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Asegurar energía para el mañana es tan necesaria como el agua en un oasis. Entre finales de abril y principios de este mes, la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG) adjudicó, mediante tres subastas consecutivas, la generación suficiente para cubrir la demanda eléctrica del país hasta 2028.
Más de 60 ofertas válidas se pelearon, megavatio a megavatio, por el derecho a iluminar el país en los próximos años.
Este es el resultado, según el operador del mercado eléctrico XM:
- 7,6 GWh/día para el periodo 2025-2026
- 6,4 GWh/día para 2026-2027
- 7,5 GWh/día para 2027-2028.
Detrás de esas cifras hay una apuesta decidida por el sol.
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Tres nuevos proyectos fotovoltaicos, ubicados en Tolima, Sucre y Norte de Santander, no solo fueron seleccionados como parte de esta subasta, sino que encarnan el giro estructural que Colombia intenta consolidar en su matriz energética: migrar hacia fuentes renovables no convencionales, menos vulnerables al vaivén del clima y de los combustibles fósiles.
Durante décadas, Colombia se ha recostado en su músculo hidroeléctrico. A la fecha, más de 60 % de su electricidad proviene de embalses. Pero esa fortaleza también es su talón de Aquiles. En años secos, como los que impone el fenómeno de El Niño, el sistema tambalea.
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De ahí que el Gonierno haya trazado metas bajo el plan “6GW Plus”, que propone diversificar la matriz y añadir al menos 6.000 megavatios de capacidad renovable adicional, principalmente de origen solar y eólico, antes del cierre de la década.
Una luz verde para el sector, luego de meses de críticas de los gremios ante un posible déficit de energía, sumado al aumento en las importaciones —que a la larga sale más costoso—, y las deudas acumuladas del Estado a los privados por los subsidios a las tarifas y generadores de energía —en el caso de Air-e—.
Con las subastas más recientes y la adjudicación de compromisos de expansión anunciada en febrero de 2024 —que incorpora unos 4.450 MW nuevos con recursos renovables—, el país sumaría cerca de 4.700 megavatios adicionales no convencionales a finales de 2027. Eso equivale a casi una quinta parte del parque actual de generación eléctrica de Colombia, asegura la CREG y el Ministerio de Minas y Energía.
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Una subasta con bisturí
Bajo el nombre técnico de “subastas de reconfiguración de compra”, estos procesos buscan cerrar la brecha entre la demanda proyectada y la energía firme disponible, sin improvisar ni sobreofertar. Participaron plantas en operación, proyectos en construcción y desarrollos nuevos, con libertad tecnológica: podían ser térmicos, hidroeléctricos o renovables.
Cada uno de estos procesos fue supervisado por una firma auditora independiente, siguiendo el protocolo de transparencia requerido por la CREG.
En un contexto global marcado por la transición energética, las tensiones geopolíticas por el gas y el petróleo, y el endurecimiento climático, asegurar energía limpia y abundante es equivalente a blindar el país de futuros colapsos.
En marzo de este año, la CREG y el Ministerio anunciaron que preparan una nueva subasta de expansión. Esta vez con la mira puesta en el periodo 2029-2030. El objetivo: garantizar el suministro incluso en los peores escenarios, como un Niño prolongado o una sequía estructural, que podrían coincidir con una demanda creciente por electrificación y urbanización.
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