A finales de octubre, 128 científicos de todo el planeta publicaron en The Lancet Countdown, el informe más completo que detalla cómo la salud de las personas está empeorando por culpa del cambio climático.
Entre los varios datos que recopilaron, como contamos en esta nota, los investigadores resaltaron que el potencial medio de la transmisión del dengue, transmitido por el mosquito Aedes aegypti, aumentó un 66 % entre 1951-1960 y 2020-2024.
Mientras los científicos advierten que los casos de dengue se incrementarían a medida que el cambio climático avanza y aumenta la temperatura de zonas que antes eran inalcanzables para el mosquito, un grupo de investigadores acaba de publicar un estudio que podría arrojar luces de cómo reducir las picaduras de estos animales.
Quienes viven en zonas más cálidas del trópico, o quienes las han visitado, han podido experimentar que estos mosquitos son más activos en horas de la mañana y de la tarde.
Sin embargo, hasta ahora eran pocas las pruebas científicas que se tenían sobre esa dinámica. Este martes 11 de noviembre, un equipo de investigadores de la Universidad de Columbia (Estados Unidos), publicó un estudio en el que ahonda en este comportamiento de caza y aporta nuevos conocimientos sobre el mecanismo biológico que lo sustenta.
Tras comprobar mediante observaciones que los mosquitos, en efecto, son más activos en las mañanas y las tardes, los investigadores utilizaron una herramienta de edición genética para mutar un gen que controla los relojes internos de los mosquitos.
“La mutación del gen cambiaba su comportamiento temporal, haciendo que los mosquitos respondieran con menos persistencia al dióxido de carbono (una señal que utilizan los mosquitos para identificar a los humanos) por la mañana”, explicaron los científicos en su estudio publicado en la revista académica Proceedings of the National Academy of Sciences.
En otras palabras, la “agresividad” de los mosquitos no solo depende de su capacidad para detectar a las personas, sino también al ritmo interno en el comportamiento de los mosquitos.
“Es la primera vez que descubrimos que existe un ritmo interno en el comportamiento de los mosquitos que podría estar impulsando estas picaduras al amanecer y al atardecer”, explicó Laura Duvall, quien lideró el estudio.
Duvall también agregó que “cuanto más comprendamos cómo se regulan estos comportamientos tan importantes para la transmisión de patógenos, más podremos ampliar nuestro arsenal de herramientas para combatir a estos mosquitos”.
Sin embargo, la investigadora fue enfática en señalar que, por el momento, es difícil encontrar una aplicación comercial al hallazgo realizado por su equipo. A futuro, dice, “podríamos encontrar formas de bloquear a los mosquitos en un estado que les impida buscar eficazmente a los humanos”.
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