáticos “criados en la diplomacia feudal” y reabrió una herida de larga data entre la Casa de Nariño y la carrera diplomática, a la que Petro prometió potenciar en 2022.
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“Tumben los que nos tumben en las cortes se reemplazan por las personas que siguen la línea del presidente, en materia internacional, porque soy, por Constitución, el director de las relaciones exteriores de Colombia”, aseguró en la reunión del alto Gobierno.
Ese anuncio se suma a la incertidumbre que ha tocado a la cartera en los últimos meses. Cuando todavía Villavicencio estaba como encargada cambió la cabeza de la Dirección de América, responsable de las relaciones con Estados Unidos, y las de Derechos Humanos, Cooperación Internacional e Integración Fronteriza. Todas las salidas generaron ruidos internos y fueron las primeras pistas de los movimientos siguientes.
Tan solo hace algunas semanas se publicaron las hojas de vida de Harol González y Laura García para cargos directivos. Ambos cuentan con experiencia en materia de relaciones exteriores, así como nexos con el Pacto Histórico.
El primero se desempeñó desde diciembre de 2024 como vicepresidente de Asuntos Internacionales en la Colombia Humana y hoy es la cabeza de la Academia Diplomática, en reemplazo de la funcionaria de carrera Ana María Fonseca Moreno. La segunda es la mamá de la representante María del Mar Pizarro (Pacto Histórico) y pasó a la dirección de Cooperación Internacional de la Cancillería.
No son los primeros cambios señalados como “políticos”, pero sí hacen parte de un discurso con el que el presidente ha dejado claro que solo él tiene la capacidad de manejar las relaciones internacionales en el Gobierno, algo que ella misma le reconoció a El Espectador, en uno de los pocos diálogos que ha tenido con la prensa, mostrando su fidelidad al proyecto político. Es precisamente por este último punto por el que los antecesores de Villavicencio han tenido choques con el mandatario que han llevado a sus propias salidas.
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El disgusto de Luis Gilberto Murillo por el impase diplomático de los colombianos deportados por Estados Unidos —provocado por un trino de Petro a las tres de la mañana— generó su salida adelantada del gabinete y no han sido pocas las críticas que ha enunciado contra el mismo mandatario después de eso.
La renuncia de Sarabia se dio en medio de la polémica por el nuevo modelo de pasaportes, por la que aseguró que se “han tomado decisiones que no [compartía]” y aunque está previsto que aterrice en la embajada de Reino Unido, tiene pendientes varios líos judiciales con integrantes del mismo gabinete, entre ellos el ministro del Interior, Armando Benedetti. Además, fue conocido el choque entre ella y el cuestionado pastor Alfredo Saade, a quien el mismo jefe de Estado designó como el encargado de todo el proceso contractual que se adelantó con el Gobierno de Portugal.
La posición de Villavicencio no ha ido en esa línea. El excanciller Julio Londoño Paredes asegura que, mientras todos los ministros anteriores “han tenido diferencias importantes con el presidente”, la actual ministra está “tratando de identificarse hasta donde más sea posible con él”.
No es menor que este mismo lunes haya anunciado que renunciaba a la visa de Estados Unidos en “solidaridad” con el jefe de Estado. Y, paralelo a eso, haya asumido la tarea de entablar un diálogo con el mayor socio comercial de Colombia a través de canales diplomáticos y con una relación fragmentada. Incluso, para asumir la llegada de Colombia como miembro no permanente al Consejo de Seguridad, uno de los eventos más esperados en el Palacio de San Carlos en los próximos meses.
Desde las comisiones segundas, a donde ha ido a responder por la zona binacional con Venezuela —otro punto crítico de la política exterior de Colombia por el guiño que ha significado para el régimen de Nicolás Maduro, sumado a la negación de la existencia del Cartel de los Soles— ven con los mismos ojos el trabajo de la canciller. Voces de la oposición le dijeron a este diario que reconocen que asista a todos los debates de control político, pero critican la línea tan cercana al mandatario.
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La economista de la Universidad Cooperativa de Colombia, con especialización Cooperación Internacional para el Desarrollo en la Universidad Complutense de Madrid y una maestría en Migración y Relaciones Intercomunitarias, tiene, para muchos, eso sí, los mismos pecados que sus antecesores. Tanto Álvaro Leyva —hoy uno de los enemigos principales del Gobierno por las denuncias del presunto plan de golpe de Estado— como Murillo y Sarabia llegaron a la Cancillería sin experiencia previa en temas diplomáticos, y el hecho de que en tres años ya sean cuatro las personas que han encabezado esa cartera deja un mal sabor para los expertos en relaciones internacionales.
La tarea ya está delineada para la canciller y solo cumpliendo estrictamente los mandatos del presidente es que muchos han logrado seguir en la cartera. En un momento clave no solo para el Ejecutivo sino para la campaña, el manejo de las relaciones exteriores continuará siendo principal para el discurso que tiene la Casa de Nariño.
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