¿En qué va la reconstrucción de San Andrés, Providencia y Santa Catalina?
Un año ha pasado y los pobladores de esta zona del país piden al Gobierno acelerar las obras. Hay familias que siguen viviendo en carpas y los niños y niñas se han llevado la peor parte con graves consecuencias físicas y sicológicas.
Edwin Bohorquez Aya
Es día de El Espectador le explica. El 16 de noviembre de 2020, cuando como país teníamos el foco en la atención de la crisis que nos trajo la pandemia, el huracán Iota, de categoría cinco, destruyó el 98% de Providencia. La isla, junto con San Andrés y Santa Catalina, trataban de recuperarse de los destrozos que había dejado el también huracán Eta, unos días atrás, pero la noche de aquel lunes solo trajo miedo y zozobra. Esa noche los habitantes de esta parte de Colombia se quedaron sin energía, sin telefonía, sin agua potable. Las olas más fuertes erosionaron algunas de las vías principales, muchos árboles cayeron y se veían casas con estructuras tan frágiles que amenazaban con caerse. Cuatro personas murieron y más de 5000 se contaron como damnificadas. El presidente Iván Duque llegó al día siguiente, el martes, y anunció un plan de 100 días para la reconstrucción de Providencia, la más afectada. Con esa promesa las ayudas humanitarias empezaron a llegar. Ahora, un año después para ser exactos, no solo pasamos los 100 días sino que ya se cumplieron 365 del calendario y vamos en “un año de incumplimientos”, como tituló El Espectador en la portada de nuestra edición del pasado domingo. Por eso, para poder entender qué ha pasado y en qué estamos, hablamos con el equipo de la sección Nacional para que nos ayudara a recopilar todos los textos, galerías de fotos y videos que hemos hecho durante estos meses sobre la prometida reconstrucción y basado en ese trabajo, escribimos este boletín. Recuerden entrar a cada uno de los links para poder llegar al fondo de cada uno de los temas. Comencemos.
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Es día de El Espectador le explica. El 16 de noviembre de 2020, cuando como país teníamos el foco en la atención de la crisis que nos trajo la pandemia, el huracán Iota, de categoría cinco, destruyó el 98% de Providencia. La isla, junto con San Andrés y Santa Catalina, trataban de recuperarse de los destrozos que había dejado el también huracán Eta, unos días atrás, pero la noche de aquel lunes solo trajo miedo y zozobra. Esa noche los habitantes de esta parte de Colombia se quedaron sin energía, sin telefonía, sin agua potable. Las olas más fuertes erosionaron algunas de las vías principales, muchos árboles cayeron y se veían casas con estructuras tan frágiles que amenazaban con caerse. Cuatro personas murieron y más de 5000 se contaron como damnificadas. El presidente Iván Duque llegó al día siguiente, el martes, y anunció un plan de 100 días para la reconstrucción de Providencia, la más afectada. Con esa promesa las ayudas humanitarias empezaron a llegar. Ahora, un año después para ser exactos, no solo pasamos los 100 días sino que ya se cumplieron 365 del calendario y vamos en “un año de incumplimientos”, como tituló El Espectador en la portada de nuestra edición del pasado domingo. Por eso, para poder entender qué ha pasado y en qué estamos, hablamos con el equipo de la sección Nacional para que nos ayudara a recopilar todos los textos, galerías de fotos y videos que hemos hecho durante estos meses sobre la prometida reconstrucción y basado en ese trabajo, escribimos este boletín. Recuerden entrar a cada uno de los links para poder llegar al fondo de cada uno de los temas. Comencemos.
“Tenemos el agua hasta el cuello, lo perdimos prácticamente todo. Muebles, televisores, ropa, mis documentos de la universidad, el computador. Cancelé el semestre por la pandemia y me quedé aquí a acompañar a mi papá enfermo”, narró Naomi Sánchez, residente del barrio School House en San Andrés, justo al día siguiente del paso de Iota. Sobre Providencia, se sabía que había permanecido incomunicada y “durante varias horas nada se supo de la suerte de los cerca de 5.000 habitantes de la isla de 17 kilómetros cuadrados, ubicada a 93 kilómetros de San Andrés”.
Tras reportar la tragedia, tratamos de buscar explicaciones para poder entender la situación, entonces entrevistamos al capitán Francisco Arias, director del Invemar, entidad que, junto al Ministerio de Ambiente, desarrolló una serie de proyectos para que el Archipiélago sintiera con menos impacto el cambio climático. Un documento construido en el 2014, pero que como muchas cosas en Colombia, desde entonces se trata de un documento olvidado. El resumen: “Se ha avanzado poco en adaptación al cambio climático en el Archipiélago”, dijo el mismo Arias.
