Los mensajes a través de Line han sido constantes durante los últimos cinco días. Unos los escribe directamente el presidente Gustavo Petro, otros los rebotan algunos de sus asesores a través de WhatsApp y en su mayoría los ministros analizan cómo les impactará en sus gestiones lo que en ellos se dice. Y la razón es sencilla: hay una inconformidad latente del jefe de Estado con su gabinete y por eso quiere tomar medidas de fondo que le permitan robustecer su entorno para que el epílogo de su mandato siente las bases de una lucha frontal por mantener a la izquierda en el poder en 2026.
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Si bien la estrategia de darle realce electoral a lo que resta de la actual administración es algo que comenzó con fuerza hace unos meses con los constantes plazoletazos, los consejos de ministros televisados y las alocuciones de más de una hora, la diferencia ahora es que siente que la derrota que sufrió el Gobierno con la elección de Carlos Camargo como magistrado de la Corte Constitucional es la gota que rebosó una copa que venía llenándose especialmente en los últimos 15 días.
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El Espectador estableció que al tercer piso de la Casa de Nariño, donde está el despacho principal del poder Ejecutivo, llegó hace dos semanas una serie de reportes que indica que hay molestias en las bases políticas del Pacto Histórico con las formas que usan ciertos ministerios, pues en pleno año electoral y con la instrucción de inaugurar obras y cobrar por las acciones emprendidas en las regiones, los delegados del petrismo se sienten muchas veces excluidos; en algunos casos no son ni siquiera informados de lo que se plantea ejecutar en sus zonas de influencia.
A eso se suma que la foto de la plenaria del miércoles en la que Camargo le sacó 21 votos de ventaja a María Patricia Balanta, la jurista que si bien no es de la entraña del Gobierno sí contó con todo su respaldo lobista y en cierta medida burocrático, derivara en la orden de desplegar una especie de poda interna para sacudir al gabinete y de paso reorganizar las jefaturas de varias entidades que son regentadas por fuerzas que se consideran aliadas del oficialismo, pero que –por el resultado con el que se impuso una aspiración cuestionada por clientelista– no cumplieron.
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Fuentes de muy alto nivel le confirmaron a este diario que todo se terminará de definir en una cita prevista para este lunes 8 de septiembre en la Casa de Nariño, que busca ser una suerte de cónclave del Ejecutivo que liderará el presidente Petro y durante la cual se espera que se definan quiénes continúan y los ministros que definitivamente salen por sus nexos con fuerzas políticas que no están respaldando al Gobierno en todos los escenarios pese a tener esa representatividad.
Los tres partidos que tienen a sus fichas ministeriales en veremos son el Liberal, La U y Alianza Verde, pues ya se sabe que se les pidieron las renuncias a los jefes de las carteras de Comercio (Diana Morales), de TIC (Julián Molina) y de Trabajo (Antonio Sanguino), cercanos a esas colectividades, respectivamente, y se vienen revisando otras carteras que también tendrían ajustes; entre ellas está la de Transporte (María Fernanda Rojas), cuya cabeza está igualmente ligada a los verdes.
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Y de ahí para abajo hay entidades determinantes como el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), donde hay aliados del gobernador de Boyacá y jefe de un ala verde, Carlos Amaya; el Sena, que está a la cabeza del exministro Jorge Londoño; y Finagro, con posibles vínculos con el senador Guido Echeverri, de la coalición Alianza Verde Centro Esperanza.
Por los lados liberales también habría ajustes más allá de la cartera de Comercio. En efecto, como lo reveló este diario tras la plenaria del pasado 3 de septiembre, se caerían los lazos de Fabio Amín y Alejandro Vega, entre otros, en entidades como la Unidad de Servicios Penitenciarios y Carcelarios (Uspec) y Positiva Seguros.
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Además, se está haciendo revisión de otras instancias, entre ellas la Agencia de Desarrollo Rural y la Fiduprevisora. Y, por otra parte –si bien no tiene relación con cuestiones burocráticas–, en la Agencia Nacional de Tierras empezarían a moverse procesos administrativos que involucran a propiedades de legisladores del bloque que apoyó a Camargo. Lidio García, liberal y presidente del Senado, estaría en la lista.
Todo este mapeo de representatividad de colectividades que solían apoyar al Gobierno, pero que no hacen parte del petrismo más ortodoxo, se viene construyendo en la última semana y hará parte de un informe minucioso que también incluirá el registro de los votos en el Congreso de iniciativas claves para la Casa de Nariño, como lo que se vivió el pasado miércoles en el Senado, el cual se le entregará al jefe de Estado a su arribo de Japón este fin de semana. La intención es que confirme la información que se le compartió mientras hacía su sexta gira por Asia —y la primera al Estado nipón— y tome las decisiones de fondo para la recomposición de sus alianzas.
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En los pasillos del Palacio de Nariño y de La Giralda, sede del Ministerio del Interior, se viene escuchando con frecuencia que la directora del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre), Angie Rodríguez, y quien comanda la cartera política, Armando Benedetti, no sienten respaldo del grueso del gabinete cuando del diálogo con los congresistas y los mandatarios regionales se trata, lo que desde su óptica dificulta la consolidación de acuerdos fuertes.
“Mis aliado(a)s solo serán los y las que supieron en qué consistía la elección y no decidieron el camino de la traición al presidente y al proyecto democrático”, precisó Petro tras la derrota en el Congreso con la elección de Camargo sobre Balanta. “La coalición de gobierno en el senado se rehace por completo; su objetivo cambia”, enfatizó. Y Benedetti, justo 24 horas antes de que se registrara el revés más fuerte en lo que va del año, había advertido: “Qué se acabe o se fortalezca la coalición en el Congreso”. Al final, se tuvo que replantear y este lunes se sabrá hasta qué punto.
