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A comienzos de diciembre, en un mensaje de Whatsapp, me contaron de un talento colombiano que se había quedado un negocio importante en el sur del continente. En cortas palabras, me dijeron que “la empresa de consultoría tecnológica se ganó la licitación para liderar la migración de la operación de campo de Aguas Andinas, en Chile, hacia Salesforce Field Service”. No entendía muy bien de qué se trataba. Indagué un poco más.
“Aguas Andinas es la empresa sanitaria más importante del país austral y la responsable de la producción y distribución de agua potable en Santiago y en varias zonas aledañas”. Y “Salesforce es una plataforma tecnológica en la nube que usan las empresas para gestionar la relación con sus clientes: ventas, servicio al cliente y operaciones”.
Y esto, en números, se leía así: tras ganarle a 27 interesados, se hicieron a “una licitación cercana a los 4 millones de dólares, cuyo contrato contempla aproximadamente 1.6 millones de dólares en suscripciones y 2.4 millones de dólares en servicios profesionales, proyectado para ejecutarse durante los próximos cuatro años”.
Sobre la empresa, contaron un poco más: “Tenemos entre empleados directos y terceros cerca de 30 colaboradores, operamos con proyectos exitosos en 4 países (Panamá, Colombia, Chile y Brasil), hemos tenido clientes de diferentes industrias como Grupo EPM, ENSA, Aguas Andinas, empresas de la industria de telecomunicaciones como ETB, Netline, empresas del sector de cooperativas como Promédico y de real state como Multiplika”. ¿Y qué tanto han crecido? “Empezamos vendiendo el primer año más de mil millones de pesos, nuestro segundo año de operación duplicamos las ventas, el tercer año crecimos más de un 50%, el cuarto año logramos facturar por encima del millón de dólares y crecer por encima del 11%, y esperamos para 2025 cerrar con un crecimiento superior al 15%”.
Entonces les dije que sí, que eran bienvenidos para participar en este espacio de 23 preguntas para emprendedores y sus emprendimientos. Y aquí están las respuestas de Carlos Pino, Gerente de Tecnología de la Información y Operaciones de Colibrí IT, y también uno de los emprendedores:
1. ¿Cuántos años tengo? ¿Qué estudié?
44 años y estudié Ingeniería Electrónica en la Universidad de Antioquia. Desde el 2009 inicié en el mundo de la implementación de aplicaciones.
Mi camino profesional empezó muy cerca del trabajo en campo, participando en proyectos de redes de cobre. Luego pasé a la administración de redes de fibra óptica, y esa evolución me fue preparando para dar el salto a la implementación de software de inventario.
Finalmente llegué a Field Service, que es el mundo donde hoy tengo la mayor parte de mi experiencia y donde más sentido encuentro en lo que hacemos, porque conecta la tecnología con la operación real del día a día.
2. ¿Cuál fue mi idea y cuándo nació? ¿Qué fue lo que creé?
La idea fue prestar servicios de consultoría en la implementación de aplicaciones, pero no cualquier consultoría. Ya teníamos experiencia en el sector y, para mí y mis compañeros, era una idea que venía madurando desde hace tiempo. Veíamos algo que se repetía: muchas implementaciones de field service quedaban a medias en términos de valor. La tecnología se instalaba, pero seguían apareciendo los mismos problemas: procesos poco claros, baja adopción, oportunidades de mejora que nadie abordaba.
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Ahí nació la idea: crear una consultoría con un sello propio, enfocada en cerrar esas brechas y en acompañar a los clientes más allá del “proyecto entregado”, asegurando que la solución realmente transformara la operación.
Más que crear una empresa, quisimos construir una forma de trabajar: cercana, seria, muy especializada y con una obsesión sana por generar impacto real en nuestros clientes y en la forma en que prestan sus servicios.
3. ¿Cómo logré hacerla realidad y llevarla a los hechos?
Creo que fue fundamental la amistad que tengo con mis compañeros. Hay algo muy poderoso en emprender con personas con las que ya has vivido retos, presión, proyectos difíciles y, sobre todo, confianza real.
Esa idea no se volvió empresa en un día: tomó forma cuando decidimos creer juntos en algo que aún no existía y darle estructura y propósito.
4. ¿De dónde saqué la plata para ponerla a andar y cómo la pagué?
Empezamos con capital propio entre socios, lo necesario para formalizar la compañía, e incluso aportamos nuestros equipos de cómputo como parte de ese arranque.
Fuimos afortunados porque desde el inicio logramos proyectos de consultoría que sostuvieron la operación sin requerir una inversión grande.
Eso me dejó una lección muy clara: no siempre se necesita mucho capital para empezar, pero sí una propuesta de valor bien definida y una ejecución del trabajo que sea tu tarjeta de presentación desde el primer día.
5. ¿Qué estoy logrando con mi emprendimiento? ¿Qué estoy cambiando con mi idea?
Me parece que el impacto de nuestro emprendimiento se ve en dos niveles muy claros.