Y como con historias de vida es que se escribe la historia misma de las sociedades, Marcela Osorio nos contó en este texto “La historia de un sanandresano que vivió las horas más duras del huracán resguardado en una cocina, en un lugar remoto de la isla de Santa Catalina, también devastada por la fuerza del fenómeno natural”. Mientras el mundo seguía conociendo más y más relatos como este, contamos también que el Sistema Nacional Ambiental se trasladó a Providencia para evaluar los impactos precisamente ambientales y tras ello, poder formular el plan de restauración en los 100 días de los que había hablado Duque. El plan incluía a las comunidades para recuperación de las zonas afectadas.
¿Y qué pedía la gente afectada? Pasados los dos primeros meses, ¿qué decía la Contraloría? ¿Por qué líderes y lideresas reclamaban ser escuchados? Se cumplieron los prometidos 100 días: ¿Cuál era el balance? Se empezó a hablar de reconstrucción de casas, sí, pero que eso pasaría solo hasta junio y de la entrega de viviendas nuevas hasta marzo de 2022.
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Cecilia Orozco entrevistó, en marzo de este año, al “pastor Alberto Gordon May, presidente de la Autoridad Raizal, órgano que representa a los habitantes nativos de las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, que se sienten atropellados por el Gobierno central. Según este líder de las víctimas del huracán Iota, ‘la administración Duque llegó con sus ‘prácticas neocolonialistas” y ha ignorado no solo a dirigentes locales sino a comunidades”.
El 16 de marzo, durante la instalación del Foro de Cambio Climático, de la agenda del BID, el presidente Duque se volvió a referir a la realidad de Providencia y aseguró que la mayoría de procesos de reconstrucción en la isla estarán listos a finales de 2021 y que la reconstrucción total debería quedar fechada para máximo el primer trimestre de 2022. Sandra Gómez, presidenta de Findeter, advirtió en que a finales de 2021 se habrá reconstruido cerca del 95% del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Recordó que para ese momento ya se había puesto el cimiento de la primera de 1.200 viviendas que serán entregadas.
Y en todo este escenario, ¿cuál era el papel de niños y niñas? ¿Qué secuelas dejaría en ellos la tragedia que tuvieron que vivir? La organización internacional Aldeas Infantiles SOS Colombia, para abril de este año, ya había brindado acompañamiento a más de 135 niños y niñas y 17 familias en la zona. “La pérdida de sueño, el miedo, signos de tristeza, la incontinencia urinaria fueron algunas de las manifestaciones encontradas por la organización” en los menores de edad.
El 3 de junio le contamos al país sobre las denuncias, tras seis meses de la tragedia, que hicieron los habitantes de las islas afectadas porque para ese momento solo podían contar dos casas reconstruidas en Providencia y Santa Catalina de las 1.134 que quedaron destruidas. “Miles de habitantes siguen viviendo en carpas y a la intemperie”, nos contaron nuestros colegas en este artículo. El 11 de junio registramos que la tutela que pedía mejoras en la reconstrucción de Providencia había sido negada coincidiendo justo con el inicio de la temporada de huracanes que, según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), va a tener este año una actividad mayor a la de los pasados.
Después de 205 días del paso del huracán Iota, la reconstrucción del archipiélago sigue atrasada. La población isleña asegura que no se ha construido el hospital y que la reparación de casas no ha sido prioritaria. Han intervenido 632 viviendas, de las 865 que tuvieron algún daño en su infraestructura. El resumen ejecutivo se acotaba en el titular que escribieron dos de nuestros colegas: dos casas en siete meses.
El 22 de junio se anunció una jornada de protesta por lo que los sanandresanos llamaron el abandono del Gobierno. Para el 10, 12 y 13 de julio se adelantaron bloqueos en varias zonas de Providencia para llamar la atención de la administración Duque para que se acelerara la reconstrucción. Dos meses después ya fue la Procuraduría quien pidió recuperar el área de las playas y estudiar la posibilidad de reubicar las viviendas que se encuentran en zonas de alto riesgo. Y el mismo día se supo que la Corte Constitucional revisará la tutela por las demoras en la reconstrucción. Se alertó de temas de la necesidad de elevar el debate no solo temas estructurales como el cambio climático y el desplazamiento forzado sino los ya evidentes incumplimientos del Gobierno.
Duque, en entrevista con Noticia Caracol, dijo que él no había prometido la reconstrucción en 100 días, pero Colombiacheck, tras un trabajo de verificación de contenido y que fue publicado en El Espectador, confirmó que “Él y su gobierno sí hicieron la promesa que ahora niega. De hecho, el presidente Duque se comprometió más de una vez con la reconstrucción de la isla en ese periodo y no cumplió”.
