El apellido Uribe recobró fuerza entre la baraja de presidenciables del Centro Democrático

Las últimas 24 horas han sido frenéticas para las filas del Centro Democrático por cuenta del rumbo que esa colectividad tiene que definir para elegir a su candidato presidencial. A pocos días del entierro de Miguel Uribe Turbay se dio la decisión del expresidente Álvaro Uribe Vélez de acelerar el paso para entrar de lleno en la carrera por el poder en 2026; y ahí surgió, entre otros, el nombre de Miguel Uribe Londoño, padre del asesinado congresista, como posible parte de la baraja.

De acuerdo con fuentes en diferentes frentes, la decisión dependería solo de Uribe Londoño y su familia, que aún no tienen una postura pública definida. Pero, en todo caso, el tema sí se ha planteado entre las filas del partido e incluso el propio Uribe Vélez lo esbozó como una posibilidad para ser consultado, lo que motivó a los otros cuatro precandidatos a darle un repaso a sus opciones.

Por eso, este martes se reunieron las senadoras Paloma Valencia, Paola Holguín y María Fernanda Cabal en la oficina de la primera; el senador Andrés Guerra no alcanzó a llegar por demoras en su vuelo desde Medellín, aunque estuvo enterado de todo lo que se conversó en un cónclave sobre el futuro de sus precandidaturas y de las aspiraciones electorales del partido. Y a la par que se daba ese encuentro, se conoció un fallo de tutela con el que el expresidente, si bien tiene una condena en su contra, esta no está en firme hasta la segunda instancia y que, por lo tanto, debe recuperar su libertad.

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Desde el fin de semana, cuando el Centro Democrático realizó un foro virtual, el expresidente Uribe le dijo a Valencia, Holguín, Cabal y Guerra y al director Gabriel Vallejo que “a más tardar este martes” debían reunirse con Miguel Uribe Londoño, padre del fallecido senador. Sin embargo, el encuentro no se daría antes de este fin de semana. Y hay versiones sobre por qué: mientras que se dice que es porque la agenda de Uribe Londoño no se ajustaba, otros dicen que él, en medio de la disputa interna del partido, decidió darle largas al encuentro.

El afán, en todo caso, es porque se estaría pensando en adelantar la encuesta interna para escoger al candidato del partido. Aunque originalmente se habló de octubre, ahora se estaría pensando en que sea en septiembre.

Mientras se da la reunión y se concreta una decisión, han empezado a sonar nombres en el sonajero para suceder a Uribe Turbay. Ante los rumores de que se estaban contemplando nombres como el del exministro de Defensa Juan Carlos Pinzón, el abogado Abelardo de la Espriella y la periodista Vicky Dávila, el expresidente dio una indicación clara: como quinto precandidato deberá llegar alguien con carné de militante del Centro Democrático.

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Ante esto, en la carrera tomó ventaja la familia de Uribe Turbay: Uribe Londoño, su esposa María Claudia Tarazona y su hermana María Carolina Hoyos. De los tres quien ha tomado mayor perfil político en las últimas semanas es el de Uribe Londoño, aunque no ha expresado de manera pública que le interese la Presidencia. Además de ellos, también han aparecido en el panorama otros nombres como el del exprecandidato presidencial Rafael Nieto y el representante a la Cámara Andrés Forero, quien tuvo una relación de amistad con Uribe Turbay.

Pero la proliferación de esos rumores han empezado a caer mal entre los precandidatos. Muy temprano este martes, la senadora Valencia citó a sus compañeros de bancada y precandidatos a una reunión. El cónclave fue en su oficina en el Edificio Nuevo del Congreso. Sobre la 1 de la tarde llegaron Holguín y Cabal. También llegó al despacho de Valencia Gabriel Vallejo, quien, según contó una persona que conoce las discusiones internas que se están dando en la colectividad, está oficiando de “notario” y delegado del expresidente para que todo lo que se acuerde quede sobre la mesa.

Al final del encuentro, la única en hablar fue la senadora María Fernanda Cabal. Tanto Holguín como Valencia y Vallejo declinaron dar declaraciones, asegurando que aún no es el momento de hablar de una discusión que sigue avanzando y que depende de la perspectiva que dé la familia del senador sobre quién debería “tomar sus banderas”.

