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La última semana fue frenética para el Centro Democrático. Y también para el expresidente Álvaro Uribe Vélez, quien pasó de recibir su boleta de libertar tras la condena a 12 años de prisión domiciliaria que aún debe definirse en segunda instancia, a comenzar una serie de correrías proselitistas que incluyeron reuniones privadas y mensajes constantes a su equipo de precandidatos para definir el cupo que quedó en el quinteto tras el asesinato de Miguel Uribe Turbay.
La clave de esa reconfiguración tuvo su primer paso definitivo en la tarde del 21 de agosto en Rionegro (Antioquia), donde el exmandatario se encontró con Miguel Uribe Londoño, padre del fallecido senador, para ultimar los detalles de cómo se debía dar su ingreso a la contienda por el cupo presidencial que tiene este partido y que, por más que la palabra del exjefe de Estado sea la definitiva en esa colectividad, dejó grietas abiertas; incluso, algunas heredadas.
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En ese encuentro, para el cual Uribe Londoño viajó 24 horas antes desde Bogotá, se terminaron de definir aspectos sobre cómo confirmar que entraba al abanico de precandidatos con María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Paola Holguín y Andrés Guerra, y su aceptación de moverse bajo las mimas condiciones con las que ya venían los demás trabajando hasta el magnicidio del congresista de 39 años.
Eso se tradujo en que Miguel Uribe Londoño hará parte de los foros uribistas –como el que está previsto para el próximo domingo (31 de agosto) sobre lucha contra la corrupción–, saldrá a plaza pública enarbolando las banderas de su hijo y las del exmandatario, con las cargas que ello conlleva, y, entre otras cosas, se tendrá que someter a un aspecto que no se ha subsanado de todo.
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En efecto, los cuatro precandidatos que vienen desde el momento cero tienen una cohesión que había dejado por fuera a Uribe Turbay y que, según las citas que se han venido teniendo, tendrá una reedición con el aterrizaje de Uribe Londoño a esta contienda.
Todo esto derivó en que pasada esa cita del jueves, el expresidente Uribe instruyera al director del Centro Democrático, Gabriel Vallejo, para que les informara de forma directa a Cabal, Valencia Holguín y Guerra la decisión que se había tomado. Y, de paso, que se abrieran los canales de concertación necesarios para que el quinteto de precandidatos no comenzará su nueva etapa en medio de heridas, lo cual no se logró plenamente.
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Luego, el 22 de agosto, mientras Uribe Londoño regresaba a Bogotá para estar en un homenaje que el Concejo de Bogotá le hizo ese día a Uribe Turbay tras el crimen que aún está en fase investigativa y con varias sombras en torno a sus avances –algunas aupadas por las declaraciones constantes del presidente Gustavo Petro–, desde Rionegro se mantuvieron los contactos de Uribe Vélez para buscar la cohesión proselitista de sus filas.
El propio exmandatario hizo varias llamadas, mientras Vallejo continuó con su papel de facilitador, lo que finalmente derivó en un comunicado que se divulgó pasado el mediodía de ese viernes y con el cual se confirmó lo que ya había anticipado El Espectador: el papá de Miguel Uribe Turbay tomaría la posta de su hijo en la contienda.
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“Al igual que los otros precandidatos presidenciales, el señor Miguel Uribe Londoño tendrá la obligación de participar de todos los debates y actividades del partido en el marco del proceso de selección”, quedó explicito en un pronunciamiento que se acordó entre los cinco aspirantes y con la guía directa del exmandatario.
Ahí mismo se ratificó otro acuerdo, pues los cinco se someterán a una encuesta para definir cuál de ellos es el ungido de las huestes uribistas. No obstante, según lo confirmaron fuentes del seno mismo del Centro Democrático, a ese punto le surgió un bemol que no es menor y que tiene, precisamente, las heridas cicatrizando con más lentitud.
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El sondeo, que se realizará con la firma internacional Atlas Intel, se corrió hasta diciembre y con posibilidad de llevarlo a enero próximos, lo que pone sobre la mesa una eventual inhabilidad. Si bien Uribe Londoño es militante del partido y ha hecho parte de sus cuadros directivos no ostenta ningún cargo de elección popular, mientras que sus cuatro competidores son senadores; eso se traduce en que antes del 8 de diciembre, cuando se cierran las inscripciones de quienes quieran aspirar al Congreso, deben definir si siguen sometidos al sondeo o se apartan para intentar reelegirse en su curul.
