A menos de una semana de terminarse el 2025 y ocho meses antes de que el presidente Gustavo Petro deje la Casa de Nariño, el jefe de Estado ordenó un revolcón en la cúpula militar de Colombia. El almirante Francisco Cubides y los generales Luis Emilio Cardozo Santamaría y Luis Carlos Córdoba Avendaño, quienes estaban al frente de la comandancia de las Fuerzas Militares, el Ejército y la Fuerza Aeroespacial Colombiana (FAC), salieron de sus cargos y fueron reemplazados por otros tres generales. La decisión pone en sus manos una tarea que para analistas y expertos es clara: atender con urgencia los coletazos de una fallida política de paz.
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Son en total ocho los cambios que ordenó el jefe de Estado. Tres de ellos de especial importancia porque incidirán de forma directa en las decisiones que se tomen sobre la política de seguridad y defensa de la nación. El general Hugo Alejandro López Barreto, quien era el jefe de Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Militares, reemplazará al almirante Cubides en el Comando General. Los generales Royer Gómez Herrera y Carlos Fernando Silva Rueda estarán al frente del Ejército y de la FAC, respectivamente. En su conjunto, deben atender zonas como el Catatumbo (Norte de Santander), donde la última escalada ha causado el desplazamiento de más de 78.000 personas en las últimas dos semanas, según la Defensoría del Pueblo.
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El ministro del Interior, Armando Benedetti, dijo que el revolcón a las Fuerzas Militares se analizó durante meses en la Casa de Nariño, pero que los ataques de las disidencias de las Farc y el Ejército de Liberación Nacional (Eln) a la Policía y el Ejército en Buenos Aires (Cauca) y Aguachica (Cesar), durante la semana del 15 de diciembre, desencadenaron la orden. “La razón de esos cambios en la cúpula es, de pronto hago hasta infidencia de los consejos, básicamente por lo que venía desarrollándose últimamente con las bases militares. En el último consejo de seguridad en el que yo estuve, se encontró que las fallas eran básicamente de seguridad de las instalaciones”, dijo el ministro Benedetti en una entrevista con W Radio.
La reunión a la que hizo referencia fue citada por el presidente en la tarde del 20 de diciembre. Tras el encuentro, el jefe de Estado dijo que “hubo fallas” que llevaron a que siete soldados murieran en el ataque del Eln en Aguachica y a que las disidencias de “Iván Mordisco” se tomaran por más de diez horas el casco urbano de Buenos Aires. Pese a esas explicaciones, expertos consultados por este diario señalaron que detrás de la orden no solo está la guerra sostenida de los grupos ilegales, si no también los coletazos adversos de la política de paz total. Agregaron que, pese a las dimensiones del cambio de la cúpula, el tiempo del gobierno Petro escasea y no será suficiente para implementar una nueva estrategia de seguridad y defensa.
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Un “timonazo” de última hora
Esta no es la primera movida del gobierno Petro sobre la comandancia de las fuerzas armadas. En agosto de 2022, el jefe de Estado ordenó una “purga” en la que salieron cuarenta generales y almirantes de las Fuerzas Militares y la Policía. Dos años después, en mayo de 2024, reconfiguró la cúpula militar para atender la grave situación de orden público en el departamento del Cauca. Una estrategia que desembocó en el desarrollo de la Operación Perseo, que inició el 12 de octubre de ese mismo año, en la región del cañón del Micay (Argelia), para recuperar el control territorial de una zona que a hoy sigue, en gran parte, controlada a sangre y fuego por las disidencias de “Iván Mordisco”.
No en vano los analistas ven esta orden como un “timonazo” acelerado para intentar recuperar los niveles de confianza de la ciudadanía y mejorar la percepción de seguridad. “Un cambio en este momento resulta muy complejo para que el nuevo mando pueda diseñar estrategias. Para el panorama en el que estamos, con las crisis en materia de seguridad, lo mejor habría sido mantener la cúpula hasta finalizado el gobierno. No va a haber tiempo para diseñar estrategias nuevas e implementarlas en los meses que quedan”, dijo en diálogo con El Espectador Javier Flórez, director de Seguridad y Conflicto de la Fundación Ideas para la Paz (FIP). Agregó que la campaña electoral hace aún más complejo el contexto en el que se da esa decisión.
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Para Jorge Mantilla, analista experto en seguridad, el remezón a la cúpula militar no solo tiene que ver con lo que pasa directamente en los territorios, sino también con fallas administrativas y una alta rotación de personal en algunos despachos del Ministerio de Defensa y en las Fuerzas Militares y la Policía, donde 76 generales en total han sido removidos de sus cargos. “Es claro que estrategia no hay, que lo que hay es un timonazo o una maniobra de última hora encaminada a mostrar una presunta ofensiva que en realidad es inexistente, salvo tal vez en materia de interdicción contra el narcotráfico, que es el mensaje que se da al dejar al comandante actual de la Armada”, señaló el investigador en diálogo con este diario.
En efecto, uno de los elementos que resaltó el presidente Petro en la noche del 27 de diciembre pasado, cuando anunció el cambio en la cúpula militar, fueron los resultados en materia de incautaciones de droga. Un “récord histórico”, en palabras del mandatario, de más de 1.000 toneladas de cocaína, unos 12 millones de dosis, incautadas desde agosto de 2022. También señaló otros resultados como el desarrollo de la ya mencionada Operación Perseo, las capturas y muertes de unos 4.400 integrantes de grupos al margen de la ley, por lo que el presidente agradeció a los militares que fueron removidos de sus cargos, según él, para responder “frente a los desafíos del 2026, donde la prioridad será la seguridad y la democracia”.
