¿Aún siente guayabo tras nueve años de haber perdido el plebiscito?
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Por supuesto que fue un resultado desafortunado, porque perdimos por un porcentaje mínimo debido a dos fenómenos. Uno, el huracán Michael, que nos quitó cerca de 4 millones de votos por el sí y perdimos por alrededor de 50.000; y lo otro fue lo que confesó el propio gerente de la campaña del no, que dijeron toda clase de mentiras, toda clase de propaganda falsa, y mucha gente creyó en esa propaganda falsa. Se perdió, pero reconocimos esa pérdida. No hemos desconocido el resultado del no, todo lo contrario, reconocimos que perdimos y, como estaba establecido en la ley, lo que hicimos fue renegociar el acuerdo.
Pero el expresidente Álvaro Uribe y quienes lo acompañan dicen todo lo contrario, que “se robaron” el resultado del no. ¿Fue así?
Invitamos inmediatamente a los dirigentes del no, comenzando por el expresidente Uribe, el expresidente (Andrés) Pastrana, (la exvicepresidenta) Marta Lucía Ramírez y todos los que promovieron el no. Les dijimos que todos han querido hacer la paz con las Farc y que han fracasado, y que todos dicen que están de acuerdo con la paz, pero no con este acuerdo. Entonces, ¿qué es lo que quieren cambiar para que estén de acuerdo? Y comenzamos un ejercicio muy interesante, muy intenso, de grupos de trabajo durante dos meses y presentaron 60 enmiendas para introducir al acuerdo. De esas 60 enmiendas, se aceptaron 58.
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¿Son casi coautores de lo finalmente firmado?
Los del no participaron activamente en la redacción del nuevo acuerdo. Ese nuevo acuerdo se llevó al Congreso y ahí se aprobó por unanimidad. Entonces, yo no sé de dónde sacan que nosotros desconocimos el resultado del no, si fue todo lo contrario. Lo reconocimos, renegociamos el acuerdo y yo tengo que confesar que el acuerdo que renegociamos, o sea, el acuerdo que firmamos en el Teatro Colón, fue mejor que el acuerdo que firmamos en Cartagena. Esa renegociación mejoró el acuerdo en muchos aspectos y eso lo reconozco.
El expresidente Uribe asegura que en ese acuerdo firmado está la base de toda la crisis de orden público que se ha vivido a lo largo de este tiempo. ¿Qué le responde?
Es precisamente todo lo contrario. La crisis que estamos viviendo en buena parte se debe a que no se implementó el Acuerdo de Paz. Por ejemplo, en las zonas de conflicto donde están hoy las bandas criminales, en las que estaban ante las Farc, el acuerdo establecía todo un procedimiento con unos pelotones que se habían entrenado con el Ejército en una campaña cívico-militar, y los programas de desarrollo con enfoque territorial para que llegara el Estado; todo eso estaba planeado. Pero como el gobierno que me sucedió (del expresidente Iván Duque) decidió hacer “tabla rasa” con el Acuerdo pues avanzó muy poco, y este Gobierno ha avanzado inclusive menos. La no implementación es lo que ha generado muchos de los problemas, porque ese vacío lo llenaron las bandas criminales que comenzaron a competir y a pelear entre ellas por el control del territorio.
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¿Eso tiene un impacto negativo y directo en esos territorios?
¿Quién sufrió las consecuencias? Las comunidades. ¿Quién está sufriendo hoy las consecuencias? Las comunidades. Y todo por no implementar el Acuerdo de Paz.
Traduciendo sus palabras, ¿la crisis de violencia es responsabilidad de Uribe, Duque y Petro?
Pues son los responsables de la no implementación: el que puso Uribe (Duque) y Petro, sin duda alguna, porque era responsabilidad de ellos. Y no lo digo yo, lo dicen las propias Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad lo ha dicho en repetidas ocasiones como cuando sucedió lo de El Catatumbo. Allá lo dijeron, en Nueva York, eso se debe a que no implementaron el Acuerdo. ¿Y quién no lo ha implementado? El gobierno de Duque, que lo puso Uribe, y el gobierno de Petro.
¿Las disidencias son responsabilidad de ellos?
Las disidencias nacieron como un grupo muy pequeño que nunca firmaron, que eran los que estaban dedicados en sus respectivas regiones al narcotráfico, pero eran un grupo insignificante. Después les permitieron crecer y el Gobierno de Petro les dio además un estatus jurídico, les permitió llamarse Estado Mayor de las Farc, como si las Farc todavía existieran. Las Farc dejaron de existir cuando se firmó el acuerdo.
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¿Hoy no hay “paz total”, como denomina a su política en esta materia el presidente Petro?