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Al respecto, Cabal aseguró que “estamos haciéndole seguimiento a la decisión de abrir la puerta a un quinto precandidato y seguir con las encuestas. Estoy de acuerdo con el acuerdo de Llanogrande. No quedó escrito que entrara un quinto, pero lo que quedó es que sí quiere la familia poner a alguien, lo puede hacer”.

Se refería a la reunión del 23 de julio que, como lo contó El Espectador, se dio en una finca en Llanogrande, en el oriente de Antioquia. En ese momento no se había confirmado ni la condena al expresidente Uribe ni la muerte del senador Uribe Turbay. Y lo que se conversó, en ese contexto, es que, si el precandidato lograba salir de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de la Fundación Santa Fe de Bogotá, Cabal, Valencia, Holguín y Guerra renunciarían a sus aspiraciones presidencialistas y rodearían a Uribe Turbay.

Pero hubo otra conversación que se sostuvo de manera un tanto más informal, toda vez que la expectativa era la recuperación. En ese encuentro, además de los precandidatos, el expresidente y el director del partido, también estuvieron los voceros de las bancadas del Senado y de la Cámara, que, en ese momento, eran Honorio Henríquez y Andrés Forero, respectivamente.

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En medio del diálogo, surgió la idea de que, si se llegaba el momento, Forero podría llegar al lugar de Uribe Turbay. No era una idea extraña. A fin de cuentas, ambos se conocieron en el Concejo de Bogotá, cuando Forero era concejal y Uribe era el secretario de Gobierno de la Alcaldía (2016 - 2019). Y su relación se fortaleció gracias a la cercanía que tienen las familias de ambos.

Pero a la fecha, Forero se ha mostrado reacio a admitir si está considerando ser candidato, aunque su nombre cada vez suene con más fuerza en las discusiones de su partido. En una rueda de prensa que dio este martes en la sede del Centro Democrático –en la que habló de un proceso que inició el ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, en su contra–, solo dijo sobre el tema que “veremos qué termina sucediendo. Pero esperamos que el partido salga más unido, que busquemos la unidad de cara a 2026. Habrá un proceso interno, después habrá una consulta con otros actores”.

Y esa prudencia al hablar del tema se ve reflejada no es exclusiva de él. El Espectador habló con, por lo menos, media decena de integrantes de la colectividad y todos pidieron hablar en reserva. La opinión generalizada coincide con la orden de Uribe: quien se elija, debe ser alguien del partido. Lo que ahora genera ruidos, y por lo que no se atreven a hablarlo públicamente para evitar discordias y una división en el Congreso, son los nombres que se están barajando.

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“Está bien que llegue alguien más, pero que sea alguien que haya hecho oposición, no que aterrice con un paracaídas y tome las banderas porque sí”, afirmó una congresista. Mientras tanto, otros aseguraron que ven en Uribe Londoño una figura que podría ser prometedora y que, por los hechos recientes, podría contar con mayor popularidad entre la opinión pública, por lo que debería ser, como dijo un senador, “la nueva apuesta segura”.

A su vez, aseguran que el expresidente se ha “mantenido al margen” de decir que prefiere uno u otro candidato. Sin embargo, versiones aseguran que, previo al foro del domingo, indagó entre algunos de los precandidatos qué opinaban del nombre de Miguel Uribe Londoño. La pregunta, según le contaron a reporteros de este diario, no cayó bien, toda vez que lo vieron como una suerte de favoritismo.

Sobre esas discusiones, quien también habló fue Rafael Nieto, quien confirmó que su nombre sí ha estado en las consideraciones, pero no por iniciativa propia, sino porque “cercanos lo propusieron”. Sobre el contexto actual de su partido, Nieto aseguró que “el partido ha sido fuertemente golpeado. Miguel era el precandidato con más posibilidades de ganar la candidatura y el que tenía mayor posibilidad de tender puentes porque las alianzas serán indispensables. Y además de su asesinato, está la condena en primera instancia al presidente, que es una expresión de la judicialización de la política con una decisión que me parece sorprendente, que es la de privarlo de la libertad. Pero aún después de esos dos golpes el partido ha dado muestras de capacidad de salir adelante”.

Al final, la preocupación que empieza a rondar a las filas del uribismo es que las discusiones generen nuevas fricciones y que, en vez de llegar como un frente unido, se divida en su intención de llegar a la Casa de Nariño en 2026.

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