No son las únicas luchas
Pero mientras todo esto avanza y de paso se revisan más de 100 nombramientos que se hicieron en varias entidades para intentar garantizar el respaldo a la aspirante que apoyó el Gobierno, pues ante el fracaso de la estrategia hay voces que piden tumbarlos y poner en esos cargos a gente más afín al progresismo, también se recalibra el diálogo regional y se apunta a la búsqueda de réditos en el ámbito internacional.
En efecto, el presidente Petro cerró la semana rodeando nuevamente al régimen venezolano que lidera Nicolás Maduro, por quien Estados Unidos ofrece una recompensa de hasta 50 millones de dólares por sus presuntos nexos con el narcotráfico, al acusar a Washington de violar el derecho internacional con la operación antinarcóticos que desplegó en aguas del mar Caribe muy cerca de las costas del país vecino.
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La afinidad ideológica de Petro y Maduro –con todo los bemoles que hay de por medio– es públicamente conocida, al igual que las diferencias frontales con el magnate republicano que regresó a la Oficina Oval, Donald Trump. Por eso, el mandatario exige respeto por la soberanía de América Latina, lo que le funciona para cohesionar un discurso interno que no ha logrado en medio de la polarización electoral, y lo complementó con el replanteamiento de la colaboración binacional con Washington.
Todo eso se da en momentos en que se aguarda el dictamen en torno a si Colombia será o no certificada en su lucha contra el tráfico de drogas ilegales, algo que apunta hacia una respuesta negativa, por lo que incluso el mandatario llegó a cuestionar el viaje que algunos alcaldes, como Carlos Fernando Galán (Bogotá) y Federico “Fico” Gutiérrez (Medellín), tienen previsto hacer desde este fin de semana a Estados Unidos para mostrar lo que según ellos es la ineficiencia de la actual administración colombiana. El jefe de Estado ratificó que las relaciones internacionales son constitucionalmente potestad del presidente de la República.
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De hecho, según supo El Espectador, luego de que en la edición digital de este diario se revelara el pasado viernes que el comandante de las Fuerzas Militares, almirante Francisco Cubides, y el director de la Policía, general Carlos Fernando Triana, viajarán a Washington para –junto al embajador Daniel García-Peña– realizar gestiones precisamente en torno a la certificación, en el alto Gobierno se presentó cierto ruido porque al parecer el jefe de Estado no estaba del todo informado de ese periplo y de sus fines. Y si bien esto al final se superó, sí quedó en evidencia que al presidente Petro le toca directamente todo lo que se relacione con el Estados Unidos de Donald Trump y la Venezuela de Nicolás Maduro.
Además, y no siendo un tema menor, en medio de esos diálogos hay otro asunto que se está metiendo en la agenda de la izquierda y que también es monitoreado por el mandatario. Se trata de la búsqueda de un partido único que se unifique bajo la chapa de Pacto Histórico, para lo cual el Consejo Nacional Electoral (CNE), por donde precisamente pasó el ahora magistrado Camargo y en cuya sala plena el petrismo no es mayoritario, debe avalar fusiones y escisiones de varias colectividades.
“Si al final esto no avanza, en el Polo Democrático aprobamos recientemente en nuestros estatutos una reforma que nos permitiría cambiar el nombre a movimiento político Pacto Histórico y acoger aquí a las otras fuerzas y militantes del proyecto; eso va en paralelo a la renuncia de personerías jurídicas que se necesitaría, pero todo ha sido debidamente analizado y dialogado”, le confirmó a este diario el senador Alberto Benavides, presidente de esta colectividad.
Ahora bien, la derecha –en medio de todos estos sacudones y decisiones de la izquierda y del gobierno que la representa– no está quieta y partidos como el Conservador (que también tiene un sector disidente con cargos en el Ejecutivo), Cambio Radical y el Centro Democrático están trazando varias movidas.
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Es un hecho que el senador Efraín Cepeda está a días de comenzar una correría tras lanzar oficialmente este sábado su aspiración presidencial por las toldas azules; además, el exvicepresidente Germán Vargas Lleras reforzará su mensaje de oposición y dará la pelea por superar a los contradictores que tiene en sus filas (a algunos, como a la senadora Ana María Castañeda, el propio Cambio Radical ya los denunció penalmente); e igualmente está el análisis del expresidente Álvaro Uribe de entrar a la lista cerrada del Centro Democrático al Senado e incluso de estar en el puesto 25.
Las movidas que se den en todos estos frentes, tanto del oficialismo como de la oposición, tendrán impacto en otros debates claves del Capitolio, entre los cuales está el presupuesto de 2026 y el nuevo intento de reforma tributaria, pero que de fondo tienen una misma meta en la que los actores de los bandos quieren ser protagonistas: las elecciones del 8 de marzo (Congreso) y del 31 de mayo (Presidencia) del próximo año.
Por eso, el cónclave ampliado de este lunes que convocó Petro en la Casa de Nariño será definitivo, porque puede derivar en el engrosamiento de la lista de más 50 ministros que lleva la actual administración en estos tres años de mandato de la izquierda y de paso pavimentar el camino para que gente mucho más afín al progresismo obtenga contratación oficial en diversos cargos.
Las redes y los influenciadores que se pagan con el erario siguen siendo una parte clave de la estrategia, por lo que hay expectativa de hasta dónde se podrá avanzar y si el petrismo, como dicen sus aliados e incluso algunos contradictores, tiene la fuerza de llevar a su electorado nuevamente a una victoria; incluso, no a una tan potente como la de 2022, pero que en todo caso sí simiente su control del poder.
Vea aquí el análisis en La Mesa de Redonda:
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