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Monseñor Héctor Fabio Henao acompaña los diálogos del Gobierno con el ELN, que atraviesan su segunda crisis en apenas cuatro meses de haberse instalado la mesa de negociación. Las dificultades se han producido por un tema sensible: la necesidad de un cese al fuego bilateral. Este segundo impasse surge tras el ataque de esa guerrilla a una unidad militar en Catatumbo. La acción, que dejó nueve uniformados muertos y nueve heridos, produjo no solo rechazo de la población, sino una exigencia del propio Gobierno para pactar un cese al fuego cuanto antes. El presidente Gustavo Petro convocó a su delegación de negociadores a una reunión de urgencia para discutir el rumbo que debe tomar la mesa de negociación. En esta entrevista monseñor Henao da algunas puntadas sobre el tema.
¿Cuál es el mensaje de la Iglesia católica en este momento difícil de la negociación?
Estamos ante la urgencia de avanzar en el cese al fuego y crear todas las condiciones para que la ciudadanía recupere la confianza en la mesa. La confianza es un valor fundamental para poder avanzar, pues ayuda a evitar el escalamiento del conflicto y profundizar en las metas del proceso. Se ha trabajado mucho en torno a la confianza en la mesa y hay que seguir en esa labor, que requiere tiempo y es muy exigente. Este momento pone a prueba la capacidad de las partes para superar los retos y ahondar en los compromisos, en las definiciones. La sociedad colombiana debe mantener la esperanza de que vamos a salir adelante, pero no debemos olvidar a las comunidades. Este proceso tiene un énfasis en trabajar por las víctimas, que han sufrido y requieren unos alivios que están esperando con gran ansiedad.
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¿La confianza y el trabajo en la mesa resultan afectados por estos hechos?
En la mesa se ha venido construyendo confianza. A veces es difícil entender todos los esfuerzos que se hacen, se pasa por etapas en las que hay que tener paciencia. La confianza de la sociedad hacia la mesa es un desafío todavía mayor; hay que lanzar mensajes que ayuden a que se mantenga, mostrar hechos que muestren que es posible construir de manera sólida la paz. Hemos tenido dos rondas; no se ha avanzado todavía lo suficiente, pero se han creado unas bases muy importantes para dos temas que serán cruciales: la participación de la sociedad, que ocupa un lugar central, y el cese al fuego. La gran pregunta es cuándo van a cesar las acciones bélicas, cuándo van a cesar los hechos que afectan la tranquilidad y la vida de las comunidades.
¿Es posible condicionar el tema de la participación, que ha sido la reivindicación histórica del ELN, al avance en el cese al fuego bilateral?
Los dos temas están sobre la mesa para ser manejados en forma paralela. Ya se dieron pasos que están en las declaraciones conjuntas del final del segundo ciclo en México. Hay una aspiración que se debe escuchar, dentro de ese ánimo de participación, que nos centremos en parar las acciones bélicas; no queremos más muertos. El cese al fuego hará posible la participación de la gente, sin presiones de ninguna índole, y podremos escuchar sus voces y apuestas.
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¿La Iglesia ha registrado el recrudecimiento de las acciones militares del ELN?
No hemos establecido un mecanismo de monitoreo como tal, porque todavía no hay protocolos. El monitoreo no se puede hacer de manera espontánea, porque se pueden cometer errores. Lo que me han dicho los obispos y la gente de los territorios es que hay un clamor muy fuerte por la protección. La gente pide que se les garantice el derecho a la movilidad, que paren las acciones que producen desplazamientos y confinamientos. La Semana Santa es un momento propicio para ponerlo en práctica, porque es una semana de esperanza, con un mensaje de vida muy fuerte. Invitamos al ELN a que tome la decisión de parar toda clase de hostilidades y ataques. Es un momento que obliga a reflexionar. Tenemos por delante el gran desafío de construir vida, para transmitir confianza y esperanza.
La sociedad colombiana debe mantener la esperanza de que vamos a salir adelante, pero no debemos olvidar a las comunidades
Mons. Héctor Fabio Henao
¿Qué experiencia le quedó a la Iglesia con el cese al fuego bilateral de 101 días con el ELN?
Estamos recogiendo experiencias del monitoreo de ese cese al fuego transitorio. Para lo que viene se requiere un lenguaje común sobre las acciones permitidas y las no permitidas. En segundo lugar, se requiere aclimatar ese cese al fuego. Hay que construir los protocolos con detenimiento. Vale la pena gastar tiempo en prepararlo adecuadamente, porque tiene muchos elementos técnicos en los que participan las Fuerzas Armadas y el grupo insurgente.
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Se ha hablado de incluir a las comunidades en el mecanismo de monitoreo y verificación. ¿Qué piensa de eso?
