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Samuelito Martínez, el “negro maldito”

Este 2022 se celebra el centenario del natalicio de este juglar vallenato. Conocido en la actualidad por su canción “La loma”, grabada por Silvestre Dangond. La historia musical vallenata registra sus piquerías con Germán Serna, los hermanos Durán y la muerte.

Alberto González Martínez*
28 de marzo de 2022 - 02:00 a. m.
No hay una cifra exacta de las composiciones de Samuelito Martínez, pero sus familiares e investigadores coinciden en que son más de 200.
No hay una cifra exacta de las composiciones de Samuelito Martínez, pero sus familiares e investigadores coinciden en que son más de 200.
Foto: Revista Entornos

Samuelito Martínez no sabe en qué forma ha ofendido a Germán Serna y Náfer Durán, otros juglares de la música vallenata que se la pasaron en disputa o, en palabras más precisas, en piquería. Pero, quizás, él sí sabe que los ha ofendido con sus versos punzantes, llenos de picardía y hasta de veneno. Y también sabe que él los ha ofendido primero.

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Algunas de estas batallas musicales quedaron registradas en canciones, otras en la memoria social y muchas en el olvido. Algunas de las piquerías de Martínez —las más importantes— han sido grabadas por cantantes modernos como Iván Villazón y Silvestre Dangond, y también por juglares como Alberto Fernández y Alfredo Gutiérrez.

No hay una cifra exacta de las composiciones de Samuelito Martínez, pero sus familiares e investigadores coinciden en que son más de 200. Una cifra grande si se compara con las catorce canciones grabadas que registra la plataforma de música Spotify y las 19 de YouTube. No solo componía, también tocaba el acordeón y cantaba como cualquier juglar. Su vena artística la heredó de sus padres, quienes también se dedicaron a la música.

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El padre de Samuelito fue otro juglar, y no cualquiera. A Pedro Nolasco Martínez le adjudican uno de esos enfrentamientos con el diablo, que él mismo denominó “el maligno”. De sus amores con la cantadora de tambora Felipina Muñoz nació Samuelito (1922), un negro de El Paso (Cesar) o, como más tarde lo llamaría Germán Serna en una canción, un “negro maldito”.

Samuelito Martínez vs. Germán Serna

La canción no la popularizó Germán Serna. Fue Abel Antonio Villa, quien, según el investigador vallenato Simón Martínez, se apropió de esa canción y le hizo algunos ajustes, puesto que su título de “negro maldito” no se ajusta con algunas estrofas. Aun así, la canción conserva la piquería entre estos dos juglares donde se difaman y se tratan de ladrones.

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Primero fue Samuelito Martínez quien trató a Germán Serna de ladrón en una canción. Luego Serna lo insulta de la misma forma y le advierte que lo va a mandar preso en la canción “El negro maldito”: “Un hombre que en Corral de Piedra se roba un toro / y en el pueblo de La Jagua lo fue a vender… Te lo pasas echando vaina negro maldito / y yo que lo estoy oyendo no digo na’ / No más que me estoy llenando de requisitos / porque a las catorce ventanas lo voy a mandar”.

Las catorce ventanas refieren a la cárcel de Santa Marta, que en ese momento era la capital del Magdalena Grande o la Provincia de Padilla, hoy departamentos del Cesar, La Guajira y Magdalena.

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La canción la grabó por primera vez Guillermo Buitrago en 1946 y luego Alberto Fernández, ambos bajo el título de “El negro maldito”. Según Martínez, no es más que una expresión de racismo porque Serna era de tez clara y ojos azules. La canción luego fue grabada, con algunos ajustes en la letra, por los Hermanos Zuleta en 1978 en el álbum Tierra de cantores bajo el título de “Isabel Martínez”.

Antes, Samuelito Martínez respondió con otra canción —que aparece en el libro Cultura vallenata, del investigador Tomas Darío Gutiérrez—, titulada “León coronado”, que fue grabada por él, pero con menor reconocimiento: “A Germán habrá que matarlo / pa’ conservá los novillos / que si le mochan las manos / agarra con los colmillos”.

