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Cundinamarca: el proyecto que revolucionó el plan de alimentación escolar (PAE) en Colombia

En Cundinamarca nació PAE Nuestro: iniciativa que busca alimentar a un tercio de los estudiantes con alimentos cosechados en el departamento y gestionados por los líderes comunales . Esta es la historia de un proyecto que elimina sobrecostos, burocracia y, además, cierra la brecha alimenticia con la niñez.

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Tomás Tarazona Ramírez
12 de diciembre de 2025 - 05:26 p. m.
Imagen de referencia. El Ministerio Público establecerá si hubo direccionamiento en la selección del contratista.
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Todos ganan. Los campesinos que venden su producto sin intermediarios y a precios justos; los niños, que reciben menús adecuados para suplir sus necesidades nutricionales, y el departamento, que consolidó un programa hoy considerado como referente a la hora de alimentar a miles de estudiantes y atacar la burocracia y la corrupción que históricamente ha existido alrededor de los planes de alimentación escolar en Colombia.

La estrategia va más allá de poner un almuerzo en las instituciones educativas. Cuenta Genny Padilla, secretaria de Educación de Cundinamarca, que es una apuesta de la Gobernación en la que se benefician los jóvenes, sus familias y los lazos comunitarios de las Juntas de Acción Comunal y los campesinos, que se encargan de que hasta el último gramo sea aprovechada por los menores.

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A mediados de 2024, el gobernador Jorge Emilio Rey decidió cambiar el paradigma de cómo miles de jóvenes reciben sus alimentos en Cundinamarca. Desde 2002, el Ministerio de Educación acogió el manejo del Plan de Alimentación Escolar (PAE), pero no han sido pocas las noticias de corrupción, sobrecostos o niños que, aunque reciban su ración diaria (a veces, la única en el día), veían que los alimentos no suplían la demanda nutricional que se requiere para un desarrollo sano.

En 2021, por ejemplo, las autoridades judicializaron a unos operadores en Santander que, en el papel, suministraban proteínas a los jóvenes del departamento, pero en realidad distribuyeron carnes no aptas para el consumo humano. A finales de 2023, las alarmas se encendieron nuevamente porque en Quibdó, capital chocoana, había suspicacias sobre a dónde fueron a parar los más de COP 12.000 millones destinados para alimentar a los jóvenes.

Rey propuso que ese escenario de infancias malnutridas se revirtiera en Cundinamarca. Por esa razón creó un sistema en que la Gobernación compra directamente los productos a los campesinos, también cundinamarqueses, y son las Juntas de Acción Comunal, claves en los pueblos y veredas, las que se encargan de gestionar los alimentos.

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Inicialmente el programa comenzó con un piloto de 11 municipios, un porcentaje bajo de los 116 que tiene Cundinamarca. Pero Padilla asegura que, con el paso de los meses, el proyecto se ha ido consolidando hasta convertirse en referente de que el Estado sí puede estar presente en los territorios y satisfacer las necesidades básicas, tanto de la niñez, como de otras poblaciones como los campesinos o los líderes comunales.

“Hoy ya son 20 municipios que alimentan a sus niños con productos nutritivos de manos campesinas de Cundinamarca. Es un beneficio circular. Nuestro propósito es llegar al menos a 200.000 estudiantes”, comenta la secretaria de Educación.

Propósito común

PAE Nuestro ha transformado la forma en que se maneja el Plan de Alimentación Escolar en Colombia por varias razones. La primera: no cuenta con intermediarios que, a su vez, blindan el proceso de sobrecostos, corrupción, retrasos o contratistas que incumplen sus obligaciones. El programa está manejado directamente por asociaciones de Juntas de Acción Comunal que son, en pocas palabras, los principales veedores de que las cosas funcionen correctamente en esos municipios donde cada centavo es valioso para construir progreso.

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Hoy, el PAE Nuestro funciona a través de 22 Asociaciones de Juntas de Acción Comunal, que tienen a su cargo la prestación del servicio en 33 instituciones educativas departamentales y 305 sedes, beneficiando a más de 14.000 estudiantes con raciones diarias de alimentación escolar. Érika Sabogal, gerente del Instituto Departamental de Acción Comunal de Cundinamarca (IDACO), asegura que el programa ha logrado consolidarse como un referente de cómo los liderazgos en las veredas, municipios o pequeños pueblos pueden llegar a transformar los territorios.

“El liderazgo comunal es protagonista del desarrollo. Mientras la Gobernación avanza en obras y proyectos de alto impacto, los líderes de municipios o veredas logran resultados en su entorno inmediato, construyendo la base sólida para la acción comunal”, comenta la gerente del IDACO.

El modelo está 100 % manejado por los comunales, que tienen a su cargo otras labores que garantizan un “modelo diferencial”, como lo define Sabogal y Padilla. Y es que en sus funciones están las labores contractuales como la prestación del servicio, pero también están encargados de la cadena de suministros, la distribución y la correcta ejecución de los recursos de cada uno de los contratos.

“Actualmente hay 14.000 estudiantes beneficiados que pueden continuar con sus jornadas educativas sin preocuparse por inconvenientes como qué alimento recibirán en el día a día”, concluye Padilla.

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Desde la Gobernación de Cundinamarca aseguran que este modelo de alimentación escolar, más que un asunto de gobierno se está convirtiendo en un legado para el departamento y sus 116 municipios. Tanto Rey como su gabinete terminarán su período en menos de dos años, pero los beneficios, dice Padilla, perdurarán en el futuro para todos los jóvenes.

Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.

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