Por un lado, nuestra consultoría y la forma en que ejecutamos los proyectos mejoran directamente la operación de las compañías con las que trabajamos, especialmente en cómo prestan sus servicios en campo, con más orden, más visibilidad y más eficiencia.
Y por otro lado, lo que para mí es el más valioso, está el efecto en las personas que reciben esos servicios. Cuando una empresa logra atender más rápido, llegar a tiempo y resolver mejor, eso se traduce en algo muy concreto: mejor calidad de vida para quienes dependen de esos servicios en su día a día.
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6. ¿Soy feliz?
Siempre va a ser un motivo de felicidad ver que lo que empezaste como una idea termina creciendo y convirtiéndose en un sueño que ya no es solo tuyo, sino de todo un equipo. No porque todo sea fácil, sino porque es profundamente gratificante ver cómo una intención se transforma en personas, en cultura y en una empresa que ya lleva seis años sosteniéndose y creciendo.
La felicidad aquí no es euforia constante, es una sensación tranquila y profunda de que estamos construyendo algo que vale la pena y que, día a día, vamos superando los retos de este camino.
7. ¿Vendería mi emprendimiento, mi empresa?
Un emprendimiento se parece mucho a un hijo y en el que piensas a mediano y largo plazo. Inviertes tiempo, desvelos, identidad y futuro.
Sin embargo, la venta es agua de la que no puedes decir que nunca beberás, no cierro la puerta a nada porque el mundo cambia, pero hoy lo siento como un proyecto de largo plazo.
Más que pensar en vender, pienso en consolidar algo que tenga impacto duradero.
8. ¿Qué tan duro fue para mí emprender?
Definitivamente fue duro. Emprender exige mucho más que trabajar bien: exige sostener el esfuerzo en el tiempo y ganarte la credibilidad de los clientes desde cero.
Es un camino lleno de retos, porque de repente ya no solo piensas en lo técnico, sino en crecimiento y estrategia. Y eso te pone frente a temas que no siempre eran tus fortalezas: ventas, finanzas, retención y formación de talento, cultura de equipo, entre otros.
Al final, emprender te obliga a evolucionar como profesional y como persona.
9. ¿Cumplí mi sueño? ¿Qué me hace falta?
Siento que estamos en el camino. El sueño no era solo existir; era convertirnos en un referente. Y esa parte todavía está en construcción.
Nos falta fortalecer aún más nuestro posicionamiento regional y seguir consolidándonos como una compañía que realmente marque diferencia en Field Service y en transformación digital.
Y, además, queremos seguir fortaleciendo otras prácticas en las que ya estamos trabajando e incursionando, para ampliar nuestro impacto y construir una propuesta cada vez más integral.
10. ¿Y ahora qué? ¿Qué sigue?
Esto apenas comienza. El crecimiento trae retos nuevos y exige toda nuestra energía.
En el corto plazo, nuestro foco es honrar la confianza de los clientes que ya apostaron por nosotros, entregando resultados excelentes y consistentes.
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Y en el mediano plazo, queremos seguir abriendo puertas en la región para que Colibrí IT se consolide como un nombre asociado a calidad, especialización y cumplimiento, y así construir el posicionamiento que tanto anhelamos.
11. ¿Mi emprendimiento es escalable?
Excelente pregunta. Estoy seguro de que todos los emprendedores llegamos a ese punto en el que el crecimiento nos obliga a preguntarnos: ¿somos escalables?
Y creo que la respuesta que a muchos nos une es esta: sí, pero tenemos que cambiar la forma en que operamos.
A partir de ahí empieza un proceso que no termina: ordenar, estandarizar, medir, mejorar y volver a ajustar. Porque hacer una compañía escalable implica transformación continua y monitoreo permanente de los procesos.
Nosotros ya hemos atravesado varias etapas de ese camino y hoy estamos frente a una práctica que sí vemos escalable, y que queremos hacer crecer con responsabilidad, sostenibilidad y mucha disciplina.
12. Para crecer, ¿recibiría inversión de un desconocido? ¿Le cedería parte de mi empresa?
A un desconocido, creo que no. Si hay un valor que define a quienes conformamos Colibrí IT, ese es la confianza. Para nosotros, lo primero que debe existir antes de pensar en un nuevo socio es una relación real: conocer a la persona, entender su historia, sus valores y su intención.
La inversión puede impulsar el crecimiento, pero un socio también entra a la cultura y al corazón del proyecto. Por eso, no se trata solo del capital, sino de la alineación humana y de propósito.
13. ¿Qué no volvería a hacer?
Soy partidario de que los errores también hacen parte de quien eres; de hecho, muchas veces son los que más te construyen. Por eso no me quedo pensando demasiado en lo que “no volvería a hacer”.
Pero si tuviera que decir algo, sería esto: trataría de no dudar de mi propio valor y de nuestra capacidad. Porque con el tiempo entendí que la autoconfianza no es arrogancia; es ese combustible silencioso que te permite sostener la persistencia cuando el camino se pone difícil.
14. ¿Quién me inspiró? ¿A quién me gustaría seguir?