Así que la Contraloría tomó cartas en el asunto y se fue hasta las islas para verificar qué sucedía. Para el 26 de octubre pasado María Camila Ramírez nos relataba que apenas se contaban como “reparadas 209 de las 2.505 casas que resultaron afectadas, es decir el 8,3 %”. La gente de Seaflower Plus anunciaba entre sus principales objetivos “determinar los problemas que tuvieron las áreas continental y marina” y el pasado 13 de noviembre también presentamos el primer capítulo del libro “Reforestar la imaginación”, un relato de afro-raizales quienes tras escarbar en su memoria contaron que hacia las 3 de la mañana comenzó lo peor de aquella noche de noviembre del año pasado:
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A pocos días de cumplirse un año de la tragedia buscamos a Susana Correa, directora de Prosperidad Social y gerente de la reconstrucción del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, tras recordar, por ejemplo, que hay por lo menos 69 familias que llevan casi un año durmiendo en carpas que se inundan cuando llueve. Su respuesta fue la siguiente: “Nadie podía pensar que íbamos a terminar la reconstrucción de una isla en 100 días”. La entrevista completa está aquí.
El Comité Permanente por la Dignidad de Providencia cuestionó que mientras el hospital de la isla sigue en veremos, se haya priorizado la destinación de recursos para el aeropuerto, y le lanzaron un mensaje al Gobierno: “Ni en 100 ni en 365 reconstruyeron Providencia”. A corte de esta semana la reparación de viviendas en San Andrés va en el 7 %, de acuerdo con Abel Archbold, secretario de Infraestructura de la isla.
Desde la isla “pedimos voluntad para atender la reconstrucción”, dijo el pastor y líder raizal de San Andrés, Augusto Francis Davis. La comunidad dice que hay problemas serios con el registro en la Evaluación de Daños, Análisis y Necesidades.
Para el 15 de noviembre pasado “la Procuraduría general reveló un informe de seguimiento a la reconstrucción de San Andrés y Providencia, al cumplirse un año del paso del huracán Iota por las islas colombianas, en el que señaló que si bien es cierto que ha habido avances importantes en reparación y construcción de viviendas, también hay retrasos en seis puntos específicos que requieren mayor celeridad”.
En nuestra edición impresa del 16 de noviembre, Zully Archbold, veedora comunitaria de Providencia, fue clara: “Todavía hay casas en últimas etapas de reparación y ahora se está adelantando la construcción de otras nuevas que tuvieron que subdividir en dos modalidades”. Y en estos dos párrafos logró hacer un paneo con mucho de fondo: “Este no ha sido un proceso fácil ni para los damnificados ni para los que llegaron a atender el desastre. Es una experiencia difícil, porque al ser la primera de este tipo para Colombia debieron buscar apoyo y asesoría internacional con países que han tenido situaciones similares. Eso hizo que el proceso fuera más difícil para los damnificados: sobrevivir a un huracán con la falta de planificación del Gobierno en cuanto al proceso, poco conocimiento sobre el sistema de vida de las islas, ignoraron al alcalde municipal y a la voz del pueblo, con poca noción sobre los materiales para la supervivencia de la gente, poca participación de los trabajadores locales y sistema de pago, sin hospital hasta hoy, sin refugios, etc”.
¿Cómo estamos hoy?, se preguntó: “Todavía hay gente en carpas y refugiados. Todavía hay casas en últimas etapas de reparación y ahora están adelantando la construcción de otras nuevas que tuvieron que subdividir en dos modalidades, creo que porque no han podido conseguir suficiente material para las casas seguras que impusieron. Pareciera que no hay suficiente mano de obra porque hay casas en reparación a la espera, como las nuevas”.
Llegamos al 16 de noviembre, justo un año después, y la falta de información pública y pocos espacios de diálogos con la comunidad son algunas de las irregularidades que encontró la Corporación Transparencia por Colombia. “Las páginas web de la Unidad Nacional para la Gestión de Riesgos de Desastres, la Gobernación del Archipiélago de San Andrés y la Alcaldía de Providencia, entidades que por ley deben liderar la reconstrucción, no tienen información sobre el avance de los proyectos ni ejecución de recursos públicos, donaciones ni apoyos de cooperación internacional”, informaron.
12 meses han pasado, con un día de más, y aunque ya están avanzando las obras, no lo hacen a la velocidad esperada, hay demoras en la entrega de casas, en los establecimientos comerciales y de turismo, el hospital y la sede del Sena, nos contaba María Camila Ramírez Cañón. Hay afectación constante en las familias que siguen viviendo en carpas, los niños ya evidenciaron las secuelas que les dejó todo esto, es evidente la falta de planificación, la falta de ejecución y la falta de resultados. No hay información clara de la ejecución de recursos públicos, como nos decía Transparencia por Colombia; se sigue reclamando la participación de la comunidad y acciones tácticas como la barcaza que lleva materiales pero que tampoco suple las necesidades de todos los contratistas en la isla es una constante. A veces la solución la podemos tener más cerca de lo que creemos. Ya lo decía la veedora comunitaria de Providencia: “¿Quién conoce mejor su entorno sino la propia gente que vive en él?” Por ahí, como país, debimos comenzar y no caer en promesas incumplibles.
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