Es importante definir la forma en que las comunidades pueden aportar, no podemos ponerlas en riesgo. Las comunidades no deben incluirse en el mecanismo, deben sentirse protegidas, entender el mecanismo y que conozcan las reglas de juego.
¿Qué les diría a quienes piden romper el proceso?
Los procesos de paz buscan salidas a situaciones de décadas que han causado mucho sufrimiento en territorios concretos del país. Son complejos y tienen siempre desafíos, pero mirados desde la óptica de los territorios donde se viven estas confrontaciones se entiende mucho más el impacto que pueden tener esos acuerdos bien logrados, que no benefician solamente al actor armado. Se está negociando en función de unas comunidades, de unos hermanos nuestros que han sufrido ya muchísimo. Vale la pena hacer todos los esfuerzos necesarios para salvar vidas.
Se critica el modelo de negociación porque el ELN haría una veeduría armada mientras se implementan acuerdos, ¿cómo garantizar que no suceda algo en la visita de la vicepresidenta al Chocó para hablar de alivios humanitarios?
El Estado tiene una deuda histórica en sectores como el Pacífico, Chocó, Buenaventura. En la mesa se eligieron unas zonas de focalización para comenzar a trabajar en alivios en las situaciones de emergencia. En ese proceso intervienen los delegados del Gobierno y del ELN, incluso de las Fuerzas Militares. Estamos hablando de reducir el impacto de la confrontación armada en esos territorios y necesitamos que ambos se pongan de acuerdo en cómo se va a mitigar el daño que se ha hecho hasta ahora. La fórmula que se seguirá con la vicepresidenta hay que construirla teniendo en cuenta los principios de una acción frente a comunidades desplazadas, confinadas o en alto riesgo. Esperamos que se puedan realizar la visita para poner en marcha alivios concretos.
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Hablar de alivios humanitarios cuando los armados están ahí es difícil...
Todo eso tiene que analizarse. No se pueden hacer acciones combinadas en este caso. La acción humanitaria tiene unos principios y hay que recuperarlos. Se pueden hacer acciones humanitarias en el contexto de la negociación, pero hay que mantener esos principios humanitarios.
Se está negociando en función de unas comunidades, de unos hermanos nuestros que han sufrido ya muchísimo
Mons. Héctor Fabio Henao
El jefe del CICR en Colombia dijo que la mesa despliega acciones políticas, pero que la acción humanitaria tiene principios y se están confundiendo los términos.
Estamos en un estudio sobre eso. Es importante poner el tema sobre el tapete. Estos temas hay que profundizarlos y esta es la oportunidad de dar esa conversación sobre los principios humanitarios: cómo se cumplen y de qué manera se protege a los actores humanitarios en el terreno, en el marco de las confrontaciones armadas.
El Gobierno y el Estado Mayor Central de las FARC firmaron protocolos de cese al fuego y la Iglesia católica está incluida en el Mecanismo de Monitoreo Veeduría y Verificación. ¿Cómo avanza la conformación de ese mecanismo?
El mecanismo se está construyendo. Hay una invitación a la Iglesia a participar en el monitoreo. La Conferencia Episcopal está estudiando la carta del comisionado de Paz para determinar de qué manera va a acompañar. El mecanismo tiene varios niveles, nosotros participaríamos más en lo local; es decir, haciendo un acompañamiento a las comunidades. Es una labor pedagógica, un trabajo preventivo para evitar que se produzcan incidentes y como una forma de animar a la población a que lance mensajes permanentes de respetar las decisiones adoptadas por las partes en el acuerdo. Habrá un mecanismo nacional donde tendrá mucha fuerza la verificación que haga un organismo internacional. El papa ha pedido a la Iglesia hacer todos los esfuerzos posibles para apoyar la construcción de la paz.
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¿Cuál es el mensaje de la Iglesia para el gobierno Petro?
Es de una enorme importancia la decisión que acaban de tomar en Mesetas, Meta, me parece que allí se ha lanzado un mensaje muy esperado de compromiso con la implementación de los acuerdos, de crear una institucionalidad para ello. Eso da solidez a todo el conjunto del tema de paz en el país. Y le diría también que se requiere que el Gobierno continúe reflexionando, siga profundizando en los roles de los territorios donde se realizan las acciones y en la forma de involucrar, escuchar y articular con las comunidades locales que tienen muchas apuestas que vale la pena incorporar.
¿En ese tema el Gobierno se queda más en el discurso que en la práctica?
Es un tema muy desafiante. Este es un país enorme, con mucha diversidad y extensiones gigantescas desconectadas de la ley institucional desde hace décadas, pero hay que insistir y se debe continuar en la escucha de las comunidades y hacer de la participación una herramienta eficaz.