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Los retos de la nueva cúpula
Mantener el orden público en pleno año electoral, como lo señaló el presidente Petro, no es el único reto al que se tendrá que enfrentar la nueva cúpula militar. Javier Flórez, de la FIP, resaltó que otro punto clave es el fortalecimiento de las capacidades aéreas. Si bien en 2025 una de las noticias más sonadas del sector defensa fue el cierre de un negocio de USD 4.300 millones con la firma sueca Saab para la compra de 17 aviones Gripen, por el lado del Ejército la situación es distinta. El contrato por USD 32 millones para el mantenimiento de los helicópteros rusos Mi-17 terminó en un incumplimiento por parte de la empresa Vertol y un proceso penal contra un exmilitar, dos exfuncionarios del Mindefensa y dos empresarios, por presunta corrupción.
Flórez también señaló que es clave contener el uso de drones por parte de grupos ilegales. Según cifras de Indepaz, entre abril de 2024 y marzo de 2025 hubo 185 ataques con drones cargados con explosivos, en los que un civil y un uniformado murieron, 31 civiles y 19 uniformados más resultaron heridos. “Tenemos que tener una estrategia antidrones fuertísima. Ya tenemos el nuevo batallón de drones del Ejército Nacional, que es un avance significativo, pero todavía hay muchos desafíos en esa materia que debemos enfrentar con innovación, con tecnología y con capacidades adicionales a las que contamos hoy”, dijo el experto. El tema va más allá de las capacidades técnicas e implica también el desarrollo de una estrategia y doctrina propias.
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También las capacidades de inteligencia, que fueron parte de la discusión en el consejo de seguridad del 20 de diciembre, por las omisiones que, según dijo el propio ministro de Defensa, Pedro Sánchez Suárez, facilitaron la acción de las disidencias de las Farc y el Eln. En concepto del investigador Flórez, los problemas tienen que ver con las fragmentaciones internas del sector defensa. “Tenemos una crisis por la desconfianza que hay entre distintos actores al interior de la inteligencia conjunta. Eso hace necesario que se tomen decisiones de política pública que van más allá de la cúpula militar. Sin inteligencia, aunque tengamos la mejor cúpula, difícilmente podremos hacer operaciones de profundidad, que den golpes duros a las estructuras criminales”.
Flórez señaló que durante el último año, especialmente tras la llegada al Ministerio de Defensa del entonces general Sánchez Suárez, hubo un importante “retorno a la ofensiva” militar contra los grupos al margen de la ley. Las cifras del Gobierno Nacional también indican que en 2025 hubo 563 combates en todo el país y la ofensiva militar aumentó en un 25% respecto a 2024. Sin embargo, para el investigador Mantilla aún es débil la posición de control del Estado. “Tenemos unas Fuerzas Militares de alguna manera doblegadas en gran parte del territorio nacional y cuya labor se ha venido reduciendo al mantenimiento de la seguridad en las principales vías del país y a un refuerzo operacional que no ha logrado alterar la balanza del conflicto”, dijo el experto.
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Generales conocidos
Pese a las dificultades del panorama actual de seguridad y orden público en el país, los analistas coinciden en que los alcances y efectos del remezón del presidente Petro a la cúpula militar son difíciles de calcular. Pero las personas que estarán al frente de la estrategia de las fuerzas armadas han acompañado de cerca el trabajo que encabezó desde julio de 2024 el saliente almirante Francisco Cubides. El general Hugo Alejandro López Barreto, ahora comandante de las Fuerzas Militares, lleva más de cuatro décadas en el Ejército, ha estado al frente del Comando Conjunto Estratégico de Transición y de los comandos conjuntos Caribe y Orinoquía. Además, fue observador militar de paz en la negociación del gobierno con el Eln.
El general Royer Gómez Herrera, quien hace un año que ascendió en la línea de mando, ahora estará al frente del Ejército, viene de ser el jefe de Operaciones del Ejército. Con cuatro décadas en la institución, ha sido comandante de algunas de las unidades más importantes, como la Primera División, la Fuerza de Tarea Conjunta Omega y la Tercera Brigada. Sin embargo, su nombramiento fue sorpresivo, incluso dentro de la misma institución. Fuentes cercanas a este diario señalaron que se esperaba que quien sucedería al general Luis Emilio Cardozo, quien ahora sale de su cargo, sería el general Eric Rodríguez Aparicio, nombrado en febrero de 2025 como segundo comandante del Ejército y, por ende, el siguiente en la línea de mando.
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Al general Luis Carlos Córdoba Avendaño, saliente comandante de la FAC, también lo reemplazará otro militar de larga trayectoria en esa institución: el general Carlos Fernando Silva Rueda, un oficial que hizo gran parte de su carrera como piloto militar y tiene formación en administración aeronáutica, seguridad y defensa. Desde 2022 era el segundo comandante de la FAC, cargo al que llegó después de estar al frente del Comando de Operaciones Aéreas y Espaciales de la institución. Se suman otros cambios, como el paso del vicealmirante Harry Ernesto Reyna a la jefatura del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Militares y del mayor general Jaime Alonso Galindo como segundo comandante del Ejército.
El vicealmirante Orlando Enrique Grisales seguirá siendo el jefe del Estado Mayor Naval de Operaciones de la Armada y estará en la segunda comandancia de la institución. Lo mismo para el caso del mayor general Alfonso Lozano Ariza, segundo comandante y jefe del Estado Mayor de la FAC. Con los meses contados en la Casa de Nariño y esta amplia lista de cambios, el presidente Petro busca seguir dando el giro de la política de paz total a la ofensiva directa contra los grupos al margen de la ley, justo en la antesala de las elecciones legislativas y presidenciales de 2026. Una estrategia que no tiene aún resultados concretos definidos y que tendrá que atender, de manera urgente, la situación de lugares como el Catatumbo, donde la guerra sigue siendo la constante.
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