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Es mucha la gente que en esta época del año se muestran como personas de buena voluntad y su lado caritativo lo cumplen brindando viandas típicas de la temporada decembrina a los ciudadanos desarrapados que frecuentan su entorno, natilla, buñuelos y masato para los basuriegos que trabajan en sus barrios.
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Otros profesionales de la caridad, como grupos religiosos, combos altruistas o miembros de fundaciones sociales, se arriesgan a llevar tamales, agua de panela y pan directamente a los cambuches de los más desarrapados.
Los grupos filantrópicos más organizados llegan a los hogares de paso y a las unidades de servicios para habitantes de calle de la Secretaria de Integración Social y del Idipron. Tal tradición tiene tanto de apariencia social, cómo de mística o de superstición, pues en el fondo creen que con estos actos de caridad ascenderán varios escalones en la escalera hacia el cielo al que anhelan llegar en la otra vida.
Por supuesto, del ritual expiatorio en Navidad también se valen las instituciones para posicionarse políticamente, y de hecho, este año, cómo siempre, el Idipron programó eventos culturales, ofreció comidas especiales y repartió regalos a todos los niños, niñas y adolescentes usuarios de sus servicios.
Por su parte, la tarde del 21 de diciembre la Alcaldía Mayor, junto a la Secretaria de Integración, ofreció una gran velada con artistas invitados y cena navideña para 1.200 habitantes de calle, allí estuvo presente la alcaldesa Claudia López, saludando de Mesa en mesa a los invitados como una Evita Perón criolla entre perdularios.
El 24 de diciembre la francachela fue en la presidencia. Allí a los callejeros asistentes se les reconoció como “ex habitantes de calle”, aunque lo real es que son institucionalizados, es decir, asistidos o usuario de los servicios que les presta el Distrito. Sobre el acto, se sabe que por primera vez hicieron un recorrido por algunos espacios de la Casa de Nariño, se tomaron fotos con el mandatario, quien con su hija menor se sentó en la mesa común y con ellos comió lechona con gaseosa.
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Digamos que es genuina esta deferencia del presidente Gustavo Petro para con los más humildes, recuérdese que en al acto de posesión también invito a sentarse junto a las personalidades a una barrendera de calles que un día en tiempos de campaña preelectoral fue afrentada por un truhan que no le gusto que pegará en su caneca propaganda petrista.
Curiosamente, o como era de esperarse, de todos las expiaciones navideñas con habitantes de calle, el evento presidencial fue el único comentado en telenoticias y en redes sociales. La oposición alegó: “que incoherente el presidente brinda gaseosas estando en contra de las bebidas azucaradas”, “que eso fue otro acto populista”, y sí, pero es que todos los rituales de caridad en navidad son populistas, igual la de los píos como la de los laicos.
Lo decepcionante es que la ocasión debería ser motivo para reflexionar sobre la habitabilidad de calle y la real condición de esta población, así como del sentido y los resultados de los servicios que se les prestan, pero no, la frivolidad y la injuria prima más que el discernimiento sobre el papel del Estado en la superación del patetismo social.
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Bakatá
A continuación les cuento lo que ocurrió después de los agasajos expiatorios en Bakatá, el hogar de paso de la carrera 35. Tal vez el relato les oriente la mirada hacia una realidad de la que no se comenta.
Sucede que en Navidad los callejeros esperan, además de las viandas, los regalos útiles. Pues sepan que este año en el evento de la alcaldesa no recibieron ni ropita, ni útiles de aseo como era costumbre, esta vez la Secretaria de Integración decidió dotar las unidades con implementos deportivos y no dar regalos a las personas dizque porque lo que se le da a ellos no lo usan sino que lo venden.
Del lado de la presidencia, tanto el año pasado como este se envían, de acuerdo a la lista que pase la Secretaría de Integración Social, una bolsa para cada persona, que contiene una sudadera y un par de tenis de marca (Rebook, Nike, Adidas), porque provienen de los decomisos de la Aduana.
Obviamente, la gente esperaba con avidez estás prendas, ya sea porque las lucen con orgullo o porque se las pagan mejor en los almacenes de la plaza España.
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Sucedió que la presidencia mandó cien bolsas de regalo, esto es la lista de los que asistieron al palacio presidencial. ¿Y para los otros 200 usuarios qué?
Pues a unos pocos les dieron las sudaderas y los tenis, feos y de marca pajarito, que son los de dotación que quedaban en las bodegas de la unidad. ¿Se imaginan la piedra de la gente?
Con razón, la mañana del 25 de diciembre, se alebrestaron. Le gritaron: ¡Corruptos, Ladrones! A los directivos y promotores de la Unidad. Y como estos, inocentes e impotentes para resolver la justa exigencia, se resguardaron en sus oficinas. Peor, porque el reclamo terminó en un motín agresivo, y, algunos, tal vez armados, se apostaron en las entradas exigiendo que les dieran sus regalos o no los dejarían salir.
Tuvieron que llamar a las autoridades, entró la policía, hubo egresos a la fuerza y hasta capturas de algunos a los que les encontraron cuchillos.
Refiero esto para que, al menos en esta época, pensemos por un momento más en la realidad de los vulnerables y no en el modo en que actúan los caritativos.
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