El Espectador estableció que entre Cabal, Valencia, Holguín y Guerra solo la primera ya tiene decidido no volver a aspirar al Congreso, por lo que estará hasta el final en la puja por obtener el aval presidencial. De la segunda se ha dicho en el Capitolio informalmente que lo que quiere es encabezar la lista al Senado en 2026; los demás analizan sus caminos sin descartar que se abran hacia metas regionales en su natal Antioquia.
Cunado este diario comenzó a ahondar entre la metodología de la encuesta a la que por ahora están todos apostándole se encontró con que la decisión de elegir que fuera Atlas Intel es porque el despliegue sería digital y eso deja sobre la mesa algunas inquietudes: ¿Miguel Uribe Londoño será medido con estas tres palabras o solo con las dos primeras que finalmente son las de mayor recordación? ¿La pregunta definitiva será por favorabilidad o reconocimiento del precandidato? ¿Habrá preponderancia por alguna región a la hora de elaborar el muestreo? Las respuestas pueden impactar en el resultado.
Pero mientras todo eso se planteó entre jueves en la noche y viernes en la mañana, entrada la tarde de este 22 de agosto se registró otro paso en clave electoral. También en Rionegro –el centro principal de operaciones de Uribe y su residencia personal–, Cabal y Guerra se reunieron con el jefe natural del Centro Democrático con otro invitado: el senador conservador Efraín Cepeda.
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Este legislador valorizó su nombre tras presidir el Senado ejerciendo una férrea oposición al presidente Petro, lo que hizo que terminara entre la baraja de posibles candidatos que buscan ejecutar procesos internos en sus colectividades –como precisamente pasa en el uribismo– para luego ir a una consulta ampliada el 8 de marzo, cuando también se elige al siguiente Legislativo.
“Nos unen nuestras convicciones, y esa es la fuerza más poderosa para encontrarnos en esta lucha”, dijo Cepeda al término de su cita con Uribe, Cabal y Guerra. Además, a lo largo de este fin de semana tras esta cita, Uribe Vélez también se reunió con la precandidata Vícky Davila y, entre otras, con la representante Lina María Garrido.
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Y como en política los paralelismos se hacen claves para el diseño de estrategias de acción electoral, precisamente este viernes (22 de agosto), pero en Bogotá, se terminaban de ajustar detalles para consolidar la apuesta de Miguel Uribe Londoño. En efecto, El Espectador estableció que dos asesores que estuvieron siempre con su hijo, los venezolanos Lester Toledo y Édgar Gutiérrez, comenzaron su regreso a Colombia para entrar de lleno en la campaña del nuevo precandidato.
Además, se comenzó a consolidar un equipo de trabajo que el próximo domingo será el que le dará las bases a Uribe Londoño para estar en su primer foro de precandidatos del Centro Democrático. Además, algunos de sus miembros recogieron elementos del homenaje que este sábado hizo Uribe Vélez a Uribe Turbay en el parque del barrio bogotano de Modelia donde el ya fallecido senador fue baleado el pasado 7 de junio por un gatillero de 15 años. Allí estuvieron los cinco precandidatos del uribismo.
Todo esto es importante para que los diálogos que también sostuvo en la última semana el nuevo precandidato con los demás familiares de su hijo, entre quienes estuvo María Claudia Tarazona –la viuda del asesinado congresista–, sigan enrutados en la cohesión y no se abran divisiones entre un grupo que también tiene una estela política que incluye al expresidente Julio César Turbay.
La razón es que se quieren esquivar posibles ruidos entre las familias, en la medida en que tienen una alta carga política en su historia y el hecho de estar en un proceso electoral podría hacer aflorar intereses particulares para derivar en la aparición en un tarjetón.
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En todo caso, el exmandatario Álvaro Uribe sabe que la izquierda se está moviendo con fuerza y que el salto al ruedo de precandidatos del senador Iván Cepeda, con el apoyo del presidente Gustavo Petro y el grueso del progresismo, hacen que sus huestes tengan que moverse con celeridad.
El posible retorno electoral del exvicepresiente Germán Vargas Lleras, de Cambio Radical, también podría impactar en la ecuación de la derecha por el 2026.
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