No, y la paz total ha sido un fracaso. La paz total ha generado un ambiente en contra del Acuerdo de Paz con las Farc. A los firmantes de paz del Acuerdo con las Farc los están asesinando. Van casi 500 firmantes de paz que han sido asesinados, muchos de ellos por las llamadas disidencias. Eso es una situación muy compleja que hay que resolver, porque todavía el Acuerdo de Paz se puede implementar.
¿Aún considera que si avanza la ley de sometimiento que quiere impulsar el Gobierno se termina afectando la implementación del Acuerdo de Paz?
Hay que separar totalmente el Acuerdo de Paz con las Farc de la paz total de Petro. La paz total de Petro lastimosamente ha sido un total fracaso. El Acuerdo de Paz con las Farc terminó el conflicto armado colombiano. Lo que hoy tenemos es una confrontación con unas bandas criminales, las llamadas bacrim, y a esas bandas criminales hay que tratarlas como bandas criminales y que se sometan a la justicia. Cada banda tendrá sus condiciones y el Gobierno impondrá las suyas y vamos a ver qué pasa, pero hasta ahora eso ha sido un fracaso.
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¿Cómo ve que en pleno año electoral se le entregue el manejo de la política de paz al ministro del Interior, Armando Benedetti, a quien a propósito usted también conoce?
Pues que haga algo, porque no han hecho nada. Desde hace ya varios meses que no han hecho absolutamente nada en la implementación del Acuerdo de Paz; todo lo contrario. Unos recursos que existían para financiar los proyectos, por ejemplo, donde los sancionados por la JEP deben trabajar se los transfirieron a un proyecto que tienen en la paz total. O sea, ha sido hasta contraproducente. Y por eso se le pidió, se le exigió al presidente Petro, que la paz total no la adelantara a expensas del acuerdo con las Farc. Pero infortunadamente no ha sido así.
¿Eso se traduce en que el ministro Benedetti no le genera tranquilidad?
Pues la verdad, no, no me da mucha tranquilidad porque no veo al Gobierno ni al presidente entusiasmados con la implementación del acuerdo. El que estaba entusiasmado era el antiguo ministro, Juan Fernando Cristo, quien inclusive fue a Naciones Unidas y presentó un plan de choque. Pero ese plan de choque no se ha ejecutado en lo más mínimo y no es culpa del exministro Cristo, es que se requiere voluntad política, se requiere que el propio presidente empuje esa máquina pesada del Estado y obligue a las entidades a coordinarse, y eso no se ha visto para nada.
Y en época electoral, ¿ve viable que eso pase?
No sé si pase o no pase. Pero todavía sigo insistiendo en que ojalá pase, porque ahí están las soluciones a buena parte de los problemas que tiene el país.
Usted también pasó recientemente por Naciones Unidas y atestiguó el poco caso que se hace a sus decisiones o discusiones. ¿Qué le falta a este organismo multilateral?
Las instituciones, decía Alberto Lleras, que fue el primer secretario general de la OEA, como la OEA o como Naciones Unidas, hacen lo que los países miembros quieren que hagan. Y eso, en el fondo, tiene que ver con liderazgo, el liderazgo dentro de los países. Y hoy tenemos, infortunadamente, una situación donde los países más poderosos, más fuertes, no están respetando las reglas de juego que se acordaron cuando se crearon las Naciones Unidas. Eso ha generado todo un proceso de desestímulo frente a lo que Naciones Unidas puede y debe hacer. Inclusive, desde The Elders propusimos una serie de reformas, porque no podemos abolir las Naciones Unidas sino debemos reformarlas y ponerlas a tono con el 2025, porque estaba diseñada para el año 1945; están atrasadas en muchas de las normas y procedimientos.
“Yo le aconsejaría al presidente Petro que se quedara en Colombia a combatir las bandas criminales que se están apoderando del territorio colombiano. Más de 500 municipios están ya bajo el control de las bandas criminales. Sería mucho mejor que defendiera su propio territorio o de pronto que se fuera a pelear por la democracia y la libertad de los venezolanos”.
¿Eso lo ve viable en este momento?
Pues se requiere liderazgo y liderazgo de largo plazo; que los líderes en este momento piensen un poco más en el largo plazo y no en el corto plazo o en las próximas elecciones, porque desconocen las decisiones necesarias para arreglar los problemas existenciales que tiene el mundo.
El presidente Petro dijo que deberían trasladar las Naciones Unidas de Nueva York a Catar. ¿Eso le merece alguna opinión?
El presidente Petro ha dicho muchas cosas que no tienen ni pies ni cabeza. Si están en Nueva York, yo creo que pensar en llevárselas a otro sitio no tiene ningún sentido, a menos que Estados Unidos diga que no quiere ser parte de Naciones Unidas. De pronto en esas circunstancias sí habría que pensar en alguna otra sede, pero creo que lo que hay que hacer es buscar consensos alrededor de las reformas que se necesitan y hacer propuestas que tengan alguna viabilidad.
