A raíz de la firma de esos contratos para la paz total, entre los que está el de 4-72 por COP 10.000 millones, ¿cómo se viene trazando la hoja de ruta para estos 10 meses que le quedan al Gobierno en cuanto a la paz total?
Claro que tenemos algunas dependencias, por supuesto, de la cuestión administrativa, pero es más de la cuestión política. El tiempo que queda es muy corto: prácticamente de aquí a marzo, porque luego se vienen las elecciones de Congreso y luego las elecciones presidenciales. De todas maneras, el torbellino político nos coge y nos arrasa. Entonces, estamos acelerando las cosas, no solamente por temas de ley de garantías, sino porque en este momento hay que darle un impulso a los procesos que ya tenemos en la mano.
¿Y cómo van esos avances?
Uno no puede avanzar a la velocidad que quisiera, sino que también hay que tener en cuenta la velocidad del otro. Esto es como en un baile, uno no puede marcar un ritmo más fuerte que lo que marca el otro. Por supuesto, tampoco puede estar tan lento que no avance. Ese es el afán que tenemos. Pero en todos los procesos estamos avanzando un poco.
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¿Qué puede responder por los interrogantes de por qué se le invierte a mesas como las del ELN? Ya el presidente Gustavo Petro dio el anuncio, ¿cuál es esa expectativa? ¿Sí hay una buena prospectiva de que se retomen esas mesas como la del ELN?
No tengo mucha información de cómo se va a restablecer esa mesa, no tengo una información confiable. Me atengo a lo que dice el presidente. Hay una sana expectativa de que el ELN y concretamente Pablo Beltrán se interesen en restablecer esos diálogos, pero desde luego no tengo una información cierta de que se vaya a restablecer una mesa. Esas conversaciones, primero que todo, no sé dónde se van a restablecer, ni tampoco tengo la agenda de cómo sería ni hasta dónde piensa llegar el ELN.
¿Cómo será el actuar del Gobierno con estos grupos criminales?
Mi opinión sobre eso es que nosotros tenemos que actuar con claridad, con franqueza: si el ELN piensa avanzar hasta un determinado punto, que sea algo exigible por parte nuestra y de los países que nos acompañen. No es cuestión de que avanzamos y luego retrocedemos, porque eso no le sirve a nadie. Por ejemplo, con el ELN avanzamos en el punto de no al secuestro y luego ellos retrocedieron en ese sentido. Nosotros no podemos andar al vaivén de lo que se les ocurra cada vez. Sí estamos dispuestos a plantear una agenda clara de aquí a agosto, si quieren, de cómo podemos avanzar y de acuerdo con eso, pues seguramente el presidente dará un término. Mientras tanto se están haciendo exploraciones con el ELN.
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Todo esto depende también de lo que pase en el Congreso con el proyecto de ley de sometimiento. ¿Qué ha hablado usted con los ministros?
No todo depende de la ley. Nosotros estamos actuando con distintas perspectivas porque ya lo de la ley depende del Congreso. Claro, quisiéramos que exista una nueva ley de sometimiento a la justicia, también tenemos que actuar dentro de una alternativa de que no se de que la hundan. Pero no quiere decir que todo lo avanzado, todo lo que se ha trabajado, se vaya a hundir. Hay que ponerle seguridad que lo que se ha avanzado o lo que se ha avanzado aún dentro del marco jurídico de la actual legislación vigente, y ya dependerá del próximo gobierno si los grupos armados o una parte de los grupos armados necesitan avanzar más.
Para entender un poquito más, ¿hay un plan B en caso de que ese proyecto de ley de sometimiento se hunda?
Avanzar con lo que tenemos de ley ordinaria. Entre otras cosas, nosotros hemos planteado que la ley que se promulgue sea más reglamentaria que estatutaria. Para crear una estatutaria se necesitaría una reforma constitucional y esto sería una reglamentaria que permita aprovechar elementos que tiene la justicia ordinaria avanzar sobre ella. De tal manera que nosotros tenemos un plan A, que se apruebe, un plan B, en caso de que se niegue, y un plan C, que es uno de los más probables, es que no se apruebe la ley, pero que podamos seguir avanzando lo más que podamos.
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¿Y hay buen diálogo con el ministro del Interior, Armando Benedetti, y el ministro de Justicia, Eduardo Montealegre?
Sí, claro que sí. Yo me hablo con ambos.
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