Samuelito Martínez vs. los Durán

Esta disputa fue más grande todavía. No solo se acusaron de hurto de bienes, sino también de canciones. Los temas eran escuchados por otros músicos en las parrandas y luego las replicaban en otras sin mencionar a su dueño. Era algo normal en la época, pues todavía no existía el concepto de derechos de autor.

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Fue Cecilio Reales quien encendió la pelea entre Náfer Durán y Samuelito Martínez. Le dijo a este último que había escuchado una canción de su autoría cantada por los Durán. Después fue donde los Durán y les dijo que Martínez les había compuesto una canción ofensiva. Fue así como nació la disputa, según cuenta el investigador Jorge Naín Ruiz.

De las canciones se fueron a los golpes. Samuelito Martínez estaba sentado en una cantina y los hermanos Durán lo acorralaron. Ellos eran tres contra uno. Se enfrentaron en una piquería y, a pesar de la inferioridad numérica, Samuelito salió vencedor. Luis Felipe, el mayor de los hermanos Durán, no aguantó la humillación y le estrelló el acordeón a Martínez en la cabeza, según relata el investigador Ciro Quiroz, a falta de la versión del maestro Náfer.

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A raíz de esa batalla, Martínez le hizo una canción a su hermano porque él se sentía solo en el caserío de La Loma y su hermano estaba en Potrerillo, según Quiroz y Ruiz. Pero Simón Martínez asegura que esa canción era producto de la piquería con Germán Serna, que fue casi simultánea. Lo cierto es que la grabaron artistas de peso como Jorge Oñate y Silvestre Dangond: “Samuelito no sabe qué forma / ha ofendido a su hermano querido / que se venga pa’cá pa La Loma / que con el mismo gusto lo recibo”.

Samuelito Martínez vs. la muerte

Las piquerías seguían en las parrandas, junto al licor y las mujeres. Una vida bohemia castiza, como la de aquellos poetas malditos franceses. Dice Simón Martínez que no son comparables a Samuelito Martínez, puesto que no era un errante ni incomprendido, ni hacía canciones existenciales, sino que aquello de “negro maldito” era una simple expresión despectiva por su color de piel al calor de los enfrentamientos musicales. Después vino el “reconcilio”.

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“Las piquerías aquí eran de verdá verdá, éramos enemigos, pero después la gente nos hacía amistar”, aseguró Martínez en una entrevista hecha por el investigador Tomás Darío.

Y así fue. Luis Enrique Martínez, conocido como el Pollo Vallenato, fue el primero en hacerlo. Era amigo de Samuelito Martínez y Germán Serna. Los reunió en una parranda y ahí los reconcilió. Lo propio hizo en otra parranda Ciro Quiroz con Náfer Durán y Samuelito.

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Pero Samuelito Martínez cazó una tercera piquería más peligrosa todavía. Una con la muerte. La primera batalla fue con una enfermedad: la glucemia. La segunda fue con la ceguera que esta le produjo. A las que también les respondió con una canción. “Samuelito a mí me mata es la cabeza / ‘toy enfermo con todos mis hijitos / eso a mí sí me dio una tristeza / Samuelito me siento fregado / yo no lloro porque soy un hombre fuerte / eso a mí sí me cayó fregado / soy un hombre pensando en la muerte”.

Se llamó “La desgracia”, donde narra la batalla final con la misma muerte (2004). Dejó diez hijos y su mujer, con la que duró más de cuarenta años. Felipa Benicia Castro lo acompañó hasta sus últimos días. En la canción “La loma”, dedicada a su hermano, ya había anticipado su muerte: “Si se ofrece una linda batalla / cuando vengas ya yo la he perdido”.

*De la Fundación Color de Colombia.

Por Alberto González Martínez*

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