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¿Y qué hacer con Gaza e Israel?
Al momento de hacer esta entrevista se aguarda la respuesta de Hamás a la propuesta que le hizo Estados Unidos y aparentemente Israel la apoya, y los países árabes también. Ojalá haya un cese al fuego, ojalá haya algo que pare esa tragedia humanitaria que estamos viviendo. Pero todo depende de lo que Hamás responda y de cómo se implemente, porque esa es una parte muy importante, cómo se va a implementar ese acuerdo de paz.
El presidente Petro habló hasta de ir a combatir a Gaza…
Más bien yo le aconsejaría al presidente Petro que se quedara en Colombia a combatir las bandas criminales que se están apoderando del territorio colombiano. Más de 500 municipios están ya bajo el control de las bandas criminales. Sería mucho mejor que defendiera su propio territorio o de pronto que se fuera a pelear por la democracia y la libertad de los venezolanos. Pero irse para Gaza en este momento no tiene ningún sentido.
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¿Siente que todo esto tiene un tono más electoral?
Claro que lo tiene. Todo lo que ha hecho últimamente tiene un tufillo electoral. Eso es evidente. Se quiere arropar la bandera nacional como un líder del mundo antiimperialista, lo que pasa es que esa actitud le puede costar mucho a los colombianos.
En todo este escenario, ¿qué opinión le merece el presidente Donald Trump, quien incluso dijo que quiere ser el siguiente Nobel de Paz?
Tiene que comenzar por producir paz, porque si no produce paz, no creo ni si quiera que eso se considere.
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¿Trump ha producido paz?
Pues él dice que ha producido paz en cinco o seis situaciones, pero los conocedores de esas situaciones dicen que el papel del presidente Trump ahí no fue determinante.
Y usted, que ya es Nobel de Paz, ¿qué dice?
Yo no quiero ponerme a comentar lo que podría suceder con un candidato o posible candidato a un nobel de Paz, porque eso creo que no es lo que nos corresponde a los que ya tenemos ese galardón. Lo que nos corresponde es tratar de promover por todas las formas posibles la paz en este momento, donde hay más de 40 conflictos armados, más de 40, muchos de los cuales ni siquiera se mencionan en los medios y que son muchísimo más crueles, desde el punto de vista humanitario, que lo que está sucediendo en Gaza o en Ucrania. Por ejemplo, el caso de Sudán. Allá lo que está sufriendo esa población no tiene nombre y nadie la menciona, nadie la reconoce y nadie está haciendo nada.
El entorno del presidente Petro también llegó a decir que él merecería un Nobel de Paz…
Repito que no quiero opinar sobre candidatos a los Nobel de Paz, porque no me corresponde.
Estamos en año electoral, ¿qué necesita el país para el 2026?
Necesitamos evitar que los extremos se apoderen del poder, porque si se llega a un extremo de la derecha o a un extremo de la izquierda este país va a ser ingobernable. Se requiere un consenso que permita que las reformas que van a ser necesarias se puedan llevar a cabo, porque el próximo presidente va a encontrar un país con serísimos problemas en materia de seguridad, en materia económica, en materia de energía, en materia de salud. ¿Y cómo va a arreglar los problemas si no tiene un mínimo de gobernabilidad? La gobernabilidad se construye armando consensos, no asumiendo posiciones radicales.
“Los discursos del presidente en lugar de estar uniendo, están dividiendo el país y eso es lo que no necesitamos, necesitamos son discursos que unan el país”.
¿Hay espacio para esos consensos?
Pues mire lo que ha pasado con Petro, pero eso también puede pasar con la extrema derecha, si es que la extrema derecha llega al poder. Yo digo que ni Petro ni Uribe, necesitamos moderación, un centro que defienda la institucionalidad del país, que defienda las políticas que sean efectivas para resolver los problemas.
En medio de ese abanico de más de 100 candidatos, ¿ve a alguien que enarbole ese propósito?
Yo no me voy a poner a mencionar nombres, pero estoy seguro que alguno va a surgir porque las circunstancias siempre facilitan que surjan los líderes. Espero que surja un buen líder y no un mal líder.
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Usted dice que el país no necesita ni extrema derecha ni extrema izquierda. Por la situación actual, ¿se está ante una extrema izquierda?
Pues estamos en un extremismo, en un extremismo dialéctico. Los discursos del presidente en lugar de estar uniendo, están dividiendo el país y eso es lo que no necesitamos, necesitamos son discursos que unan el país. Pero esos insultos permanentes de lado y lado, porque no solamente es el presidente, del lado de la oposición también los hay; lo que llaman la violencia verbal y que lleva a la violencia física, es la que tenemos que atemperar.
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