En mi caso, no hubo un referente único que lo detonara todo. Mi inspiración nació más bien del deseo de crecer y de construir algo que fuera más allá de nosotros mismos, algo que tuviera sentido y trascendiera.
Claro, hay historias que sigo con mucho interés: Jeff Bezos, Freddy Vega, José Vélez, Catalina Álvarez y Mariana Hinestroza. Me inspiran porque son personas que empezaron desde cero y, con determinación y resiliencia, lograron cosas increíbles. No para copiar sus caminos, sino para recordarme algo muy poderoso: sí se puede construir desde cero. Probablemente toma más tiempo, más esfuerzo y más paciencia de la que uno imagina, pero se puede.
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15. ¿Fracasé en algún momento? ¿Pensé en tirar la toalla?
Los momentos de crisis siempre van a estar presentes en cualquier camino, personal o empresarial. Pero en mi caso, más que pensar en tirar la toalla, lo que he vivido han sido momentos de incertidumbre: esos en los que los planes no salen como esperas y te enfrentas a escenarios que no sabes si vas a poder superar.
Con el tiempo entendí que esos momentos no son señales de fracaso, sino parte natural del proceso de construir algo real. Y muchas veces, lo que te sostiene ahí no es tener todas las respuestas, sino seguir avanzando con calma, foco y apoyo del equipo.
16. ¿Hago parte de algún tipo de comunidad que me ayuda en este camino de emprender?
No, en este momento no hacemos parte de una comunidad formal. Pero el camino del emprendimiento tiene algo bonito: vas encontrando colegas, aliados y otras empresas con las que compartes aprendizajes.
Muchas de esas conversaciones y experiencias terminan siendo pequeñas comunidades orgánicas, porque cada empresa que conoces se vuelve un referente y un espejo: te deja ideas, advertencias y aprendizajes que te ayudan a tomar mejores decisiones en tu propio proceso.
17. ¿Lo que estoy haciendo trasciende? ¿Podrá impactar a nuevas generaciones?
Creo que nuestro trabajo no es solo tecnología, es ayudar a que los servicios esenciales sean más ágiles y confiables. Y cuando contribuyes a mejorar cómo funcionan industrias críticas, mejoras el bienestar de miles de personas. Eso es trascendencia práctica, no discurso.
18. ¿Cómo me veo en 10 años y cómo veo a futuro mi emprendimiento, mi empresa?
Me veo con una experiencia consolidada y con la madurez suficiente para acompañar a otros líderes y emprendedores. Y veo a Colibrí IT como un referente regional, no solo por lo que implementa, sino por la forma humana y responsable en que lo hace.
19. ¿Qué papel han jugado mi familia y mis amigos?
Son el principio y el fin de todo esto. El emprendimiento consume tiempo y energía, a veces más de lo justo, y eso solo es posible cuando tienes un hogar que te sostiene emocionalmente.
Siento una gratitud especial hacia mi esposa, porque ha caminado este sueño conmigo con paciencia, fe y compañía real; ha estado en los momentos difíciles y también en esas jornadas interminables donde todo parece urgente.
Y algo que he aprendido es que es clave que la familia entienda que también hace parte del proceso. Cuando el emprendimiento se vuelve un proyecto compartido, al menos en comprensión y apoyo, el camino se hace mucho más llevadero.
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20. Yo lo logré. ¿Ayudaría a otros emprendedores a que lo logren?
¡Por supuesto! Tal vez pensamos que cada uno está solo, o que pocos están dispuestos a ayudar. Si algo puedo compartir, ya sea una conversación, una guía, una advertencia, un contacto, lo haría con gusto. El crecimiento también se multiplica cuando es generoso.
21. ¿Qué papel jugó mi equipo? ¿Quién es?
Somos tres socios y, por fortuna, nos complementamos muy bien: cada uno aporta habilidades distintas que hacen que el conjunto sea mucho más fuerte que la suma de las partes.
Sin equipo no hay nada, más allá de los socios, hay personas que han apostado su talento a este sueño y lo han hecho crecer con disciplina, aprendizaje y entrega.
Cuando una empresa logra cosas grandes, casi nunca es por un individuo, es por un grupo que decidió creer en algo común y ponerle alma, energía y compromiso a una meta compartida.
22. ¿Cuál es mi sello personal? ¿Qué me diferencia del resto?
Creo que mi sello es la autenticidad, no me gustan las máscaras corporativas. Y siento que mi compromiso es mi moneda de cambio: no necesito un contrato para respaldar mis palabras. En un mercado donde a veces se promete demasiado, la confiabilidad termina siendo un diferencial enorme.
23. ¿Qué he aprendido de todo esto?
He aprendido que emprender no es un evento, es una versión de vida.
Que la estrategia importa, pero la cultura importa más.
Que la técnica te abre puertas, pero la confianza te deja quedarte.
Y que los logros más bonitos no son los contratos o los números, son esos momentos en los que miras a tu equipo y piensas: “Esto ya no es solo un sueño mío… ahora es un sueño compartido”.
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